Paz en la Guerra, Paz en la Tierra, guerra al pacifismo

Por Pascual Tamburri, 29 de diciembre de 2014.

Todas las guerras europeas son, hoy, guerras civiles. Las de 1914 y 1914 iniciaron el suicidio del Continente. Pero todos los europeos compartimos un legado, aunque no queramos.

La reina Isabel del Reino Unido ha causado cierto escándalo en mentes bienpensantes de su país al recordar, en su discurso de Navidad… el nacimiento de Jesús y algunas de sus implicaciones en estas fechas y en nuestra cultura: «Algunas veces parece que la reconciliación no tiene ninguna posibilidad frente a la guerra y la discordia, pero como la tregua de Navidad de hace un siglo nos recuerda, la paz y la buena voluntad ejercen un poder duradero en los corazones de los hombres y de las mujeres. En esa glacial Nochebuena de 1914 muchos de los soldados alemanes cantaron Noche de Paz, con su cautivadora melodía filtrándose entre las líneas enemigas. Ese villancico es, todavía hoy, muy querido, un legado de la tregua de Navidad, y un recordatorio para todos nosotros de que, incluso en el más improbable de los rincones, la esperanza puede ser cultivada» .

Y efectivamente, porque hay Navidad, en el pleno sentido, hay esperanza también al terminar 2014. Hace un siglo, en pleno abismo de una guerra «progresista» que según los ilustrados del momento iba a terminar con todas las guerras, que iba a crear la justicia humana en la Tierra, que iba a traer el progreso, la paz y la libertad para todos, los soldados pararon la batalla en la Noche y el día de Navidad.

La película que mejor ha recogido lo sucedido entre alemanes, británicos y franceses en el frente de Flandes en 1914 fue Joyeux Noël en 2005. Les habían dicho que su país tenía la razón y que sería una guerra rápida en la que el Bien prevalecería. No fue así. Ante el abismo de una Nochebuena en guerra, y sin por ello renunciar a la guerra, la detuvieron, y cantaron, bebieron y rezaron juntos. Al día siguiente, en Yprés, jugaron al fútbol.

No fue una tregua pacifista, ideológicamente antinacional o antieuropea (que por lo demás habría sido anticristiana), sino algo más parecido a lo que con cierto sentido común pedía el Papa Benedicto XV, una tregua entre cristianos «en la que los cañones callen al menos durante la Noche en la que los Ángeles cantan». Lo más curioso del caso es que precisamente allí, en Ypres, en 1915 se llegó a lo que para los tiempos fue la cima de deshumanización e industrialización de la guerra, con el uso del gas mostaza. En Ypres Europa demostró estar viva, compartir unos principios, en 1914; demostró lo innecesario de las guerras entre europeos (aunque no la maldad absoluta de las guerras… porque las hay justas) .

En 1915 no se demostró lo contrario que en 1914, sino la presión de la modernidad en otra dirección. Frente a la paz real y concreta de los europeos, la utopía impuesta de una paz eterna y perfecta que ha traído un siglo de masacres traídas siempre por los más pacifistas. Frente a la paz cristiana, humilde y realista, la voluntad de acabar con todas las guerras imponiendo una sola ideología, la del progreso material, la riqueza y el individualismo. Un siglo después, ya no podemos tener dudas, lo que Europa puede dar al mundo en 2015 es la experiencia de que sólo abandonando ese ideologización perversa habrá la paz y la justicia posibles en esta Tierra.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de diciembre de 2014, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/guerra-tierra-guerra-pacifismo-139446.html