Espiar, mentir, asesinar, destruir para defender el Estado de Derecho

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de marzo de 2014.

Frederick Forsyth sigue retratando las miserias ocultas de la democracia y su defensa. Ayer mercenarios, hoy drones, apps y satélites. Robert Harris no duda si combatir el mal con lo peor.

Frederick Forsyth. La Lista. Traducción de Luis Murillo Fort. RHM Plaza & Janés, Barcelona, 2014. 336 p.. 20,90 €. E book 13,99 €.


Robert Harris. El índice del miedo. Traducción de Gemma Rovira Ortega. RHM De Bolsillo, Barcelona, 2013. 400 p.. 21,90 €. De Bolsillo 9,95 €. E book 6,99 €.

Si uno ha escrito y publicado a lo largo de cuatro décadas Chacal, Odessa, Los Perros de la Guerra, El Puño de Dios, La Alternativa del Diablo o El Cuarto Protocolo no necesita hacer nada más para tener éxito publique la novela que publique. Si algo especialmente bueno hay que decir de Frederick Forsyth es que no se relaja y no defrauda. Forsyth dosifica con maestría la información militar, la política y la periodística, pero no deja que su novela se convierta en un compendio de datos. Más bien a revés, usa éstos para justificar una trama bien contada de personajes.

En «La Lista«, Forsyth sigue siendo él mismo y nos describe minuciosamente un mundo oculto, el de los servicios secretos a medio camino entre el antiterrorismo y la guerrilla, de este siglo XXI. El militar, el periodista y el escritor de ficción están los tres presentes en este recorrido a lo largo y ancho del mundo, un mundo en el que Estados Unidos tiene amigos y enemigos, sin que necesariamente los primeros lo sean ni siempre ni perfectamente y sin que los segundos respondan a sus sórdidas caricaturas propagandísticas en los medios de comunicación.

Además, como el nombre de la novela apunta y como ya ha hecho en otros casos, Forsyth plantea una auténtica cuestión de moral política. ¿Fue moral liquidar a un dictador africano en Los Perros de la Guerra? ¿Era más moral en Chacal liquidar a un mercenario que ver cómo el mercenario liquidaba sin juicio a un presidente traidor a su palabra y a su país? Ahora la cuestión es aún más actual y por otro lado eterna: ¿puede un Estado, para defender su existencia, sus intereses y los de sus ciudadanos y amigos, asesinar sin juicio, por orden ejecutiva, a los enemigos armados o a los que pretenden llegarlo a ser? No es pequeño asunto; todos los creyentes en el Estado de Derecho more Kelsen deberán decir que nada sin Ley, tribunales y juicios. ¿Nos encontraremos entonces con democracias avanzadas, progresistas e irreprochables defendiendo su soberanía y conveniencia con los medios que reprueban en público?

Pero que nadie tema una aburrida disquisición jurídica. Al revés, Forsyth es más él mismo que nunca, y consigue dejarnos su propia opinión sobre tan candente cuestión en una adictiva novela negra en la que cuestiones personales y análisis de fuerzas, Al Qaeda, El Predicador, Kit Carson y Bin Laden se mezclan sin cargar las tintas. Forsyth gusta y va a seguir gustando, entretiene sin dramatizar, pero también sin dejarnos olvidar ni aquello de lo que él sabe ni el lado del que él se coloca. Para todo lo demás, hay que leer el libro.

Escalofriantemente real, Robert Harris

Robert Harris, acostumbrado a escandalizarnos con el lado sonriente de lo oficialmente malo y con el lado hipócrita de lo oficialmente bueno (cómo olvidarnos de Fatherland, mucho más sutil y mejor ambientada la historia – ficción en libro que en película). Aquí la ambientación es contemporánea y no por ello peor, y Harris hace que uno se sumerja en un mundo que no es el de (casi) ninguno de nosotros.

En El índice del miedo Harris no necesita nazis del pasado para darnos miedo, pero se lo dará a todos aquellos fielmente convencidos de la bondad intrínseca de nuestro sistema financiero. Con él como escenario, el autor de Patria, Enigma o Imperium plantea la fragilidad de nuestra prosperidad, la cercanía del abismo y la injusticia (suponiendo que haya justicia) inherente a todo mercado especulativo. Si los mercados no son ese mecanismo de paz y riqueza que el capitalismo supone sino una puerta abierta a la creación de fortunas sin fundamento y al saqueo de las inversiones ajenas, y si este siglo y nuestra tecnología multiplican y anticipan ese riesgo, ¿en qué manos estamos?

Pero no nos engañemos, aunque sugiera mucho sobre la realidad Harris nos ofreció en este libro una novela, con sus tramas superpuestas, sus sorpresas y su descripción de un mundo, el de las finanzas, del que todos oímos hablar, del que todos dependemos pero del que poco sabemos de real. La economía especulativa es un mundo al que en realidad pocos tienen acceso y que para el común de los mortales se parece más a una serie de sectas secretas en lucha que a nada directamente relacionado con sus vidas. Aunque aquí veamos cómo éstas dependen de lo que los especuladores de todo signo son capaces de hacer y de imaginar. ¿Muy diferentes de otro tipo de terroristas? A veces uno lo duda, si lee estas dos novelas una después de otra.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 28 de marzo de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/espiar-mentir-asesinar-destruir-para-defender-estado-derecho-134543.htm