Sólo conocemos el mundo real en la literatura de ficción

Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de febrero de 2015.

¿Está muriendo la literatura en general y la narrativa en particular? Quizá necesite exquisitos cultivadores de lo tradicional y atrevidos transgresores en lo nuevo, para provocar a leer.

Miquel Duran, Más o menos yo. Prólogo de Andreu Martín. Bridge – La Galera, Barcelona, 2014. 168 p.. 16,95 €.


Fernando P. Fuenteamor, Mi mano en tu oscuro corazón. Egales Editorial, Madrid, 2014. 252 p.. 19.95 €.

Tenemos la dudosa suerte de vivir en un mundo, y en un país antes llamado España, donde se supone que adoramos lo original y novedoso, y ahora como nunca nos sentimos libres y transgresores, adoramos lo original, renegamos de lo convencional, especialmente si lo etiquetamos de tradicional… o no.

Lo cierto es que en nombre de lo diverso, de lo rupturista, se han dicho, construido, pintado y esculpido auténticos engendros, que no tenían ni tienen el mérito de lo bello-aunque-nuevo ni el de lo académico-aunque-discutible. Demasiado a menudo premiamos lo novedoso sólo por serlo, etiquetamos de atrevidas cosas que no lo son, olvidamos el placer y la belleza y despreciamos lo tradicional sean cuales sean sus méritos. Y todo esto se multiplica cuando llegamos a la literatura, coto de caza privado demasiado a menudo de lo cursi por una u otra razón.

Por eso resulta gratificante leer la opera prima de Miquel Duran, Más o menos yo, que se lanza a la novela sin experiencia y lo hace creando nuevos filones para el género. El autor está aún en su tercera década y lleva al lector a su Pujarnol natal, donde recorre el paisaje de su infancia, adolescencia y juventud en un relato que no es ni costumbres, ni histórico, ni psicológico, pero que lo es todo a la vez. Es un relato muy personal, introspectivo, pero no aburre con su vida sino que empuja a pensar uno mismo sobre qué fue de aquello que uno vivió, qué queda, qué deja y cómo. Y lo hace, oh escándalo, entreteniendo.

Es literatura, no ensayo. Es un relato, no poesía. Es realista, pero no de la realidad que cada día uno ve y vive. Y sobre todo, algo crucial y que lo hace aún más interesante: Durán hace literatura novedosa, diríamos que experimental incluso, sin dejar de ser un joven del siglo XXI escribiendo para hombres y mujeres del siglo XXI, sin dejar de jugar con los recursos literarios, pero sin por ello romper con lo que la narrativa es y debe ser si quiere sobrevivir a la actual hecatombe. Gustará a muchos, estimulará a todos los que se atrevan a leerla. No aburre. Eso sí, tengan cuidado: es un provocador.

Ah, esos peligrosos provocadores…

Quizá la mayor tara de la literatura del último medio siglo, de la literatura sumisa a lo artísticamente correcto quiero decir, ha sido su tendencia a recluirse a modo de secta en un puñado de lectores, renunciando a gustar y a enseñar. Encerrados por su estilo, por sus formas, por sus temas, por sus opciones de todo tipo, demasiados escritores han preferido gustar a una minoría autodesignada como entendida y exquisita, y no ser portadores de saberes, belleza, placer y gusto como la literatura siempre fue.

En ese sentido, reconozco haber encontrado una excepción y un refugio en otro transgresor ya ampliamente veterano en edad y experiencia llamado Fernando P. Fuenteamor. Acaba de regalar al lector español una novela, Mi mano en tu oscuro corazón, que entra en muchos de los juegos temáticos y formales de la literatura modernizante, sectaria y minoritaria y a la vez puede gustar y gustará al lector de la calle, al menos siempre que no tenga especiales tabúes sexuales.

La vida del protagonista Paul Soler Hewitt parece haber sido un éxito en todos los sentidos propios de nuestro siglo justo cuando termina su juventud. Sin embargo, esa vida contada en paralelo a su vida interior está llena dolor y frustración, simétricos al triunfo, la gloria y la riqueza. Como es su propio enemigo y vive en un escenario, sólo encuentra salida a través del dolor sufrido e impuesto a otros. Pero la virtud de Fuenteamor no es entrar en esos campos en el fondo políticamente muy correctos hoy, sino hacerlo de un modo que sus lectores, también los jóvenes, lo disfruten, lo encuentre tan entretenido como sugerente sin ser el escándalo la fuente de su atractivo. Porque es literatura, sí.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de febrero de 2015, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/solo-conocemos-mundo-real-literatura-ficcion-140521.htm