Aislada de la nueva Europa, España se somete a la troika

Por Pascual Tamburri, 27 de mayo de 2014.

Las elecciones nos separan de Europa. España no sigue los pasos del Continente. No es cuestión de bipartidismo, sino de un europeísmo mal entendido. Que interesa a los de siempre.

Hemos pasado medio año hablando del 25 de mayo, y ya se ha pasado. 39 siglas en España, sólo un puñado con posibilidades reales de poder. Todo iba a cambiar. ¿Ha cambiado realmente? No en lo esencial, aunque sí se apuntan grandes cambios de fondo en los que España no participa. En las europeas de 2009 hubo como en éstas 54 escaños en juego para España repartidos entre seis partidos, y con un peso mayoritario de dos: PP 24, PSOE 23. Ahora son diez. El gran temor, o la gran esperanza, era que en 2014 se rompiese el bipartidismo. Pero en realidad ni eso ha sucedido del todo ni era lo más importante que podía suceder.

1) El bipartidismo sigue…

El verdadero miedo de la casta política, de la oligarquía profesional ligada a los poderes reales –financieros y otros-, no era el fin del bipartidismo. Es verdad, en gran medida y en las cuestiones esenciales PP y PSOE defienden lo mismo y están de acuerdo, sobre todo desde la actual y total deriva arriolista del PP: son partidos con una ideología materialista, economicista, ajena a todo patriotismo y a todo sentido comunitario, vacunados contra toda visión espiritual de las cosas, profesionales de esto y defensores de la sumisión a Bruselas y de que en Bruselas se tomen decisiones por encima de la independencia nacional en lo político, en lo social, en lo económico y en lo cultural. Esa comunión de no-ideales explica la decepción de sus votantes, la abstención de éstos y el descenso de las siglas. Pero ni eso es el fin del bipartidismo ni es un cambio decisivo.

2) Los principios del bipartidismo siguen predominando, sin alternativa aquí

La clave de por qué esto es así nos la daba en parte Ana I. Martín aquí mismo hace unos días. Todas las fuerzas que en España se han presentado y visto como alternativas al bipartidismo comparten los principios básicos de los dos grandes partidos. Por ejemplo, UPyD; para Rosa Díez «cuanto mejor les vaya al PP y al PSOE peor les irá a formaciones como UPyD e IU». Pero UPyD no es alternativo en lo esencial, no sólo Díez viene del PSOE y de colaborar con el nacionalismo antiespañol, sino que Maite Pagazaurtundúa, la segunda de la lista, fue dirigente del PSOE vasco y el tercero de la candidatura, Fernando Maura, del PP vasco. Como UPyD, por origen y por programa, todos los partidos españoles con opción a una representación en Europa ven el grueso de las cosas como los grandes partidos de los que dicen ser enemigos.

¿O es que el comunismo de IU va a ser menos materialista y economicista que el capitalismo y la socialdemocracia imperantes? ¿Va a dar lecciones de respeto el partido del Gulag al partido de la troika? ¿Alguien será más progre que Podemos? ¿Alguien da argumentos no económicos o de conveniencia contra los secesionismos en España? ¿Alguien está dispuesto a usar contra ellos todos los medios de la Constitución? ¿Alguien va a poner fuera de la ley el negocio del aborto o va a dar libertad al campo, a la escuela y a la cultura españolas? Etiquetas aparte y catalanismo aparte, ¿el modelo social y moral de ERC es muy distinto del PSOE, el de CiU y el PNV muy distinto del PP, el soviético de IU muy diferente del de los etarras batasunos con su sigla de turno? Pues no: están del mismo lado, y con o sin bipartidismo están de acuerdo en muchas cosas esenciales.

3) En Europa, pero no en España, sí hay una crisis de los valores de los grandes partidos

En cambio, en Europa sí está sucediendo algo que no ha llegado a España. Ha llegado a Portugal, con el PNR, o al austriaco FPÖ; a Nigel Farage con su euroescéptico y tan entrañablemente imperial UKIP. Uno de cada cinco escaños europeos, que son bastantes más votos porque el sistema electoral sigue favoreciendo a los oficialistas, piden salir de la UE y del euro o al menos no avanzar en esa dirección. Es lo que llaman euroescepticismo, populismo, aventurerismo, un conjunto muy heterogéneo de partidos y movimientos que piden menos peso de esta Europa (y suelen señalar además que la Europa oficialista no es la única posible), incluyendo también el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia y contra él la Liga, los herederos de AN y un ambiente general de descontento, la formación comunista Syriza de Alexis Tsipras y frente a ellos Amanecer Dorado en Grecia, Geert Wijlders, Sverigedemokraterna, el Danske Folkeparti, Alternative für Deutschland, el Vlaams Belang, los Perussuomalaise, el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik) y sus amigos/rivales de Fidesz, y otros letones o checos.

Sobre todo, han sido las elecciones del Frente Nacional de Marine Le Pen: «Sí a Francia. No a Bruselas«. Una expresión entre muchas del nuevo populismo, nacionalismo, euroescepticismo transversal que triunfa de muchos modos en muchos países, contradictorio, no clasificable, pero presente. Hay una Europa que culpa a la Unión Europea y a los grandes partidos de todos los males: corrupción, déficit democrático, paro masivo, decrecimiento, cero porvenir para los jóvenes, finanzas en manos de una casta internacionalista y de un euro antipopular, invasión de inmigrantes, excesos de las finanzas por un lado y del estado-mamá por otro, separatismos regionales, desindustrialización, sumisión a Alemania, a los corruptos líderes del Golfo, a los Estados Unidos y a los «tecnócratas y burócratas». A muchos les ha ido bien. Están fuera del juego de los grandes y de sus pequeños sumisos. A Le Pen hija le ha ido aún mejor.

Y 4) a España no ha llegado el cambio europeo

España, sencillamente, no es así. No hay un partido español en esa onda. Los partidos contrarios al bipartidismo, los que han tendido cierto éxito y los que han fracasado ahora, compartían en general lo esencial. Y los grupitos que decían no compartirlo han demostrado una vez más ser incapaces de la política real, preferir ser sectas y tribus al margen de la realidad nacional y popular, capillitas onanistas satisfechas de su miseria y de su aislamiento, desconectadas de lo que pasa en Europa y en la España profunda, aunque a veces hablen demasiado de ella en vano.

El verdadero descontento de fondo, el que había y hay no contra PP y PSOE sino contra los principios básicos de éstos y de los otros que nos han traído hasta esta situación, se ha expresado en la abstención masiva. Que es la que ha ganado las elecciones y la que ha ocupado en España el papel que en otros países han llenado siglas de muy diverso signo realmente euroescépticas y defensoras de una Europa de verdad diferente. Una nueva Europa en la que, para agrado de los grandes partidos y de sus actuales séquitos y para satisfacción de miopes, España no participa.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de mayo de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/aislada-nueva-europa-espana-somete-troika-135604.html