Franco jugando a Call of Duty y otros franquismos de ficción

Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de abril de 2014.

Franco, clonado como Dolly, conspira contra la democracia en el siglo XXI ¿Una ficción improbable? Imaginarlo divierte más que ver la historia contada a la carta pretendiendo imparcialidad.

Daniel Vázquez Sallés. Si levantara la cabeza. Destino – Áncora & Delfin, Barcelona, 2014. 192 p.. 18,90 €. Ebook 12.99 €.


Ángel Bahamonde. Madrid 1939, la conjura del coronel Casado. Cátedra – Anaya, Madrid, 2014. 272 p.. 15,00 €.
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Antonio Martín Puerta. El franquismo y los intelectuales. La cultura en el nacionalcatolicismo. Prólogo de José Manuel Cuenca Toribio. Encuentro, Madrid, 2014. 368 p.. 30,00 €. Ebook 9,99 €.


Paul Preston. La política de la venganza. Traducción de Carlos Manzano de Frutos. Península – Atalaya, Barcelona, 2014. 432 p.. 22,90 €. Ebook 12.99 €.

Imaginemos… Puestos a imaginar, la mente humana no conoce límites. Por ejemplo, por qué no, un clon de Francisco Franco veinteañero en el siglo XXI, un Paquito resultado de los esfuerzos y maquinaciones del marqués de Villaverde, de la Fundación Franco y Cía, de Adolfo Grande de Todos los Maestrazgos, conde de Atapuerca, y del auxilio técnico, cómo no, del doctor Josef Mengele. Un Franco con sus ideas, -las que le atribuye la izquierda y expresadas como la izquierda las ve hoy-, pero diseñado literalmente para llegar al poder por vías democráticas, con la demagogia populista de los debates, internet y adaptado a los gustos de 2014. Un Franquito sin experiencia militar pero íntimamente unido a su consola y al Call of Duty. ¿Gracioso, no es cierto?

La novela que publica Destino de Daniel Vázquez Sallés es un singular ejemplo español de Historia ficción o si se quiere de narrativa casi-histórica. Desde luego, el autor no tiene la experiencia narrativa de otros más veteranos de Peter G. Tsouras y Kenneth Macksey a Robert Conroy y Harry Turtledove; sin olvidar, con su carga política y polémica, a Jean Raspail ni a Fernando Vizcaíno Casas. Tampoco exhibe la fama ni la habilidad de Isaac Asimov, ni el conocimiento histórico aplicado de Valerio Massimo Manfredi, ni el resultado es comparable al mejor europeo del género, que para mi gusto sigue siendo el intraducible Mario Farneti. Pero es un relato divertido sobre un hecho imposible, seguramente un libro que muchos, por distintas razones, leeremos con gusto, aunque seguramente para nadie vaya a ser libro de cabecera ni lectura reiterada. Ni generará secuelas ni imitadores, lo que en este género es internacionalmente señal de éxito completo

Junto a las virtudes que lo hacen agradable, son los defectos de Si levantara la cabeza los que hacen el libro algo ambiguo. El autor, que no escribe mal, no se ha documentado en detalle para recrear un proyecto de franquismo en 2014, y por eso va a ser más divertido para los antifranquistas póstumos que para quienes sí conozcan algo más esos detalles del pasado y esos ambientes del presnete. Seguramente esto se debe a que no es un libro inocente ni imparcial, sino un caso más de literatura al servicio de una visión progre del pasado, del presente y del futuro. Es su derecho, por supuesto, pero una versión mejor documentada y no de parte del mismo relato le daría muchos más lectores sin dejar de ser divertido para los que ya ha conquistado. En cualquier caso, Vázquez Sallés es un ejemplo más de cómo, 40 años después de la muerte de Franco, él sigue siendo el personaje público más conocido y citado, en obras de ficción y en otras que sin serlo lo parecen. Un indicio que qué país es este.

Ayer hoy y siempre: historia, ficción y facción

Paul Preston es un historiador inglés especializado en el siglo XX español, ampliamente recompensado por el régimen de la Transición por su larga dedicación a elaborar y defender la interpretación del pasado hoy vigente. Diría oficiosa pero es más que eso: tras la ley de memoria histórica, nunca modificada ni derogada, en España sólo es oficialmente aceptable la visión progre izquierdista de las cosas. Para entendernos, esa visión idílica de la II República y macabra del franquismo que es la oficial en 2014.

