Una Transición errática, una Constitución incumplida

Por Pascual Tamburri, 2 de enero de 2015.

Se jubila la generación que hizo la Transición. Pensiones para Juan Carlos de Borbón y Alfonso Guerra, rico olvido para los Rodolfo Martín Villa. ¿Cumplieron su palabra y su deber?

Si algo nos hará recordar 2014 en 2015 y sucesivos es el final de tres mitos, por lo menos. Un mito humano de perfecciones supuestas y virtudes imaginadas se ha hundido y desaparece, o eso querría: Juan Carlos de Borbón ha tenido que abdicar porque su comportamiento ha puesto al borde del abismo la Monarquía que, instaurada que no restaurada, tuvo en él su primer soberano. Un mito político de habilidad y genio es abiertamente negado y discutido: la Transición de España al actual sistema político, gestionada en los años 70 y 80 del siglo XX, ya no es «santa santísima» y muchos son los que encuentran, con diferentes puntos de vista, defectos, errores, problemas y heridas con o sin curación posible. Y un mito institucional ya es ampliamente negado: la Constitución de 1978 y en especial todo su modelo territorial son objeto de crítica y de propuestas de corrección, enmienda o derogación. Hace muy pocos años quien decía algo así pasaba por ser marginal y casi hereje laico.

En cuanto a la Constitución, hay que atribuir el mérito a la perseverancia de los separatistas (que ganaron mucho con ella y nunca se conformaron con las concesiones que se les hicieron) y la oposición, pequeña pero atrevida, de UPyD, Rosa Díez, VOX y Santiago Abascal. No olvidemos sin embargo a los precursores: en 1979 Jesús Aizpún y unos cuantos navarros fundaron UPN después de pedir el NO a la Constitución, junto a Alianza Foral Navarra, Javier Nagore y otros cuantos navarros más. No pedían mucho, sólo la conservación de los fueros navarros y la derogación de la Transitoria Cuarta regalada por la difunta UCD a los abertzales. Y hubo más peticiones en contra: Manuel Fraga Iribarne anunció que si entraba en vigor su intención era reformarla, por el peligro autonómico para la unidad de España y por cuestiones de fondo como el aborto.

Se ve que el tiempo hace posible lo imposible, y así en sólo 40 años el Príncipe, elegido por Franco y heredero del Estado de Franco, ha pasado a ser el Rey fundador de la libertad democrática y constitucional (junto a la generación a la que Adolfo Suárez dará nombre), el salvador de la democracia (en un 23F del que ni sabemos ni sabremos la verdad), el hombre prudente y sosegado (por ejemplo en un 11M en el que había medios constitucionales disponibles que no se aplicaron) y ahora el abuelo libidinoso, viajero, abdicado y peligrosamente cercano a los corruptos. Todo en uno.

Tampoco nada sorprendente, en una España en la que el franquista, católico, conservador, anticomunista y centralista Manuel Fraga pasó en el tramo final de su vida a presidir una Comunidad Autónoma, a haber fundado un partido que pudiendo no ha derogado el aborto, a abrazarse con enemigos manifiestos de la unidad y de la libertad de España y a generar un sistema bipartidista sustancialmente anclado a los valores «progresistas», con grandes espacios económicos y de poder para todos los de la casta.

Tampoco sabemos si esta Constitución era o es suficiente para que España quede bien gobernada. En momentos de crisis autonómica, nadie ha pensado en aplicar el artículo 155 de la Constitución en el País Vasco ni en Cataluña. Dicho por un notable profesor de Derecho Público (notable ciertamente en esta tribuna), «el artículo 155 de la Constitución no es extraño, raro ni puede dar miedo a nadie más que a los que pretenden romper la Constitución y la unidad nacional de manera antidemocrática. Otra cosa es que para que se pueda aplicar tengan que darse las condiciones que el propio artículo prevé, pero, si éstas llegan… es posible que el Gobierno no tenga otra salida para parar la ofensiva separatista«. O el artículo 116, por supuesto: «entre las misiones constitucionales de la Fuerzas Armadas, están las de la mantener el orden constitucional y la integridad territorial de España«. Pero mientras que los enemigos declarados de la Constitución quieren suprimir esas opciones, sus supuestos defensores se niegan a aplicarla. Porque iría contra sus intereses de poder y de dinero, claro.

Lo bueno de la Casta de los tres Mitos es que tiene muchos posibles símbolos. Quizá el más luminoso sea el presidente de Endesa Rodolfo Martín Villa, nutrido por todos los regímenes, universitario falangista con camisa azul, gobernador franquista brazo en alto, centrista democratizador suarista y a la vez ministro del Interior fracasado contra ETA y utilizador de medios sucios y sórdidos. Impune, amigo del PSOE, amigo del PP, siempre opulento, siempre triunfal, siempre dispuesto a jurar lo que al día siguiente por interés incumpliría. Hombres como él han hecho de España la miseria material, política y moral que es hoy. ¿Vamos a llorar si la historia se los lleva por delante?

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 2 de enero de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/transicion-erratica-constitucion-incumplida-139482.html