Por Pascual Tamburri, 20 de junio de 2014.
Juan Carlos I dispuso de intelectuales de primera fila en su formación, como José María Pemán. No parece haberle aprovechado. Ahora está por ver la hondura de la preparación de Felipe VI.
Una nación diferente. Para algunos, España no es ni siquiera «una más», porque los mismos que la limitan a una identidad frágil, reciente y dependiente de volubles mayorías exhiben al menos en apariencia enorme respeto por la nación francesa, por la británica a veces, por la italiana raramente y por la alemana siempre que sea una falsa recién nacida. Niegan cualquier consideración a España, que es una comunidad humana anterior a la idea de nación y no digamos a la de Estado, y la exigen para otras. Para la verdad oficial, política y académica, España casi no es, o directamente no es más que una casualidad, pero en cambio ay de quien explique las debilidad intelectual y moral del nacionalismo catalán o del vasco, e incluso de regionalismos aún más miopes.
Sí que ha habido, y sigue habiendo más que esporádicamente, visiones de conjunto de la historia de España. En lo académico, ambicioso fue el proyecto de Menéndez Pidal, aún útil el manual de Luis García de Valdeavellano, en medio de una generación no por olvidada menos brillante, y nunca podremos dejar de recurrir a la interpretación de conjunto de don Claudio Sánchez Albornoz, curiosamente tan poco leído y menos entendido por quienes hoy se dicen cercanos a sus ideas políticas. ¡Cuántos republicanos de 2014 dejarían de serlo leyendo a este militante republicano! Indudablemente ha habido visiones sesgadas por la militancia de su autor (pero es difícil negar solidez científica de alguien tan devoto de Juan Carlos I y de Francisco Franco como Luis Suárez Fernández por su condición de católico o por su devoción a Israel). Sucesivas generaciones de historiadores y de divulgadores han seguido en la misma brecha: con información renovada, con distintos puntos de vista, a distintos niveles de profundidad, se han escrito más y más historias e interpretaciones e conjunto de España. Antes de la abdicación, y sólo a vuelapluma, el mismo Luis Suárez, En los orígenes de España, Mitos y realidades, Ariel; para Almuzara, Fernando Jáuregui ha coordinado La España que necesitamos, o el Informe sobre España de Santiago Muñoz Machado en Crítica, por ejemplo.
Intelectual de a bordo. Juan Carlos I tuvo el privilegio de madurar teniendo a su lado narraciones e interpretaciones de España tan influyentes y prestigiosas como la de don José María Pemán, La Historia de España contada con sencillez. Pemán fue uno de los grandes divulgadores del siglo XX, entre otras cosas. En las antípodas ideológicas de Sánchez Albornoz, ambos compartieron la idea de que España es el resultado de Roma, la cristiandad, los visigodos, la reconquista y la España imperial; y España tampoco se terminaría de entender si el Descubrimiento o sin la Hispanidad. Pemán, por supuesto, entendió la historia de España como «una perpetua lucha por defender la civilización de Roma, católica y autoritaria«; pero aunque las palabras sean otras, las ideas son esencialmente las mismas de don Claudio. ¿Han formado a Felipe VI en esta idea de España, o en la mediocridad que hemos dado en imponer en las aulas de la progresía?
Ni España ni su actual realeza pueden permitirse ni un día más una visión sesgada o progre de la historia de la nación. Justo ahora unos recurren a lo que llaman historia para legitimar los desaguisados de la familia real y justo ahora otros creen que el pasado autoriza a mentir, a robar, a malgobernar o a censurar. Esa obligación «política y moral» de conocer la historia de España para hablar de ella, ¿la cumplen los nuevos Reyes? ¿La cumplen los políticos? ¿Los periodistas que opinan de estas cosas? ¿Todos los profesores y maestros del sector? Y cuando la cumplen, ¿la hacen respetando lo que conocemos de la verdad histórica o puramente al servicio de sus intereses de hoy o de Podemos? Pemán, discutible e interpretable, llevó su visión de las cosas al alcance de todos los españoles y se la quiso enseñar al Rey. Y eso es bueno para los que tienen que enseñar, los que tienen que pensar, los que tienen que gobernar y simplemente los que tienen que vivir en España.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de junio de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/nuevo-para-espana-eterna–136097.html