Por Pascual Tamburri, 9 de mayo de 2014.
El ex batasuno y ex preso Fermín Sánchez Agurruza, profesor en Navarra, huye de la Justicia que lo busca por intentar reconstruir ETA, terrorista, abertzale y marxista sin concesiones.
Fermín Sánchez Agurruza, presunto dirigente del grupo etarra Ibil, abandonó hace un mes su puesto de profesor en Urdax (Navarra) y se encuentra huido de la justicia. La noticia no es que haya una «ETA auténtica» contraria al supuesto «proceso de paz», ni tampoco que militantes abertzales con un largo currículo de acciones, huidas, condenas, homenajes y propaganda desconfíen de todo lo que no sea una victoria total que ven a su alcance. La verdadera sorpresa es que alguien se sorprenda de esto; o que esto surja precisamente ahora, ante una campaña electoral; o que los devotos de décadas de pacato Gobierno foral se lleven ahora las manos a la cabeza por el tipo de personal que ellos mismos han colocado en todas las Administraciones públicas.
Se preguntaba el otro día Fernando Vaquero, ante este caso, ¿hay terroristas buenos? La respuesta es bastante sencilla: no. Los de Ibil no son peores que el resto de ETA, simplemente no quieren ni fingir la mínima concesión. Son, sin más, más sinceros, o menos hábiles, o una parte útil de la puesta en escena que a todas las partes implicadas podría convenir.
Diario de Navarra ha debido de ser el único sorprendido –junto a algún político profesional- al hacer público que partes significativas de la izquierda abertzale no quieren renunciar a nada, ni a las formas ni a los tiempos: simplemente, libertad para los terroristas presos, unificación e independencia de su Euskalherria, con Navarra incluida, y construcción de un estado totalitario marxista. Con lo bien que estábamos imaginando un nuevo Edén.
Sánchez Agurruza, exconcejal de Herri Batasuna en Ansoain, veterano de un comando Y en los años peores de la kale borroka, con una condena de diez años en Francia por pertenencia a ETA hasta 2003, no es un novatillo de esto. No es un maestrillo de francés metido de repente a militante armado: es un líder ideológico de la facción más coherente de lo que antes llamaban MLNV, que sigue en la misma brecha de siempre. Por eso debe de estar temblando de miedo, aterrorizado vamos, al enterarse de que el Gobierno navarro (el mismo que le puso la tiza en la mano en el modelo D, como a muchos otros) le ha abierto un expediente por falta grave por abandono de su puesto de trabajo sin justificar. Uyuyuy.
El leninista Fermintxo Sánchez Agurruza mantenía contacto con militantes juveniles antes de Segi y ahora de Ernai, que no están de acuerdo con la interrupción de las acciones violentas. En su Ibil Iraultzen Bilguneak (Asamblea Revolucionaria Caminar) tratan de recuperar el espíritu movimentista de la anterior izquierda abertzale, sin renunciar a la violencia ni a la agitación social, sin fiarlo todo a la política, por mucho que la debilidad del PNV en Vitoria y del PP en Madrid –basta ver las triunfalistas e inocentes declaraciones del ministro del interior esta semana- les llenen de esperanzas. Políticamente, el partido Sortu, junto a los «arrepentidos» de Aralar, los huérfanos, numerarios o supernumerarios, de Eusko Alkartasuna, los postcomunistas de Alternatiba y otros partidos menores, están en las instituciones como EH Bildu (o como Nafarroa Bai). Socialmente, sus altavoces principales son las juventudes Ernai y el sindicato LAB. Gentes como Sánchez Agurruza y Juan Ignacio Aldana quieren más.
No sabemos cuántos son, no sabemos exactamente quiénes son, pero sí sabemos dónde están, de dónde vienen. Son unos pocos cientos, pero eso no los hace inofensivos. Son un mecanismo peligroso, con muchos filos: por un lado presionan a Bildu para que no ceda, por otro sirven a Bildu para negociar desde una posición de fuerza. Es difícil saber quién los alimenta en cada momento, pero una cosa es segura: hay más violencia moral, verbal y física en ciertos sectores abertzales juveniles. En el amplio mundo abertzale, aunque los líderes políticos oficiales no los respalden, tienen una incubadora perfecta. Grupos juveniles que combinan ocio y militancia, grupos de difusión ideológica y cultura; ahí están.
Este Gobierno se enfrenta a un posible error que no sería el primero en cometer. No se trata de pensar que Sánchez Agurruza y sus amigos sean los «malos», frente a otros terroristas que serían los «buenos». No; mientras sean enemigos de España y de los españoles, no hay diferencias. Si acaso, Sánchez Agurruza tiene la virtud de la sinceridad, y la no menos importante de haber leído, aunque parece que no entendido, a J.R.R. Tolkien. Hay muchos asesinatos y muchos dolores impunes, demasiados como para dar alegremente por cerrado el capítulo asesino del nacionalismo y comunismo vasco.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 9 de mayo de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/terrorismo-bueno-tampoco-terminado-terrorismo-135318.html