El vasco minusválido que amó a España y humilló a Inglaterra

Por Pascual Tamburri Bariain, 6 de marzo de 2015.

Blas de Lezo no es una excepción en la historia: un gran vasco que quiso una España más fuerte, como tantos. Hoy se puede convertir en un modelo para españoles de todas partes.

José Antonio Crespo-Francés, Blas de Lezo y la Defensa Heroica de Cartagena de Indias (1741). Actas, Madrid, 2014. 376 p + 64 de ilustraciones.. 29,90 €.


Fernando de Artacho, El almirante Mediohombre. Algaida, Sevilla, 2015. 416 p.. 18,00 €.

Los españoles somos, o al menos parecemos, bastante masoquistas. Damos por bueno todo lo que la propaganda presente y pasada de los enemigos pasados y presentes ha dicho sobre España; y damos por igualmente bueno todo lo que ellos dicen de santo y glorioso de sí mismo. Nuestros comunicadores sólo excepcionalmente (como en el caso de Arturo Pérez Reverte) se acuerdan de nuestros héroes y de nuestras glorias. Y es políticamente incorrecto, para izquierdas y derechas, que los historiadores señalen las falsedades de la leyenda negra y recuerden a los que lucharon, inventaron, creyeron, navegaron y pensaron por España. En suma, nos gusta olvidar lo que juntos hemos hecho de brillante, a pesar de que medio mundo sería diferente si no lo hubiésemos hecho.

Y que hay glorias y episodios que merecen series, películas y libros está fuera de discusión. Hace muy poco, gracias a los hallazgos del cazatesoros Odyssey, hemos descubierto por ejemplo el tesoro de Nuestra Señora de las Mercedes, y eso ha llevado a Mari Pau Domínguez a publicar el heroísmo de Diego de Alvear, un héroe de la defensa más tardía del imperio (Las dos vidas del capitán, Grijalbo, 2014). Pero ese Imperio tuvo defensores mucho menos heterodoxos, como el pirata Íñigo Santa Cruz, que nace en la novela de Edmundo Díaz Conde (El príncipe de los piratas, Algaida, 2013), y aún más los Héroes, villanos y genios, los Extranjeros insignes al servicio de los Austrias, recopilados de las cuatro esquinas del mundo por José Luis Hernández Garvi (Edaf, 2014, con Premio Algaba). En abundancia.

Puestos a recuperar el tiempo perdido y a no perder la memoria de lo que España ha sido y es, José Antonio Crespo-Francés ha dado un paso poderoso en Actas con su Blas de Lezo y la Defensa Heroica de Cartagena de Indias. Ahora imaginemos esa historia: un vasco de Pasajes, entre los siglos XVII y XVIII, marino de guerra en todos los mares, mutilado en batalla una y otra vez, que fue capaz de salvar con mínimos medios pero enorme valor toda América del Sur de una planeada y enorme invasión inglesa.

Tiene su gracia lo que documenta y cuenta Crespo-Francés con rigor científico y a la vez una prosa amable que apasiona: es la historia de una derrota inglesa que los mismos ingleses se han ocupado de «hacer olvidar», a pesar de que fueron derrotados por fuerzas veinte veces inferiores. Y uno en Londres se encuentra con la memoria de Portobello (la memoria inglesa, eso sí), pero no hay mención de Cartagena de Indias ni de su odiado Blas de Lezo. Pero si fuese un héroe suyo tendría mil libros y treinta películas, que nosotros no hemos sabido, ni querido, darle aún.

Por eso la tarea de Crespo-Francés debe ser aplaudida. No tenemos derecho a privar a los españoles de mañana de la momoria estricta del país, y menos cuando estamos hablando de un almirante heroico que supo morir diciendo, comome recordaba el otro día un gran amigo, «…Dile a mis hijos que morí como un buen vasco, amando y defendiendo la integridad de España y del imperio, gracias por lo que me has dado mujer (…) ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Fuego!». Casi nada.

Cuando la ficción supera a la realidad…

La batalla de Fernando de Artacho, combatida bajo la bandera de Algaida, es a la vez la misma y diferente. Acaba de publicarse su novela El almirante Mediohombre, sobre el mismo Blas de Lezo y Olavarrieta, y allí combate contra la misma leyenda negra que nos ha hecho olvidar la victoria de España sobre Inglaterra. La diferencia es que no es un libro de historia, sino un relato de aventuras situado en aquella historia, y contada de un modo aún más accesible e igualmente apasionante.

¿Qué haría yo? Seguramente compraría los dos libros, uno para los mayores de la casa, la historia contada por Crespo-Francés, y el otro para todos, mayores y pequeños, la aventura contada por Fernando de Artacho. De hecho, lo que hay que pedir es que alguien transforme en serie o en película la hazaña de Blas de Lezo, porque el que la vea, o el que lea a Artacho, se curará de muchos de nuestros males históricos y, más aún, querrá de un modo u otro retomar el camino que siguió el ilustre vasco mutilado.

Es absolutamente increíble, si uno no supiese es es la verdad y sólo la verdad, lo que fue capaz de hacer contra la enorme flota inglesa con un puñado de soldados y de marineros. Les hizo la vida imposible, los humilló y les hizo volver a su isla con el rabo entre las piernas. Y lo hizo con una vocación definida de servicio a España, la que quizá más se eche de menos hoy, y en una epopeya que cualquier país de Europa estaría orgulloso de tener. Nosotros aún no, por ese masoquismo colectivo; arréglelo usted, regale a su padre o a su hijo estos libros y sembrará la esperanza de un renacer. Que vale la pena.

Pascual Tamburri Bariain

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 6 de marzo de 2015, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/vasco-minusvalido-espana-humillo-inglaterra-140649.htm