Es muy difícil hablar de La política de la venganza, por lo demás un libro bien escrito y traducido en los años 90 y ahora reeditado por Península (es decir, por Planeta), como de un «análisis imparcial y ponderado de las políticas de derechas en el siglo XX en España«. Preston ofrece interesantes datos de primera mano y muchos más numerosos datos, detalles y suposiciones que de primera mano no eran tampoco hace veinte años; pero sin duda acierta en una cosa: los historiadores han prestado más atención a las izquierdas que a las derechas. Seguramente será por afinidad, algo que él mismo no trata de evitar ni formalmente. Los nueve ensayos recuperados y engarzados en este volumen dan una visión sesgada del siglo XX español, dando por asumidos muchos hechos aún por probar y evitando muchos otros. Pero es un libro del máximo interés… si se trata de comprender cómo y por qué nuestra izquierda, minoritaria en la España real y mayoritaria en centros educativos, ambientes culturales y medios de comunicación, cree que la guerra civil de 1936 moralmente se sigue combatiendo entre el Bien y el Mal. Algo triste y limitado, pero real.

Más de lo mismo: los Buenos, los Malos y los Traidores

Como Preston y a veces con él, la mayoría actual de nuestra Academia (al menos de contemporaneístas), devotos seguidores por tanto de Hugh Thomas o de Ángel Viñas. Entre los destacados de una generación más reciente, pero con su cátedra bien empuñada y con el mismo sesgo, muchos otros, y entre ellos Ángel Bahamonde, en la Universidad Carlos III –antes ´La Gregoria´-. El catedrático nos acaba de ofrecer, en Cátedra (que no nació exactamente para esto) un ensayo fundamentalmente de divulgación, Madrid 1939, la conjura del coronel Casado. Ya no son franquistas malos contra antifranquistas buenos, sino que dentro de los mismos antifranquistas son malos y traidores, descalificados por su sublevación anticomunista de marzo de 1939, los que siguieron al coronel Segismundo Casado y trataron de acelerar el fin de la guerra.

¿Es esto justo? Bahamonde cree que Casado –republicano convencido- era un masón, agente inglés y al servicio de Franco, y enemigo de la República… una República sin presidente desde la dimisión de Azaña, sin más de 80 diputados y pocos de ellos en España y con la guerra perdida que sólo por intereses ajenos convenía alargar. Pese a sus propios defectos, fue más objetivo Ricardo de la Cierva en 1989 con 1939. Agonía y victoria, estudiando las mismas semanas sin algunos de los procesos que Bahamonde ha consultado ahora, pero con menos necesidad de enfados y descalificaciones retroactivos. Es un ensayo breve y fácil de leer, muestra de la vitalidad más propagandística y autocomplaciente que investigadora del antifranquismo, y con un acierto de fondo: entiende que los militares profesionales, en los bandos, tenían muchas cosas en común. Amén.

No todo el monte es… igual (y menos mal)

Sin caer en el relativismo o subjetivismo orteguiano, hay que empezar que un mismo hecho puede verse de diferentes formas. Lo que Antonio Martín Puerta nos ofrece es algo poco habitual en España, como es una descripción, precedida de un contexto documentado y objetivo, de la España cultural anterior al desarrollismo. Se podrá apreciar más o menos, pero los datos que da son los que hay, y no se le podrá reprochar que sea complaciente con la España católica con la que sin duda parece identificarse.

De hecho, para las generaciones que no han vivido el franquismo de ningún modo, el libro de Martín Puerta es, éste sí, de la máxima utilidad. No es fácil entender, con lo que se nos cuenta en las aulas y los medios, que el franquismo fue el resultado de una coalición, circunstancial, de cuatro fuerzas muy distintas, dos menores en el fondo aunque importantes en los símbolos (Falange tras 1942 y requeté) y dos principales aunque a su vez heterogéneas en su interior (Iglesia y Ejército), con un general monárquico de tradición liberal a su frente. El profesor Martín Puerta tiene además una cierta tendencia a comprender las posturas opuestas y a hacerlas comprensibles a los novatos. Es un buen modo de entrar, a través de la historia cultural, a las complejas realidades del franquismo, aún importantes hoy. Eso sí, realidades y no franquismo de ficción.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de abril de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/franco-jugando-call-duty-otros-franquismos-ficcion-134994.htm