Por Pascual Tamburri, 4 de julio de 2014.
El Tribunal Constitucional anula un privilegio fiscal nacido del Convenio Económico de Navarra. Y a la vez la Hacienda de Navarra beneficia a Osasuna que no paga sus deudas.
Dos noticias han llevado a Navarra a los telediarios incluso antes de San Fermín. Dos noticias cargadas de dinero y de simbolismo a la vez. Y dos noticias que se prestan, serenamente, a su manipulación. Una manipulación que ya está en curso y en la que confluyen muchos intereses.
La primera sería en cualquier parte de España una noticia deportiva. En Navarra es una noticia casi política y desde luego espinosa. Tras una campaña lamentable, con una gestión ruinosa, y recurriendo a apoyos y jugadores por lo menos polémicos, el Club Atlético Osasuna descendió de la Primera a la Segunda División de Fútbol. Nada extraordinario, ni novedoso. Y no porque no se les advirtiese, aunque les molestase leer la verdad.
Pero lo que ha sido noticia es la situación financiera, administrativa y fiscal del citado club de fútbol. Tiene una gran deuda. Ha gastado mucho más de lo que ha ingresado. Y lleva mucho sin pagar ni sus impuestos a Hacienda ni su contribución a la Seguridad Social. Osasuna no está mal tras haber cumplido sus deberes, sino por no haberlos cumplido.
¿Y si Osasuna no paga sus deudas ni 50 ó 100 millones de euros de impuestos atrasados, qué se hace? Una empresa de volumen similar en situación similar estaría ya intervenida y embargada. Y nadie pensaría en hacerle un regalo, es decir en dejar que incumpla sus deberes o fingir que los cumple en condiciones excepcionalmente favorables (sin embargos, sin recargos y con pagos aplazados a 50 años, ¿y por qué no a 100, ya total?). Pero es Osasuna, y Navarra, en ejercicio de su autonomía fiscal, no tratará al club como si fuese otra empresa.
Curiosamente, desde partes de la política y de la sociedad ha habido feroces ataques a los técnicos de Hacienda por hacer su trabajo, es decir por descubrir la gravedad de las deudas e incumplimientos de Osasuna. En la práctica, se ha pedido por «patriotismo foral» un trato de favor al descendido y endeudado club de fútbol, y lo han pedido asociaciones, partidos y personas que si una empresa estuviese en una situación la mitad de mala pedirían implacable dureza, aunque tuviese más empleados que Osasuna. Ojo, ojo: y ese trato cariñoso a Osasuna lo apoyan grupos que hace poco pedían la cabeza de la consejera de Hacienda, Goicoechea, por trato de favor a empresas que se demostró inexistente, y que claman a la vez contra acuerdos con los Maristas, los Salesianos o la Unav y a favor de mimos alegales a ikastolas fracasadas.
¿La Ley es igual para todos? Supuestamente, sí en esta democracia. Ahora bien, si es así, ¿por qué no se ha actuado con Osasuna como con cualquier otro contribuyente incumplidor y endeudado? Se imaginan ustedes que se cambiase la Ley a medida de la conveniencia de cada deudor fiscal: pues ahora que la presidenta Yolanda Barcina acaba de anunciar que puede hacerse para Osasuna («el Gobierno trabajará en función de nuestra legislación… Si hay que hacer cualquier modificación, la llevaremos al Parlamento, en esa relación de conseguir lo mejor para Osasuna, porque eso será lo mejor para Navarra…») tendrán que hacerlo para cada uno, o reconocer que no hay igualdad ante la Ley, «dentro de nuestra autonomía foral» .
Y ahí va la segunda noticia fiscal. Esa gestión del caso Osasuna es la que hace un poquito indignante, y poco sanferminera, la manera en la que se ha contado a los navarros la sentencia del Tribunal Constitucional por la que se ha anulado la ley foral de energía eléctrica. Todos, todos o casi todos, abertzales y navarreros, burgueses y comunistas, izquierdas y derechas, han coincidido en estar indignados con la sentencia que obliga a los productores navarros de energía a pagar los mismos impuestos que el resto de españoles. El presidente de la Cámara Navarra de Comercio, Javier Taberna, dice que «es un ataque frontal a la autonomía fiscal navarra», pero gente de todos los pelajes está con él. Han hablado de «la esencia de los fueros navarros», de autonomía conculcada, de insulto, de ataque, del difunto Germán Gamazo, de «la naturaleza navarra atacada».
O sea, que para según quién, a) la esencia de Navarra es su Hacienda, b) Hacienda debe cobrar impuestos para que luego los políticos puedan hacer regalos a clubes deportivos fracasados, si quieren, y a inversores en actividades no rentables, si les caen bien. Los fueros navarros, señores, fueron algo bien distinto de esto, aunque ustedes no sepan demasiado de ello.
En Eibar, tras una campaña triunfal su club de fútbol ha subido a Primera. Y necesitaba más dinero. ¿Qué han hecho? Han abierto una suscripción entre socios y aficionados y lo han juntado, sin privilegios. ¿Los dos mil socios de Osasuna tienen derecho a que seiscientos mil navarros paguen con sus impuestos la torpeza de sus gestores? ¿El derecho a no pagar impuestos, según quién uno sea y a criterio de los políticos provincianos, eso es la «foralidad conculcada«? Defender Navarra y llenarse la boca de grandes palabras para luego usar esos poderes en beneficio de un club es al menos contradictorio. Creo que Navarra es un poco más que lo que toda esta gente está mostrando en público. Menos mal que llega San Fermín y se olvidará la imagen de privilegiados que están dando estos días.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 4 de julio de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/pagar-impuestos-derecho-segun-quien-seas-136375.html