Manos Limpias, Manos Sucias, Manos Llenas, Manos Asesinas

Por Pascual Tamburri, 2 de noviembre de 2014.

¿Nunca había visto nada así? Falta memoria: los escándalos de los 90 se llevaron por delante el socialismo y el centrismo en Italia… sin encontrar una solución.

Con tanto escándalo en los medios de comunicación uno se siente un recién nacido. O un extraterrestre; porque parece como si los españoles de 2014 hubiesen descubierto en los últimos meses la corrupción, que en cambio es un fenómeno ligado estrechamente a la democracia moderna (y según Platón a todas).

Un poco de «memoria histórica» bastaría. No pequeñas cosas como fue el Estraperlo de nuestra sacrosanta e impoluta segunda república o como pudo ser la Matesa de la parte más moderna y democratizante del franquismo, sino gran corrupción. En los años 90 del siglo XX hubo una experiencia muy parecida a la que hemos tenido en los últimos meses y a la que previsiblemente tendremos en los próximos: empezaron a surgir, sin aparente orden, casos de corrupción afectando a ciertas instituciones, ciertos políticos de segunda y tercera fila y ciertas empresas u organizaciones mercantiles que se beneficiaban de adjudicaciones o posiciones ilegales; luego se añadieron grupos criminales, corruptos y hasta terroristas y extranjeros que obtenían también beneficios económicos y políticos; luego se vio que también los líderes principales se beneficiaban y dirigían el entramado; luego se vieron afectados los principales partidos y se comprobó lo ilegal e inmoral de sus finanzas, y se vio que entre los que habían tenido poder había pocos o ningún caso de inocencia e ignorancia de la trama; surgieron alternativas políticas en medio del enfado de la gente, y dentro de los principales partidos se prescindió al menos en apariencia de los viejos líderes para renovar y rejuvenecer una imagen totalmente arruinada.

Parecía que el sistema político iba a cambiar por completo; de hecho inició un cambio importante que pudo ser decisivo; pero pronto las viejas formas, la vieja casta y hasta los viejos grupos retomaron el control, cambiaron algunas cosas en apariencia pero ninguna en sustancia y todo sigue como estaba: una gran clase de políticos profesionales, bien pagados y en muchos casos corruptos, ligados a empresas, a potencias exteriores o a organizaciones criminales. Es la historia de la trama Mani Pulite en Italia, pero parece –hasta ahora- un retrato de la corrupción española.

No es probable que Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero terminen en la cárcel; pero Bettino Craxi, gran defensor del primero, murió en exilio en Hammamet en Túnez por evitarla. No es probable que el PP desaparezca como lo hizo la DC igualmente centrista aunque más variada y menos pacata; pero también es verdad que no hay demasiados líderes, y mucho menos entre las jóvenes promesas que se las prometen muy felices, del nivel intelectual, cultural y político de Giulio Andreotti. No es probable que Izquierda Unida estalle por la corrupción, pero recordemos que en medio de Manos Limpias se descubrió que los comunistas del PCI las tenían tan sucias como el que más, corruptos en negocios y subvencionados por la URSS, y tuvieron que cambiar de nombre, de ideología renunciando al marxismo, y de líderes, para poder llegar al poder, de modo más tardío e incompleto de lo esperado; ellos son el PD de Renzi.

La lección de la corrupción italiana

Podemos aprender muchas cosas de Manos Limpias, ahora que lo nuestro parece estar sólo empezando. Muchas cosas ya han empezado. Otras aún son diferentes, especialmente lo relativo a las mafias, al populismo, a los separatismos y al terrorismo. Y en la España de hoy falta algo que fue decisivo en la Italia de entonces, o al menos pudo serlo tras las elecciones de 1994: una Derecha organizada, de principios, con líderes y planes.

En cuanto a la mafia y su vinculación con la política, quién sabe. El presidente Napolitano, comunista de toda una vida y presunto inocente, ha testificado en los últimos días sobre los supuestos acuerdos entre el Estado y Cosa Nostra para detener los atentados de los años 90. Hay atentados terroristas de hace 20, 30 y 40 años con claros efectos políticos y/o financieros que aún no han sido esclarecidos, o en los que lo único que se sabe es que… no fue autor quien fue acusado y condenado (sí, hablo también del atentado de Bolonia de julio de 1980, sí). Lo cierto es que por razones corruptas ha habido crímenes de muchos tipos causados por grupos criminales, por grupos terroristas, por servicios secretos y por potencias extranjeras. ¿También en España? Nadie ha dicho y menos demostrado que no.

