Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de junio de 2014.
No hay divorcio amistoso. Si el nacionalismo sigue adelante con su proyecto, España se ve abocada a la ruina y la destrucción. Cataluña más que nadie.
Alfred Bosch. Como amigos. La independencia de Cataluña interesa a los españoles. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2014. 176 p.. 14,50 €. Ebook 8,99 €.
Ramón Tamames. ¿Adónde vas, Cataluña? Cómo salir del laberinto independentista. Prólogo del autor. Península – Atalaya, Barcelona, 2014, 424 p.. 18,90 €.
Defender bien una mala idea es una cosa, no por lamentable menos digna de respeto. Ahora bien, si además se emplean argumentos malos, manidos y falaces en defensa de una idea mala y mal cimentada el desastre es total. Lo que no impide por cierto que pueda triunfar. En el caso de la España de 2014 estamos viendo las peores combinaciones imaginables de elementos al respecto: tenemos malas defensas de la destrucción de España, basadas en cálculos económicos, y otras aún peores con pretendido fundamento en un relato histórico de personas que no debieron aprobar el viejo Bachillerato ni han debido leer a Jesús Laínz en este 2014.
Poniéndonos en lo opuesto, tenemos defensas de la unidad nacional pretendidamente basadas en la conveniencia económica y mercantil de esa unidad… como si la historia universal del patriotismo no estuviese llena de pueblos enteros dispuestos a vivir peor con tal de vivir libres. En fin, las miserias intelectuales y morales del siglo XXI a uno y otro lado. Aunque no a los dos por igual.
Dos supuestos garantes de la unidad nacional española, el Presidente del Congreso de los Diputados Jesús Posada y la portavoz de UPyD Rosa Díez, presentaron a comienzos de mayo de 2014 el libro de Alfred Bosch Como amigos. La independencia de Cataluña interesa a los españoles. Y lo hicieron, naturalmente, en el Congreso. Creo que ahí sigue latente un equívoco mal resuelto desde la Transición. Porque una cosa es que ERC, mientras no viole la Ley, sea legal, y otra muy diferente que las instituciones del Estado puedan o deban ganarse la etiqueta de «tolerantes» a costa de hacer propaganda gratis a los enemigos de la existencia de España. Eso sí, hay que reconocer que el librito es una joya en su género, porque retrata despiadadamente a la generación que lo ha producido y que lo lee. Fíjense ustedes en el sofisma central: «La independencia de Cataluña es inevitable e irreversible, porque la gente lo quiere; lo único que podemos decidir es cómo se produce. Si hacemos caso de Adam Smith, la libertad nacional de Cataluña multiplicará y estimulará el libre comercio con España. La emancipación de Cataluña es la mejor oportunidad para los españoles de reaccionar y activar una segunda transición. Aplastar la voluntad mayoritaria de los catalanes degradaría y ahogaría a la democracia española«. Así que la idea que se argumenta es esta: que una república catalana independiente conviene a todos los españoles, aparte de argumentos jurídicos e históricos que ERC no maneja mucho más allá de la propaganda onanista, sobre todo por razones económicas, que con ellos controlando un Estado todos seríamos más ricos y por ende más felices. Al menos según parámetros liberal-socialistas.
Cataluña perdería… aunque ésa no es la cuestión
En 1976, el entonces indiscutible economista Ramón Tamames –formado en el aparato del franquismo y dirigente del PCE- escribió ¿Adónde vas, España?, un libro en el que examinaba el futuro de España. En este caso, y tras haber contribuido no poco a idear el estado semisocialista que vivimos en el postfranquismo, Tamames medita por escrito «si realmente la secesión que algunos plantean en el antiguo Principado es conveniente para sus propios ciudadanos y para el resto de los españoles«. Y su conclusión técnica, como economista, es implacable.
Frente a los argumentos independentistas, Tamames ve que sólo conservando la unidad Cataluña conservaría toda su capacidad de crecimiento, y del mismo modo España. Su razonamiento, muy de nuestro tiempo, es meridiano: a más división más pobreza; nuestro mundo camina hacia la unificación y el fin de barreras, y así no tendría sentido construir otras. Por tanto, no hay división que le valga.
Más claro aún que el empobrecimiento derivado del independentismo es que a la secesión sólo se llegará con violencia, y esa también tendrá un precio. Pero no olvidemos algo que nuestros políticos desdeñan: por cara que sea una construcción nacional, cuando un pueblo llega a convencerse de la necesidad de un paso así, además de importar poco lo engañosos que estén siendo los pretendidos argumentos previos, las cosas se hacen. No es cuestión de intereses, con intereses mueves oligarcas pero no gente de la calle. Diga lo que quiera Bosch, matice lo que quiera Duran, si siguen así lo veremos, como siempre lo ha anunciado el nacionalismo.
El nacionalismo no es cuestión de amor, tolerancia ni comprensión, es un ejercicio de odio puro, como decía uno de los fundadores de ERC, Ventura Gassol, al resumir su ideario en «nuestro odio contra la vil España es gigantesco, loco, grande y sublime. Hasta odiamos el nombre, el grito y la memoria, sus tradiciones y su sucia historia«. Odio, y en su apoyo ignorancia. En esa batalla no habrá buenismo populista que valga: si se empieza, sea cual sea su resultado, sólo puede acabar mal, y nadie aún ha demostrado que los errores catalanistas anteriores no se estén repitiendo. O empeorando.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de junio de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/habra-independencia-pacifica-aunque-duran-prefiera-enganarse-135966.htm