Por Pascual Tamburri, 2 de junio de 2014.
La abdicación de Juan Carlos I, en el último momento, trata de salvar su dinastía en España. Tras tres siglos convulsos, el nuevo rey tiene muchos problemas, y un legado.
Durante cinco décadas España ha disfrutado de una empalagosa leyenda blanca a propósito de don Juan Carlos de Borbón y su familia. La versión dorada elaborada durante el franquismo no sólo no ha muerto sino que se ha convertido en mito o a punto a estado de convertirse. Para dos generaciones enteras de españoles, lo correcto era atribuir al Rey todo lo que de bueno hubiese en la convivencia nacional, incluyendo de un modo borroso su propia legitimidad. Eso ha terminado.
Ha terminado no porque el niño nacido en Roma en 1938 haya abdicado, sino porque antes de hacerlo ha cometido muchos errores que han terminado con el equívoco. Juan Carlos I ha reinado, antes que para bien de España, para bien de sí mismo, de su corte y de sus próximos, ha disfrutado de la vida, ha hecho buenos negocios, ha cultivado amistades. Ha hecho muchas cosas que en los últimos siglos su familia ha solido hacer, y que por eso él no estaba en posición moral de decir a parte de su propia familia de hoy que no hiciese. Y los españoles lo han contemplado en medio de una espantosa crisis.
Nieto, biznieto y tataranieto de reyes, Juan Carlos I no ha sido hijo de rey. Don Juan, conde de Barcelona, no nació para reinar. Sólo la discutible renuncia de sus dos hermanos mayores –el príncipe de Asturias y el infante don Jaime– le colocó en la poco envidiable posición de ser heredero de Alfonso XIII, herencia que nunca llegó a concretarse. Don Juan, además, rodeado de una camarilla no siempre ejemplar, no supo preparar el regreso de la Corona a España.
Don Juan Carlos fue formado en su adolescencia según voluntad de Franco para poder ser designado conforme a las Leyes Fundamentales del franquismo. El hasta ahora Rey no lo ha sido por razones dinásticas –lo habrían sido los Borbón-Dampierre-, ni como heredero de su padre –que en todo caso le precedía. Formado en las Academias militares, casado en 1961 con la princesa Sofía de Grecia y con un heredero varón desde 1968 –el nuevo Rey- fue nombrado por Francisco Franco sucesor en la Jefatura del Estado, con el título de Príncipe de España en la sesión de Cortes celebrada el 22 de julio de 1969. Franco acertó entonces con algo que se introdujo en su discurso, que la nueva monarquía «nada debía al pasado». Era la simple verdad: se lo debía todo a él mismo, desde su existencia a su representante. Don Felipe, que ya entonces vivía, reina cono continuador de aquellas nuevas instituciones y no en virtud de unos borrosos derechos que su bisabuelo abandonó y que su abuelo no supo hacer efectivos. Como mucho, a don Juan se le debería un respeto como símbolo.
Probablemente con las décadas valoremos mejor si a don Juan Carlos se le debe incluso eso. España ha cambiado mucho en 39 años de reinado, pero no es muy seguro que el conjunto de los cambios sean a mejor. No se ha solucionado la cuestión territorial, que aparece más grave y a la vez más cara en virtud de cuatro décadas de concesiones que nada han arreglado. Si es por corrupción y corruptelas, más que nunca. Los trabajadores podrán tener más derechos sobre el papel, pero no ejercen el principal, el de trabajar, en un porcentaje escandaloso. La división entre españoles, que pareció saldada, se ha reabierto con fuerza insospechada, por cierto con una ley que Juan Carlos I firmó sin titubear, como muchas otras de mayor alcance como la del aborto. Así que en eso se equivocó Franco: «Todo queda atado y bien atado», dijo; y no era así: todo quedó temporalmente apañado, nunca solucionado por un Borbón en el peor sentido, don Juan Carlos, y ahora en manos de don Felipe. Que debe a su padre muchos dolores de cabeza por venir, no el menor una Ley sucesoria perezosamente sin cambiar que si se adapta a doña Leonor puede haber quien la pida para doña Elena (y por ende para don Froilán).
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de junio de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/felipe-debera-nada-abuelo-poco–135756.html