Cuando el juego crea literatura y la literatura enseña historia

Por Pascual Tamburri Bariain, 2 de mayo de 2014.

Cada vez se juega más y se lee menos. ¿Un mal? Quizá en vez de competir juegos y literatura se pueden ayudar. ¿Cómo si no sobrevivirá la memoria, por ejemplo, de los vikingos?

Rebecca Gablé [Ingrid Krane-Müschen]. Los colonos de Catán. Traducción de Juan Castilla Plaza y Juan Pascual Martínez. Prefacio de Klaus Teuber. Almuzara, Córdoba, 2014. 736 p.. 15,95 €.

Aunque parezca extraño, Los colonos de Catán no es una novela y ni siquiera un libro. Nació, creció y triunfó como un juego, y sólo mucho más tarde Ingrid Krane-Müschen, con Rebecca Gablé como seudónimo, se lanzó a redactar el relato de ficción que ahora Almuzara trae a España.

Literatura de aventuras, novela de capa y espada, y por si fuera poco inspirada en el recorrido de un juego: ¿una obra menor? En el libro ahora como en el juego antes nos encontramos con la vida y la obra de dos hombres del Norte y de las familias que con ellos dejan Escandinavia en el siglo IX y cruzan el atlántico para asentarse y buscar un futuro mejor. Hombres y mujeres, esclavos y animales, con toda la variedad y las contradicciones de toda pequeña comunidad humana, incluso vikinga, dejan Europa pero no dejan detrás todos los problemas y contradicciones de la cultura europea, sino que los llevan consigo a un nuevo continente.

Los colonos de Catán es muchas cosas a la vez: es una novela de amor y de odio, una visión de un momento muy concreto de la vida cultural y religiosa de los europeos, la historia de una sucesión de aventuras concatenadas, y todo ellos sin ocultar ni las pequeñas y tiernas cosas de la vida, ni tampoco el dolor, la sangre y las decepciones. Es la vida de una generación de vikingos, muy lejanos de su imagen tópica pero también de cualquier hipótesis idílica.

Y bien, es inevitable responder a la pregunta implícita hasta aquí: la historia de la fundación y consolidación de Elasund no es ni El Señor de los Anillos ni Juego de Tronos, no tiene una dimensión épica ni por supuestos trascendente. Pero lo que sí es, y también en la excelente traducción española, es una saga de aventuras exquisitamente ambientada en el pasado nórdico de Europa y a la vez hecha para enganchar, para enamorar, para impedir que el lector deje de leer. Aunque hay personajes de mayor y de menor peso argumental, el acierto de la autora es que lectores de todas las edades y formaciones van a encontrar en qué y en quién sentirse reflejados, y por eso es fácil que guste e incluso apasione.

Quizá lo más extraño es que Los colonos de Catán haya tardado más de una década en llegar al lector español, precisamente cuando en los cines, en televisión y en todos los soportes imaginables de juegos este tipo de ambientaciones y de narraciones han triunfado. La verdad es que el soporte papel necesita llegar a nuevos públicos, ganárselos y conservarlos. No por casualidad ha sido en la pasada década cuando más se ha hablado de la obra de J.R.R. Tolkien… y cuando menos se le ha leído. Del mismo modo que los hobbits nacieron como relato oral familiar, triunfaron en papel y mucho después se han expandido a todas las redes y soportes posibles, hay que aceptar que historias nacidas en y por los juegos pueden generar literatura no sólo de éxito sino incluso de gran calidad, como es el caso.

Hay sitio para todos en Elasund. No todos serán días de vino y rosas, pero tampoco en la vida real lo son. Y lo que Rebecca Gablé nos ofrece es, pensando en el lector del siglo XXI, una aproximación deliciosa a la Europa y a los europeos de los siglos mal llamados oscuros.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de mayo de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/cuando-juego-crea-literatura-literatura-ensena-historia-135167.htm