Por Pascual Tamburri, 13 de abril de 2015.
Abraham Lincoln se ha convertido en un modelo para los políticos tras su asesinato. El problema de los mitos, como sabe ahora la candidata Clinton, es que no conviene creérselos.
El 15 de abril de 1865 el actor John Wilkes Booth disparó en el Teatro Ford de Washington a Abraham Lincoln. El presidente recibió un tiro en la nuca y murió como resultado. 150 años después una demócrata (como todo el mundo sabe, Lincoln era republicano) ha anunciado que aspira a sucederle en 2016; y eso aunque Hillary Clinton tendrá entonces casi 70 años y una gran experiencia política, en primera o en segunda persona, mientras que él llegó a la Casa Blanca casi novato y murió con 55 años.
En la corrección política universal, Lincoln es recordado como «el que acabó con la esclavitud». Para empezar, hay que matizar que ni Estados Unidos fue el primer país en hacerlo, ni el último en conseguirlo, ni esa era una promesa electoral de Lincoln al tomar el poder. Es más, su promesa era la contraria: respetar los derechos de los Estados dentro de la Constitución y evitar que sus propias ideas personales llevasen la Unión a la ruptura.
Efectivamente, el hombre al que estos días se va a recordar tanto y se va a mencionar aún más consiguió algunas cosas notables: mantuvo la unidad de los Estados Unidos, los convirtió combatiendo su guerra en una gran potencia militar y económica continental y finalmente derogó en todos ellos la esclavitud. Pero el precio que se pagó por eso no fue de los menores: la mitad de Estados Unidos quedó destruido por la guerra y su población arruinada, y los equilibrios de riqueza y bienestar cambiado entonces para siempre. Los Estados hoy más pobres, en el Sur, fueron antes de los más ricos.
Desde entonces y para siempre Estados Unidos ha quedado en manos de unos reducidos grupos de poderosos en términos económicos, sociales y culturales, y así sigue siendo, mientras que a la masa de población (y a todos los que siguen el modelo americano) le queda trabajar para lograr el único ideal omnicomprensivo (riqueza, bienestar y placer). El Sur quedó bajo una terrible ocupación militar durante años, en muchos casos con especuladores venidos del norte a enriquecerse en medio de la derrota e incluso gobernado por negros nombrados por las autoridades militares del Norte. Por eso también, la que hoy llamamos en España «Guerra de Secesión» es llamada en el Sur «War of Northern Aggression». De manera que quedan aún secuelas.
Lo que no se suele decir sobre la guerra de Lincoln (aparte de que nadie quería la secesión, sino que ésta se vio como un mal menor frente a la anulación por el presidente de los derechos de los Estados) es que en realidad el problema de la esclavitud era objetivamente minoritario y marginal. El sureño medio era agricultor y tenía hijos que se convertían en agricultores. Menos del 5% de los sureños tenían esclavos, cosa lógica porque un esclavo era algo mucho más caro que un hijo o un empleado. Si hubiese sido más por lucro que por tradición o por orgullo, habrían preferido liberar los esclavos. Menos del 2% de los sureños vivían en plantaciones (y no todos eran sus dueños). Esos campesinos, mineros, predicadores, comerciantes y aventureros del Sur… no lucharon por la esclavitud, sino para que sus Estados no perdiesen su identidad y su libertad.
Pero Lincoln fue un precursor y un hombre moderno en algo decisivo: supo hacer propaganda. Aún hoy seguimos colectivamente convencidos de su cultura universal, de su inteligencia, de su amor por la paz y el progreso, y de que luchó y murió por la libertad de otros hombres. Eso llega a nosotros a través de la propaganda, y se ha convertido en uno de los modelos de los políticos posteriores. A la formación de su mito ha ayudado también su asesinato. Hoy es Hillary Clinton la que aspira a su lugar, siendo candidata del partido que él odió toda su vida y del primer presidente negro. Serán un par de años de campaña divertida, y empiezan hoy con la cantidad de necedades que se van a decir y escribir, pero no pensar, sobre el centenario.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de abril de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/siglo-medio-esperando-hillary-clinton-pistola-mano-141427.html