Dos regalos clásicos que nadie más puede hacer hoy en día

Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de marzo de 2015.

Sube la producción de libros, baja su compraventa, y los clásicos pagan la cuenta. Pero no puede haber una biblioteca personal sin Goethe, ni un hombre culto que ignore a Dante. ¿O sí?

Johann Wolfgang von Goethe, Las desventuras del joven Werther . Prólogo y biografía de Emil Ludwig. Traducción de Margarita Fontseré de Petit. Juventud Libros de Bolsillo Z, Barcelona, 2015. 144 p.. 8,00 €.


Dante Alighieri, Divina comedia. Traducción y notas de Luis Martínez de Merlo. Edición de Giorgio Petrocchi. Apéndice sobre «Dante en España» de Joaquín Arce. Cátedra Letras Universales, Madrid, 2013. 792 p.. 12,20 €.

¿Quiere usted sentirse único, o por lo menos por encima de la media? No tenga usted complejos, hágalo. José Javier Esparza, que es amigo de esta casa y mucho más mío, recordaba el otro día, como siempre, que «el libro de papel, el libro de toda la vida, no va a desaparecer nunca. Estos abanicos de historias, de sueños e ideas llevan consigo demasiadas cosas hermosas».

No sé si yo me atrevería a decir tanto como Esparza. «Nunca» es una palabra muy comprometida, y en la Historia demasiadas veces los «siempres» se han convertido en «por ahora» y los «nuncas» en «de momento». Pero es así: de momento, y para un par de generaciones más, el libro sobrevivirá a esta crisis (que es cultural y moral más que comercial o económica); y aunque llegase a ser eclipsado el soporte como lo fueron el papiro o el pergamino, permanecerá su memoria y lo que nos ha dado. Que es, sencillamente, ser lo que somos.

Sin libros no seríamos libres, ni seríamos nosotros, ni nada de lo que conocemos sería como es. Aunque un 50% de los españoles de 2015 reconozcan no leer habitualmente (y muchos de los otros se limiten a leer la etiqueta de los ultramarinos), ahora como hace mil años nos definimos como comunidad por la minoría que lee y por la aún más exigua vanguardia que escribe.

Es pues momento de leer, de comprar libros, de regalar libros. Sea usted diferente de la masa aborregada que no lee, que no sabe hacerlo, que no goza haciéndolo o que se limita a hacerlo a la búsqueda de no se sabe qué «utilidad» capitalista o socialista.

Un ejemplo de perfecta «inutilidad» gozosa que puede usted concederse a sí mismo si quiere tener un placer barato pero a la vez al alcance de pocos hoy: la edición más reciente de Juventud de Las desventuras del joven Werther. Desde luego, Johann Wolfgang von Goethe no es ni moderno, ni útil, ni está de moda; pero usted va a entender mejor qué son en este Occidente la pasión, la gloria, la entrega, el amor, la renuncia y el deseo. Alguien que lo merece está cerca de usted, llámese Elo, Juan, Jorge o María. Y usted mismo por supuesto.

También hoy Goethe rompe con la mecánica utilitaria y racionalista, y el libro está tan al día como hace dos siglos y medio. Quizá más, porque el materialismo que entonces amenazaba hoy parece haber triunfado, y el mismo Goethe se ha convertido, en el recuerdo, en un espacio de resistencia. Por eso quizá un acierto de esta traducción española es incluir el prólogo y la biografía del autor escritos en la primera mitad del siglo XX por el periodista Emil Ludwig. Ludwig, de origen judío y excelente pluma, no sólo retrató a Goethe sino que hizo lo mismo con hombres excepcionales, de Bismarck a Lenin, y entrevistó con atrevimiento a los grandes de su tiempo, de Stalin a Mussolini. Después de aquella horrible guerra volvió a Alemania y rescató el ataúd de Goethe, desaparecido durante los bombardeos en Weimar.

Si no le gusta a usted la España de hoy, busque un aliado en Goethe; y si le gusta pero se atreve a leer –un privilegio aristocrático en retroceso-, léalo también, porque encontrará razones para que deje de gustarle el rumbo que llevamos.

Para siempre, para todos, para entender el mundo y soñarlo, Dante

Si quedamos pocos gibelinos, aún menos son los güelfos de parte blanca; pero el más conocido de sus ancestros (que en todo lo que escribió fue tan devoto de nuestro señor el Emperador como cualquiera de nosotros) vale por todos nosotros. Dante Alighieri escribió justo antes de la difusión social del papel, pero copiado a mano y en pergamino nos ha enseñado a todos y de todo Es sin duda uno de los padres de Europa, por convicción y por estilo; pero no vive en el pasado sino que lo hace hoy y para mañana.

En la Comedia Dante reúne todo su saber, su experiencia, su erudición y la sensibilidad que deseaba legar. Necesita una guía para el lector que no conozca a fondo aquellos dos siglos, pero el mensaje moral y cultural es igualmente válido. No está hecho para ser lectura obligatoria en las escuelas (aunque eso no dé la razón a Matteo Renzi en su bobada más reciente a propósito de Los novios). La Divina Comedia sólo secundariamente es una fuente de información para conocer aquella Italia: es un equipaje para conocernos a nosotros mismos, pesar qué somos y decidir dónde vamos como comunidad.

¿Puede usted ser europeo sin conocer a Dante? Sí, puede, si Europa para usted es un coto de caza para mercaderes triunfantes, diputados aplebeyados, sindicalistas engreídos y asesores pervertidos. Pero si usted quiere algo más y mejor en esta Pascua para sí mismo, para sus discípulos, para sus hijos, no lo dude: vuelva los ojos a la siempre segura Cátedra y regale a quien usted más quiera la traducción española de la edición del profesor Giorgio Petrocchi. No se arrepentirá, en mi opinión al menos. Y entenderá por qué no le gusta el mundo moderno, que no es poco.

Pascual Tamburri Bariain

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de marzo de 2015, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/regalos-clasicos-nadie-puede-hacer–141130.htm