En cuanto al populismo, es natural que Pablo Iglesias parezca en más atractivo que la vieja política. Es una cara nueva frente a un grupo de amigos que llevan juntos décadas. Usa formas nuevas y eficaces con naturalidad y soltura. Está exento de corrupción porque no ha sido político antes. Y además promete lo que la gente quiere oír, sea o no posible. Lo de menos es que sus ideas sean de extrema izquierda radical, que lo son; en los 90 en Italia y frente a los corruptos llegó al poder un «hombre nuevo» que recargó las ilusiones de muchos. Hoy sigue en política, ya no es nuevo y su nombre es Silvio Berlusconi. ¿Seguirá Podemos el camino de Forza Italia, ya que empieza por él? Veremos.

El gran problema que ahora algunos niegan

En cuanto al separatismo y el terrorismo seguramente el mayor error de Mariano Rajoy esta legislatura ha sido actuar (o no-actuar) como si nuestra crisis nacional fuese cuestión sólo de macroeconomía primero y después sólo de dinero y de robo. No es así, tenemos un problema grave, urgente y vital, uno que además no tenía la Italia de los 90. Es el independentismo regional, con sus efectos multiplicados por cuatro décadas de Constitución complaciente en lo peor y no aplicada en lo que de bueno podría tener. Hay quien quiere romper España. Hay quien está dispuesto a apoyarlos. El PP no puede negociar con ETA, no puede soltar a sus presos, no puede consentir ningún trato con esa gente ni con sus portavoces. No dudo que Borja Sémper y su generación en ascenso se sientan mal por la corrupción pero ¿qué dirían desde Gregorio Ordóñez hasta Manuel Giménez Abad los miembros del Partido Popular y de Unión del Pueblo Navarro, y hasta del PSOE de antes? Morirían dos veces, una por ver sus partidos corrompidos, y otra por verlos chalanear con los enemigos de España. Umberto Bossi y su Liga Norte no eran como Bildu ni como ERC… si acaso como Unió, pero Unió no es precisamente mayoritaria en la mesnada separatista. Por mucho que se solucionen la corrupción y la economía, si esta herida no se cura por ella pueden morir primero el PP y luego la democracia… además de la actual forma de Estado. ¿Queremos?

Imaginemos que alguien «polemizase con el viejo mundo liberal-democrático reprochándole su incapacidad de hacer frente a la nuevas exigencias del país… un amplio entorno en el que se ha extendido una serie de exigencias que pueden… resumir en una acusación precisa a la clase política en el poder: que es técnicamente inútil, carente de competencias específicas, que gobierna a partir de esquemas abstractos que ya no se corresponden con la verdadera realidad de la sociedad o que, cuando se corresponden, es con los aspectos peores y más anticuados, y que aprovechándose de ellos conserva un poder totalmente negativo sobre la maquinaria del Estado, de las autonomías y de los Ayuntamientos perjudicando su eficiencia y su funcionalidad y dañando a los nuevos grupos e inquietudes sociales que, bien o mal, representan el nuevo país». O que pidiese «un Gobierno eficiente y fuerte en una sociedad sin privilegios, donde cada uno pensase y decidiese en función de sus méritos… para hacer real una mayor justicia social» .

Hoy en España pensaríamos que estas cosas son parte del programa de Podemos y de las ideas de Pablo Iglesias; y seguramente las dice y puede que hasta las piense. Pero para comprender lo gracioso de su posición populista en medio de un sistema decadente y agónico le interesa leer al profesor De Felice para ilustrarse, y si no tienen tiempo al menos que escuche los discursos de Berlusconi en los 90, con los que puede identificarse; como lo hacían los socialistas, los comunistas y los centristas de aquí con los de allí. Por supuesto, sólo nos falta la Derecha. Pero todo llegará.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de noviembre de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/manos-limpias-manos-sucias-manos-llenas-manos-asesinas-138356.html