Por Pascual Tamburri, 10 de noviembre de 2014.
Muchas veces se recurre a conceptos históricos para condenar a los criminales abertzales. Pero éstos no son ni franquistas ni ‘medievales’: el terrorismo es moderno y marxista.
Don Víctor Manuel Arbeloa expuso hace más de doce años, en las páginas de Diario de Navarra, una opinión contundente sobre el uso sesgado de ciertas palabras y conceptos en la política navarra actual. Tenía razón, y el tiempo no ha hecho más que demostrarlo con las miserias de los políticos profesionales y de todo su cortejo de acomplejados y resentidos. En realidad, es difícil no estar técnicamente de acuerdo con las apreciaciones de tan notable hombre público: ETA es obviamente un grupo terrorista marxista y nacionalista vasco, que por su historia se puede relacionar con cierta izquierda y con cierto clericalismo, y que se distingue precisamente por su capacidad de conquista lingüística y de invasión conceptual. Ahora, habiendo interrumpido sus asesinatos, el análisis de Arbeloa es más cierto que nunca.
Apoyando desde la historia el razonamiento de Arbeloa, conviene reiterar la importancia de las palabras: en cualquier confrontación quien acota el espacio de debate y define los términos, incluso los tabúes, ya ha empezado a vencer. Así ha sido durante milenios y así parece que va a seguir siendo. Por consiguiente, sea enhorabuena, y sepan los navarros que en un lado se encuentran los «españoles activos» y en el otro sus verdugos, y quienes encuentran justificaciones de uno u otro tipo, por remotas que sean, para la existencia de un separatismo armado. No hay un espacio intermedio, salvo para cobardes, egoístas y mentirosos.
Los abertzales son socialistas y comunistas, no franquistas ni fascistas…
¿Cómo llamar a esos verdugos? ¿Cómo definirlos y como definir a sus enemigos? Hacerlo es tarea para políticos sin miedo; pero tal vez se pueda empezar por definir qué «no» son los nacionalistas asesinos de ETA (valga la redundancia; porque uno no es de ETA sin ser un criminal, y uno no es partidario del socialismo abertzale sin ser de ETA). Hay que coincidir con el profesor Arbeloa en que los etarras y batasunos «no» son franquistas ni fascistas, por más que franquismo y fascismo hayan llegado a ser lugares comunes del insulto político, sumatorios absolutos del Mal temido e imaginado retrospectivamente. Por pésimos juicios que merezcan a algunos aquellas experiencias históricas, nada tienen que ver ETA ni el nacionalismo vasco con ellas. Decir lo contrario, o asimilar inconscientemente la lucha actual de los españoles por su libertad con la lucha pretérita de algunos contra el régimen de Francisco Franco – etarras incluidos -, es una prueba de débil sensibilidad histórica y politológica.
Pero, en fin, hay que alegrarse, porque el error en este campo parece remitir, tal vez porque algunos como Pío Moa se han atrevido a llamar a las cosas por su nombre, recordando la naturaleza íntima del fenómeno etarra – socialista, marxista, izquierdista, nacionalista y sabiniano, dicho sea sin otro ánimo que el de constatar evidencias – y dejando al «franquismo» morir con su fundador y a los fascismos ser, sencillamente, otra cosa. No olvidemos que para muchos, empezando por Txema Montero, su modelo político para su Euskadi independiente era… la RDA (algo muy poco franquista, ni fascista, ni medieval, sospecho). Pero queda bastante por hacer, si se trata de que los políticos en su tarea no maltraten el objeto de estudio de los demás. De los historiadores, en este caso.
Y los abertzales no son medievales, ni falta que hace
La categoría historiográfica peor tratada en la política actual, con diferencia, es la Edad Media. Lo medieval, aún hoy, es en el lenguaje público la quintaesencia de la barbarie, la crueldad y la injusticia. Sin demasiados defensores, en este terreno al menos, al milenio medieval se refieren polemistas, políticos y ensayistas como imagen en negativo de un presente infinitamente superior en todos los órdenes. Lo que no deja de ser discutible. Es más, es sencillamente una muestra de ignorancia y prejuicios.
Qué duda cabe que el sufrimiento fue mucho entre el fin político de Roma y el alba de América, o entre cualesquiera otros términos convencionales que se den a lo medieval. Como en cualquier momento de la historia, el hombre ha mostrado en la Edad Media su capacidad simultánea para lo excelso y para lo abyecto, capacidad derivada de la libertad. La Edad Media resulta ser, a comienzos del siglo XXI, una época histórica (concebida como tal a posteriori y sin «conciencia de si misma»; y objeto además de una ciencia), y un mito con raíces nebulosas extendidas del hoy al mañana.
Pero en ningún caso la historiografía ha señalado la crueldad, la violencia o la «barbarie» como notas distintivas de la Edad Media. Difícilmente hallaremos siglos más sanguinarios que los muy civilizados XIX, XX y XXI, ni crueldades mayores que las generadas por las ideologías contemporáneas que fundamentan la misma ETA-Batasuna-Bildu. Y sin embargo, sin respuesta, muchos bienintencionados «críticos» y aun genuinos opositores al régimen terrorista etarra insisten en asimilar la furia sanguinaria del nacionalismo a una realidad «medieval». Un error.
Guste o no, la Edad Media de los historiadores resulta ser otra cosa. Los hombres y mujeres del medievo distan mucho de necesitar defensores extemporáneos, pero la verdad es la verdad: ni terror «medieval», ni escenas «dantescas». Cuidemos los adjetivos empleados al calificar los proyectos y las realizaciones del nacionalismo (armado o sin armar), porque corremos el riesgo de caer en lo inexacto. Hay que creer, como dice el mismo Víctor Manuel Arbeloa que me dio pie a esta reflexión, que ceder espacios conceptuales y léxicos a una ideología perversa es ceder a la conquista. Y sospecho que los navarros, de identidad hispana -ésa sí, genuinamente medieval-, no tienen mucha intención de ceder. Los enemigos de España y de Navarra son, sí, nacionalistas, socialistas, comunistas, criminales, terroristas y algunos hasta liberales, católicos de Misa diaria o pretendidos demócratas; pero no pueden ser insultados como franquistas, ni fascistas, ni «medievales». No están a ese nivel, me temo.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 10 de noviembre de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/edad-media-perversion-lenguaje-138539.html