Por Pascual Tamburri, 25 de julio de 2014.
Quizá Putin está detrás de la caída del avión español de Swiftair en Mali. ¿Por qué no? Las guerras de 2014 son según las cuentan los medios y los políticos. La verdad importa a pocos.
En medio de tantas noticias, nada nos extraña. Imaginemos que un avión de pasajeros, civil y privado, sobrevuela una zona en conflicto. Una región con facciones guerrilleras, nacionalistas, religiosas o mercantiles, en la que la Ley del supuesto Estado soberano no impera. Supongamos que además las facciones son múltiples, y que tanto los supuestos rebeldes como las Fuerzas Armadas del Estado, y las de los Estados cercanos e interesados en la zona, disponen de armas capaces de derribar el avión. ¿Sabremos alguna vez seriamente qué ha sucedido?
Los rebeldes –patriotas y justicieros para unos, criminales para otros- pueden haber derribado el avión para demostrar su fuerza y su determinación; o por error, si han utilizado mal sus recursos y han confundido el aparato con uno enemigo. El Ejército local puede haber derribado el avión, creyéndolo rebelde o al servicio de los rebeldes; o por error; o para atribuir el derribo y las muertes a sus enemigos, y ganar así apoyo internacional y mediático. Las Fuerzas Armadas colindantes han podido derribar el avión por error; o por creerlo al servicio de un Estado o de una facción enemigos. Y las fuerzas presentes, oficial u oficiosamente, de Estados lejanos pero influyentes e interesados, han podido derribarlo para mostrar su potencia, o por error, o para descalificar a una facción a un Estado enemigos.
Todo esto, por supuesto, además de la posibilidad de que el avión cayese por errores humanos, o mecánicos, o por circunstancias meteorológicas.
En un mundo ideal, habría una maravillosa investigación neutral que descubriría qué ha sucedido, y cuál de las opciones la más verosímil. En un mundo ideal, tanto los políticos como los comunicadores esperarían a esa investigación antes de dar o quitar culpas, y aceptarían la investigación fuese o no de su gusto. En un mundo ideal, nadie pensaría en acusar o en absolver a nadie por su conveniencia política y propagandística. Pero el mundo de Barack Obama, Vladimir Putin y François Hollande no es ideal. Y Ucrania no es Mali.
Los periódicos, las agencias y los políticos que dicen una cosa en el caso del derribo del Boeing 777 que realizaba el vuelo MH17 de Ámsterdam a Kuala Lumpur, de Air Malaysia, sobre la región de Donetsk, han sido capaces de decir exactamente lo contrario y con argumentos opuestos en el caso del vuelo AH-5017 de Swiftair sobre el Sahel, cerca de la mítica Tombuctú. Dos enormes regiones sin Estado, objeto de enfrentamientos geopolíticos, en manos de grupos locales armados y donde militares de países cercanos y lejanos circulan todos los días. Dos regiones sin control aéreo eficaz, con más agentes que radares. Dos regiones ricas en armas y en opciones. Dos casos que, vergonzosamente, no han merecido el mismo trato por parte de países, políticos, periodistas y opinadores.
El avión MD83 de la compañía española volaba con 6 tripulantes españoles y 113 pasajeros sobre todo franceses, de Ouagadougou a Argel. Viajaba sobre varios países en guerra civil, como Mali, o al borde de tal como Mali, al servicio de un país con gran tensión interna como Argelia, en una zona cerca de la que Francia tiene desplegado su Ejército y sobre amplias regiones del Sahel que están en manos de grupos en rebelión integrista musulmana, o étnica, o simplemente controlados por traficantes de productos químicos y de personas hacia Europa. Y además, por no sólo, un día de tormenta de arena. Y de intereses.
Ucrania dispone de lanzamisiles SA.-11, además de Rusia obviamente –que los fabrica- y puede que los rebeldes del Donbass también, aunque esto no es seguro. Con certeza, en la zona de la caída la Ucrania del presidente Petro Poroshenko los tenía, el resto está por ver. Nadie sabe qué tiene los yihadistas del norte de Mali, pero probablemente no luchan con palos y piedras. ¿Hay agentes rusos en la zona rebelde de Ucrania? También los hay de la CIA norteamericana, y de varios agentes de la OTAN, por propio reconocimiento. Y tanto franceses como saudíes en el Sahel. ¿Se acercan al Donbass cazas rusos? Sí, y Mirage 2000 franceses por todo el Sahel. ¿Servirá el avión malasio para justificar una intervención con apoyo de la OTAN en lo que era Ucrania oriental? ¿No servirá el avión hispano-argelino para legitimar una intervención de la ONU o de la OTAN en el Sahara y el Sahel?
Lo realmente escandaloso no son los cientos de muertos, accidentales o no. Lo repugnante es, concretamente en España, cómo los que cobran por opinar, debatir y asistir a tertulias, y los políticos ¡incluso aquellos con cargos al servicio del Estado! de la mano de sus medios de referencia y siguiendo las consignas de sus partidos, han sido capaces con una semana de distancia de hablar, opinar y actuar de maneras completamente diferentes en casos que no eran completamente diferentes. O al menos no lo eran sin estudiarlos, cosa que no han hecho. No es un país independiente, y no deja de ser un continente colonizado y comprado.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de julio de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/aviones-perdidos-crimenes-culpables-guerras-ejercitos-136726.html