Hablando de escudos, hay más ignorantes que tontos. Que ya es decir.

Por Pascual Tamburri, 20 de mayo de 2014.

Amaiur ha pedido otra vez que se retiren los ‘símbolos franquistas’ del escudo real. Es difícil evitar cosas así si la ‘memoria histórica’ es mantenida por el PP.

Es una noticia pero no una novedad: «Amaiur insta al Gobierno a retirar los símbolos franquistas del escudo real«. Esto me recuerda a un docente (no diré profesor, por no exagerar) que confundió escandalizado el escudo de los Reyes Católicos con el de España con Franco; pese a su demostrada incompetencia profesional aún sigue dando clase (y más cosas). Y aún más recuerda a esas editoriales de libros de texto que, a la hora de reproducir la primera página de la Constitución de 1978, falsifican la imagen y suprimen el escudo nacional de entonces sustituyéndolo por uno inventado… en 1983. Pero esperaba algo más del diputado de Amaiur Rafael Larreina y de su familia espiritual. No de la política, la verdad.

El diputado de la coalición abertzale Jon Iñarritu ha preguntado oficialmente por el escudo de la Casa del Rey, formalizado en 1977 y en uso desde antes, y ha pedido que se cambie, quitando de él el yugo y las flechas. Inequívocos símbolos franquistas, pensará él cuando alude a «símbolos franquistas consecuencia directa de que éstos fueron los oficiales de la dictadura franquista«, y pensarán también muchos que hayan pasado por nuestro incomparable sistema educativo.

Veámoslo en detalle, que es un escudo sencillo y fácil de explicar en pocas palabras. El escudo de la Casa del Rey, que por cierto figuró en varias series de pesetas acuñadas, incluye diferentes elementos de la heráldica española o afín a ella. En el primer cuartel, Castilla; escudo preconstitucional, formalizado ya en el siglo XIII. En el segundo, León, escudo preconstitucional y de uso aún anterior. En el tercero, Aragón (sí, sí: las cuatro barras son de Aragón, pues Cataluña no fue nunca reino y comparte la heráldica del reino pirenaico), escudo preconstitucional; en el cuarto, Navarra, escudo preconstitucional (y cabría añadir que se trata de la bloca sobre un cuartel de gules, pues la leyenda de las cadenas de las Navas, aunque bonita, es del todo infundada). Sobre el todo, la corona real, en su forma dieciochesca, borbónica, preconstitucional. En el centro, el escusón de Anjou, óvalo de azur con bordura de gules y tres lises, signo familiar de la rama que, no sin disputas, el actual Rey aspira a encabezar, preconstitucional amén de extranjero. En la base, Granada, preconstitucional (y no faltará quien diga que, además, racista y recuerdo de una guerra poco humanitaria). En el fondo, los palos de Borgoña en cruz de San Andrés, signo preconstitucional, unido a los reyes de España desde Felipe el Hermoso por herencia de su madre María (algún ilustrado a medias dirá que es un signo carlista). Alrededor de todo, el collar del Toisón de Oro, legado igualmente borgoñón e igualmente preconstitucional, además de por supuesto extranjero de origen. Al pie, un yugo de gules y un haz de cinco flechas de gules, símbolo personal de los Reyes Católicos, unidos con nudo gordiano y alusión renacentista de Isabel y Fernando a dos historias de Alejandro Magno. También preconstitucional, sin necesidad de recurrir a su uso después por los falangistas.

Tiene razón Iñarritu, el escudo en cuestión es preconstitucional. De hecho, casi todo en toda España, también en su pequeña provincia, es preconstitucional. Más aún, en la Constitución no se habla del escudo, aunque sí por cierto de la bandera, así que puestos a preguntar y exigir habría que empezar por ahí. Pero no merece la pena. Desde la zapaterista Ley de Memoria Histórica quedan fuera de la ley todos los símbolos históricos de España que no se refieran al régimen constitucional de 1978. De momento los restos del franquismo, pero serán después todos los símbolos que no casen con el nuevo dogma. Parece que ya hemos llegado a eso: a nuestros hermanos en la fe de Amaiur les molestan los símbolos medievales y renacentistas de España. No quiero ni imaginarme que no supiesen de qué estaban hablando.

Desde José Luis Rodríguez Zapatero, en nuestro pasado no hay oficialmente más víctimas que las ocasionadas por el Alzamiento de julio de 1936 y por el régimen de Francisco Franco. El resto son, como mucho, daños colaterales. Aunque vayan siendo beatificados algunos de ellos, sin que Larreina les rece. Desde él, nuestro pasado es juzgado oficialmente desde el punto de vista del Frente Popular de 1936, buenos en la medida en que puedan ponerse en relación con los principios de aquella coalición, y si no malos. De momento el franquismo está condenado sin excepción, pero cualquier otro momento o suceso histórico será igualmente evaluado. Desde Zapatero, España abandona el discurso oficioso buenista sobre la Transición, el fin de las dos Españas, los errores de todos, la sangre inocente en los dos bandos y la reconciliación de los combatientes. Hay una verdad y una bondad oficiales, legisladas, eternamente impuestas. Por eso no es ningún escándalo que Amaiur, grupo proetarra, quiera cambiar un símbolo del Estado.

Decíamos aquí hace un tiempo que «si se cierra la basílica del Valle de los Caídos, algún día alguien pedirá que se cierre El Escorial (los franceses), la catedral de Córdoba (los musulmanes) o Santa Maria La Blanca (los judíos)», o que «alguien decida cambiar los escudos aquilinos de San Juan de los Reyes en Toledo». El problema no es del nacionalismo vasco, siempre limitado en su visión de las cosas pero en definitiva coherente consigo mismo. El problema es más general y está más arriba. ¿Y qué dirá el PP? Antes de ganar Rajoy en 2011 dijimos que «Zapatero quiere un futuro con una derecha domesticada y reducida a eterna oposición, que cuando excepcionalmente llegue al poder lo haga sin poder cambiar los pilares del régimen que ahora se define; un futuro en el que en cambio quepan la izquierda más extremista y los terroristas de ETA. Y eso, que no es en absoluto el régimen de 1978, se está definiendo a través de la memoria histórica. Hará reír a cualquier historiador honrado, y llorar a todos los demás«. Ya hemos llegado.

Va a hacer tres años que Mariano Rajoy gobierna. La pregunta de Amaiur es posible –aunque insulsa- porque el PP no ha cambiado la Memoria Histórica de Zapatero. Es legal también que Josu Juaristi, cabeza de lista de EH Bildu a las elecciones europeas, diga sin más que «tenemos que dar un golpe en la mesa que haga temblar al régimen que asienta sus cimientos en las cunetas del 36«, porque tampoco se ha cambiado la Ley de Partidos. Pero la responsabilidad no es ni de Iñarritu ni de Juaristi, que hacen lo que podemos esperar de ellos. Es de quien no lo ha hecho. Aún.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de mayo de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/hablando-escudos-ignorantes-tontos-decir-135487.html