Por Pascual Tamburri, 22 de diciembre de 2014.
Celebramos la Navidad, que no es un cambio de estación ni de año ni de trimestre, sino para los cristianos el Nacimiento de Jesús. Esto es Europa, y ocultarlo es muy mala señal.
Navidad, Navidades. Pocas cosas nos retratan tan bien como país y como civilización. La Navidad nos hace reencontrarnos con nosotros mismos. Es una conmemoración religiosa, que sin su significado religioso carecería de sentido, pero que es mucho más a la vez. Vaciar de contenido la Navidad no es sólo un buen negocio capitalista, no es sólo un acto de odio a la Iglesia, es también un proyecto ideológico de todos los enemigos de la civilización occidental.
He leído comentarios escandalizados, hace muy pocos días, diciendo que en no se cuántos cientos de felicitaciones enviadas por Ayuntamientos y entes locales británicos sólo UNA incluye una referencia escrita o gráfica al Nacimiento de Jesús. Y muchas de ellas ni siquiera mencionan la palabra «Navidad», cosa que por lo demás ya hacen muchas empresas privadas, también en España, donde cada vez es más normal evitar toda referencia religiosa incluso de refilón y quedarse en un vago «felices fiestas» o un poco comprometido «feliz Año Nuevo» .
A todo esto, ¿qué pensaría Dionisio el Exiguo de su cálculo de los años así usado? Ya se que en 2014 en Europa ni se estudia ni se sabe ni importa quién fue este monje… pero ¿es que contamos los años en función del nacimiento de Buda, o de alguna estrella de Gran Hermano?
Pero no seamos hipócritas, que no es cosa de los ingleses: yo acabo de ver, en un Instituto español muy muy cercano, preñado de buenos sentimientos y con tres décadas de dirección supuestamente católica, un concurso de felicitaciones navideñas en el que de todas las presentadas sólo UNA incluía un Portal de Belén. Y por supuesto no ganó. No es un mal británico, es lo que con dinero público enseñamos en nuestra escuela pública española, y eso con una mayoría absoluta de un partido que no nació precisamente como ateo…
Como decía hace una semana José Javier Esparza, hay que ser cuidadosos con este asunto de la identidad religiosa: ´El problema no es que «los otros» reivindiquen su religión identitaria (tienen derecho a ello), sino que nosotros hemos abjurado de la nuestra y de cualquier otra forma de identidad nacional´.Ver al Islam y su culto en España como el principal enemigo de la identidad nacional y religiosa de España es un error. Que los musulmanes cultiven su identidad no es tan malo como abandonarla nosotros mismos: lo que hará que Europa se deshaga no será tanto la educación religiosa de las nuevas generaciones musulmanas como la educación antirreligiosa y antiidentitaria de las nuevas generaciones europeas. Europeas y, velis nolis, cristianas.
La clave es sencilla: «El catolicismo no es sólo una confesión. A efectos sociales, es también una pauta moral, una forma de civilización y una identidad cultural-nacional. Es decir, un ámbito de cultura en el que una comunidad histórica se reconoce a sí misma, incluso si ya no se cree fervientemente en el dogma. Por eso cerca del 70% de los padres desea que sus hijos reciban enseñanza religiosa católica…, aunque sólo el 14% de los católicos sean practicantes». Lo dijo también no hace mucho el húngaro Viktor Orban: «El cristianismo no es sólo una religión; es también una cultura sobre la cual hemos construido toda una civilización. No hay elección posible, se trata de un hecho». Pero también señaló un problema de los políticos al uso, que no de él: «Los asesores no suelen recomendar abordar estos temas» .
Uno puede tener Fe o no tenerla, ya que es un don gratuito; uno puede ser plenamente coherente con la moral cristiana, o reconocerse un débil pecador; pero además, uno es cristiano porque es europeo, y es europeo porque es cristiano, en lo cultural, en lo histórico, y también en lo moral, lo social y lo religioso. Y por eso la batalla de los enemigos de Europa contra la Navidad tiene un sentido profundo, y por eso vivir la Navidad como lo que es y no en una versión materialista es lo que toca a todo cristiano, pero también a todo europeo, occidental, español.
Europa, como España, no es una identidad multirreligiosa, ni multicultural, ni multiétnica. No. Podemos acoger huéspedes con otras identidades, o quizá con ninguna, pero la identidad que nos hace ser nosotros incluye la centralidad del cristianismo para todos y la preferencia para los que como comunidad humana a través de los milenios tienen y viven la fe en Jesús nacido de María. En el momento en que eso deje de ser así no tendremos una Europa multiidentitaria, sino una Europa sin identidad, es decir una Europa muerta, inexistente.
Sin hipocresía ninguna: ¡feliz Navidad! Porque Cristo ha nacido y sólo en Él nuestros antepasados encontraron sentido y esperanza. El resto, propaganda ilustrada, negocio capitalista, deseo marxista, enemigos demostrados de que sigamos siendo nosotros mismos, tanto los privilegiados con la Fe como los que sólo tienen nuestra identidad.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 22 de diciembre de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/navidad-navidad-cuadratura-circulo-infeliz-139345.html