Mujeres admiradas, odiadas y simbólicas de un tiempo

Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de marzo de 2015.

La demagogia del siglo XXI desprecia el papel de la mujer en el siglo anterior. Pero lo tuvo, y por los méritos de muchas activistas sacrificadas de todas las ideologías.

Emma Goldman, Viviendo mi vida. Traducción de Ana Useros. Capitán Swing (coeditado con Fundación Anselmo Lorenzo), Madrid, 2014. 574 p.. 25,50 €.


José María Zavala, La pasión de Pilar Primo de Rivera . RHM Plaza & Janés, Barcelona, 2013. 512 p.. 21,90 €. Ebook 11,99 €

Emma Goldman fue una mujer política, sindicalista y activista de comienzos del siglo XX. Nacida de una familia judía en la Rusia zarista, emigró a Estados Unidos y de allí tuvo que salir en varias ocasiones Europa perseguida por sus ideas. Sería, si lo buscásemos, el ejemplo perfecto de antecesora idea de una mujer progresista.

Pero lo que hay que destacar más en Goldman no es, como bien hace notar ella misma sin querer en esta interesante autobiografía, no es que fuese atea militante, antitradicional, anarquista, amiga de socialistas, partidaria del amor libre, contraria al matrimonio, favorable al divorcio, al aborto, la homosexualidad militante, enemiga –en teoría- de la guerra y del militarismo, feminista… Lo crucial son tres cosas que ella misma compartió con un puñado de elegidas y que sigue haciendo interesante su vida incluso cuando sus ideales han pasado a ser plato común de casi todos y cuando ya nadie la recuerda por sí misma: Emma Goldman fue una de las primeras mujeres que se incorporó a la vida pública, en un mundo de hombres, y fue una mujer coherente consigo misma que defendió en su vida lo que decía defender con sus palabras.

Emma Goldman puede ser, sí, un ejemplo, pero no por sus convicciones, que unos comparten y otros no, y así será siempre; es un referente porque llevó a la práctica las teorías que compartió y divulgó, no se quedó en la teoría de tantos revolucionarios o patriotas o creyentes de salón sino que jugó y arriesgó…, y dedicó a todo su amplio bagaje anarquista los años de su vida entera, cuando le habría sido más fácil hace otras cosas. Y eso, la coherencia como mujer activa en la sociedad, es lo que hoy puede mantener vivo su recuerdo y le puede encontrar sorprendentes compañeras de viaje.

Una luchadora completamente distinta, pero no menos mujer… y hasta más

El 17 de marzo de 1991 murió una española excepcional, la mujer más importante del siglo XX con pocas dudas. Es difícil imaginar una mujer más alejada en sus ideales de Emma Goldman pero José María Zavala –ahora con una biografía recentísima de José Antonio– retrató en La pasión de Pilar Primo de Rivera (Plaza y Janés) la vida de una mujer aguerrida, convencida de su fe, sus ideales y sus derechos, y sobre todo activa en la defensa de estos y de los de la mujer española.

En el año en el que se conmemora a Santa Teresa uno no puede evitar recordar a aquellas hijas suyas de azul que en cuatro décadas y sin recibir nada a cambio aplicaron los ideales falangistas a la mujer española, en lo que se les dejó, y cambiaron para siempre y para bien la posición de la mujer entre nosotros. Pilar fue mucho más que la hermana más joven de su carismático hermano, y no fue desde luego una servidora sumisa de una dictadura que no era su régimen ideal.

Pilar parecía destinada de nacimiento a la normalidad de la clase alta española del momento: hija del general, luego dictador, relacionada en la nobleza y en la Corte, la normalidad para ella habría sido casarse y ser una mujer callada y devota. La vida la llevó a fundar la primera organización femenina con éxito de España, a ofrecer oportunidades a todas las mujeres sin distinción de clase, origen o antecedentes, y a vivir con dolor la dictadura, la república, la guerra y el franquismo, con total espíritu de sacrificio coherente con lo que ella creyó por la Fe y por la Falange.

Ya se recordó antes en esta casa este libro y cómo en él Pilar se duele de la traición de los que abandonaron sus ideales, como escribió a Adolfo Suárez en 1977, «lo habremos hecho mejor o peor, pero honradamente, entregando nuestras vidas y con una generosidad en todo el colectivo de la Sección Femenina que no creo pueda igualarse«. Y esa parece una verdad innegable si uno contempla lo que Pilar y sus camaradas hicieron en medio de infinitas dificultades materiales y morales. Renunciaron a mucho, pero llevaron adelante lo que pudieron, y no lo hicieron pensando en sí mismas sino en las mujeres cuyas vidas querían iluminar. Y a fe que lo hicieron, y que aquello fue, al menos, un atisbo de revolución. Quedó el resto pendiente, sí, pero más lejana de los hechos queda aún la de Goldman y no dejamos de aplaudir su constancia y su lucha; lo mismo merece la Pilar española.

Pascual Tamburri Bariain

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 20 de marzo de 2015, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/mujeres-admiradas-odiadas-simbolicas-tiempo-140974.htm