Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de julio de 2014.
Muchas guerras están empezando o no terminan. La guerra se combate con mentiras, se vence con información y da lugar a la mejor literatura, de Evelyn Waugh a John Le Carré.
Evelyn Waugh. ¡Noticia bomba!. Traducción de Antonio Mauri. Editorial Anagrama – La conjura de la risa, Barcelona, 2014. 288 p.. 9,90 €. Ebook 8,99 €.
John Le Carré. Una verdad delicada. Traducción de Carlos Milla Soler. RHM Plaza & Janés, Barcelona, 2013. 368 p.. 22,90 €. De Bolsillo 6,95 €. Ebook 4,99 €.
Cuando los medios de comunicación cuentan las guerras que suceden o que se avecinan, muy a menudo el héroe es el informador, el periodista, el reportero. El portador de la verdad, el difusor del derecho supuestamente universal a la información, a saber y a conocer, se impone incluso sobre los personajes políticos y militares y sobre la misma población afectada. Lo estamos viendo ahora mismo, con diferentes matices, en el Donbass de Ucrania, en Siria y en Irak. Y en realidad, demasiadas veces, resulta que en nombre de la información, de la verdad y de la opinión pública se comenten atrocidades, se difunden noticas manipuladas y falsas y se crean otras víctimas, que lo son de las noticias y no de los disparos.
Lo que nos ofrecen ahora algunas editoriales a través de sus novedades literarias es la oportunidad de valorar lo que hoy sería polémico entrar a discutir. ¿Sabremos alguna vez quién y por qué derribó un avión malasio sobre suelo ucraniano? Cui prodest? Algún medio nos ha informado de verdad de un modo rigurosamente imparcial? ¿Quiénes son los buenos y los malos en Siria? ¿Quién apoya a quién y por qué en Irak ahora? Situaciones similares han existido desde que los medios de comunicación, los servicios de espionaje, la propaganda y la guerra se han unido, y al menos dos libre recientemente publicados nos recuerdan todas las miserias del oficio. Con dolor, pero también con alguna sonrisa amarga.
Evelyn Waugh, más conocido en la vieja clase dirigente inglesa que entre los lectores españoles de 2014, fue uno de los grandes novelistas del siglo XX, y se distinguió por llevar a la ficción, con una ironía totalmente británica, la decadencia y la caída del Imperio en los años centrales del siglo. Siendo un conservador y un patriota, era también un escéptico y un punto pesimista, pero en vez de entregarse a los lamentos supo encauzar todo un género literario hacia la risa, la sonrisa y la diversión.
¡Noticia bomba! es toda una exhibición del mejor Evelyn Waugh. Cronológicamente se sitúa antes de su trilogía de despiadado humor sobre la Segunda Guerra Mundial, cuando desde uno de los grandes periódicos de Londres se envía por error o casi por azar como corresponsal de guerra a África al profesional más inconcebible. Toda la novela, que es una crítica a la guerra en sí misma, a la postura británica, a la intervención partidista de la prensa y a la presunción de los comunicadores, es una sucesión de episodios encadenados a cada cual más desternillante… si uno los entiende. Porque el único ´pero´ que cabe poner a esta novedad de Anagrama es que, no considerando los resultados de la aplicación progresista de la ESO, requiere cierta cultura, cierta educación y cierto sentido del humor.
Si uno es capaz de ponerse a la altura de Waugh va a reírse, aunque quizá también lo pase mal, porque va a ver cómo los medios se consideran por encima de la realidad, cómo el negocio y sus rutinas desprecian lo que sucede, cómo verdad y mentira no importan no sólo como resultado de los intereses políticos sino, en esta modernidad, por efecto de intereses mercantiles. Va a ver, en suma, cómo en los años 30 Waugh elegantemente criticó a los medios y a la diplomacia de su país, culpables de falsificar y tratar de utilizar la guerra hasta el ridículo, y cómo de hecho –aunque sin nombrarla- en la querella de Etiopía se jugaron y perdieron, sólo con palabras, su propio Imperio 10 años después. ¿Qué imperios, qué verdades y qué mentiras vemos ahora en juego con todo lo que leemos y vemos, y no terminamos de creer, en Ucrania o en Siria? Mejor entenderlo todo con una sonrisa…
Cómo nos cuentan lo que pasa, aún hoy. ¿Verdades o conveniencias?
John Le Carré ha tenido la suerte que quizá ha faltado en estas tres últimas décadas a Waugh, y es que ha sido conocido e idolatrado por el gran público occidental. De hecho, puede ser considerado el líder de su generación de escritores de novela negra, de trasfondo político, diplomático, bélico y matices históricos. Pero la verdad es que en Una verdad delicada que nos ofrece ahora Plaza & Janés va un paso más allá: aparte de un texto bien escrito y agradable de leer, también como resultado de una buena traducción, no sólo nos ofrece una excelente obra literaria sino que se mete de lleno en uno de los grandes problemas políticos de nuestros días.
Y es que si Evelyn Waugh nos habla de la verdad y la mentira, los medios, los negocios y los servicios de información en una década ya lejana y con una coraza de ironía, John Le Carré, aunque como es su estilo no prescinde de la ironía, se lanza a una cuestión tan actual como puede ser la manipulación de la verdad por los políticos, la violación, oculta o no, real o no, de las leyes nacionales e internacionales por los agentes de los Gobiernos, y la difícil conjunción de la lealtad al Estado y del respeto a la justicia.
La verdad puede ser, muy a menudo, delicada. Ante todo, puede ser muy difícil conocerla (y estoy dicho en un país en el que aún se debate la muerte de Prim y no se sabe en serio quién y cómo mató al almirante Carrero); luego, puede ser molesta para unos, otros o todos; finalmente, puede que prefieran enterrarla aunque tenga que ser acompañada de algún cadáver más. Esto, que es normal en política y en información, es a la vez algo que los políticos niegan y negarán siempre como parte de su imagen.
Podemos llamarlo hipocresía. Lo es, en democracia. Podemos llamarlo delito. Lo es, si suponemos que hay unas leyes internacionales y así. Pero es una realidad, y John Le Carré con ella nos refleja la verdad y a la vez nos atrapa en una narrativa de la mayor calidad. Pero muy poco cómica, eso sí.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de julio de 2014, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/guerra-siempre-mentiras-siempre-dolor-veces-sonrisa-136705.htm