Por Pascual Tamburri, 25 de agosto de 2014.
Rajoy quiere dar los Ayuntamientos al candidato más votado. No es la primera vez que el PP lo propone, ni que la izquierda lo rechaza. ¿Debe gobernar la fuerza más votada?
El Partido Popular propuso en primavera y relanzará en otoño al PSOE una propuesta de gran importancia política. Con el trasfondo de los resultados electorales de mayo de 2015 en los Ayuntamientos y Comunidades, el partido de Mariano Rajoy ha ofrecido al de Pedro Sánchez que se respete la voluntad de los ciudadanos y forme gobierno en cada caso quien encabece la lista más votada. Esta idea, que no es nueva en España, se suscita por la difícil situación de muchas instituciones y por un debate sobre la naturaleza de nuestra democracia.
España tiene un sistema electoral proporcional, que difícilmente permite formar mayorías absolutas donde concurren más de dos partidos políticos. Esa decisión se tomó al redactar la Constitución y obedece a las circunstancias de la Transición, hace cuatro décadas. Salvo que un pacto entre caballeros haga que se respeten las mayorías relativas, los acuerdos entre partidos pueden hacer que el candidato más votado por los ciudadanos no gobierne, y que partidos menores tengan un poder decisivo. El PP dice quiere terminar con esa situación. Claro que caballeros, lo que se dice caballeros, no hay muchos ni en la política ni en los grandes negocios españoles.
Desde 1979, la izquierda ha recurrido a pactos entre minorías para cerrar el paso a mayorías de centroderecha; se hizo desde 1979 en el mismo Ayuntamiento de Madrid, que Enrique Tierno Galván alcanzó con el apoyo del Partido Comunista de España y después de haber perdido las elecciones, y se ha hecho muchas otras veces. También el centroderecha lo ha hecho ocasionalmente, y no cabe duda de que se trata de una práctica legal, plenamente legitimada entre nosotros. El problema de legitimidad se suscita en un sentido más amplio que el de una coyuntura electoral.
La democracia consiste en el gobierno de la mayoría y en el respeto de las minorías. Es indudable que si, de manera sistemática, las minorías niegan el poder a las mayorías los electores se sentirán defraudados por el sistema. Este modelo electoral obliga a buscar el apoyo de candidaturas a veces muy poco representativas, que terminan imponiendo sus representantes y sus programas con una fuerza democráticamente desproporcionada. Eso sólo puede corregirse por una reforma legislativa, si los partidos afectados la quieren y la saben hacer. No parece fácil sin redistribuir competencias.
El PSOE parece hoy más dispuesto a buscar aliados menores allí donde los votos no le anuncian una mayoría, y la propuesta del PP no parece que vaya a ser escuchada aunque en muchos Ayuntamientos de toda España es una práctica común. Las minorías localistas, regionalistas, nacionalistas o radicales, con Podemos en el horizonte, encuentran así mejor acogida entre la izquierda que con el centroderecha, lo que terminaría dando al PSOE más poder autonómico y municipal del derivado estrictamente de las urnas. Y el caso más singular es el de Navarra, donde el PSN-PSOE –siendo la tercera fuerza política, y quizá en 2015 la cuarta- se debate y se divide en las dudas sobre unos pactos que en ese caso tendrán gran importancia nacional. El PP ha puesto sobre la mesa una gran pregunta pendiente en la democracia española.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de agosto de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/democracia-municipal-trampa-contra-agonia-psoe-137093.html