Por Pascual Tamburri, 27 de abril de 2015.
En Vietnam, Estados Unidos fue humillado. Pero sus empresas han hecho un magnífico negocio desde la derrota. Y hoy Vietnam, USA y España comparten los mismos valores materialistas.
El 30 de abril sigue siendo fiesta en Vietnam. En todo Vietnam, un Vietnam oficialmente comunista, totalitario, con un solo partido y sin libertades de las que llaman «civiles». En 1975 Saigón fue conquistada por las tropas de Vietnam de Norte. La ciudad cambio de nombre y aún hoy sigue llevando el nombre del líder fundador del comunismo en Indochina, Ho Chi Minh. Estados Unidos, como antes Francia, fue derrotado por los comunistas vietnamitas, aunque el mayor precio humano lo pagaron (y lo siguen pagando) los que en Vietnam habían creído en el compromiso de Occidente contra el comunismo.
Vietnam celebra pues estos días los cuarenta años del final de su guerra civil. Sí, pese a que nuestros escolares crean lo contrario, había dos Vietnam, enfrentados, y el mundo comunista se volcó en apoyo del Norte mientras que los Estados Unidos de John Kennedy, Joan Baez y Jane Fonda acumularon todos los errores posibles para que el Vietnam anticomunista perdiese la guerra. Fue un episodio de la Guerra Fría, y el comunismo venció. Sabemos que, después, el comunismo fue derrotado pacíficamente y el muro de Berlín se desplomó. Pero las cosas pudieron ser de otra manera, como de hecho resultaron ser para muchos cientos de millones de hombres y mujeres. El comunismo pudo vencer como venció hace tres décadas en Saigón, y España hoy podría ser otra Polonia, otra Cuba, otro Vietnam.
Aterra pensar en las consecuencias de esa posibilidad evitada. Todo un sistema de valores, y la misma libertad individual y colectiva, habría desaparecido de Europa. Si es que no lo ha hecho. El cristianismo habría quedado relegado a las catacumbas y al silencio. Si es que no ha quedado. La propiedad privada, la libertad de empresa, la libertad de expresión, la democracia representativa: todo eso sería hoy historia.
Lógicamente serían también historia, o ni siquiera eso, los enemigos de clase o de convicciones del nuevo poder socialista. Empezamos a conocer hoy las cifras del Gulag, en su conjunto el mayor proceso de ingeniería social de la historia de la humanidad. Lo cual, en todo caso, es lógico en un sistema que desprecia las identidades individuales y las comunitarias, y que sólo quiere ver cifras. Terrible.
Ya, porque aunque el comunismo fue derrotado ha dejado tras de sí no pocos nostálgicos. Hay españoles que habrían deseado que los mismos carros que ocuparon Saigón en 1975 y Praga en 1968 hubiesen ocupado Madrid y Barcelona. Son pocos, pero influyentes. Y más numerosos son los que, sin llegar a tanto, habrían estado dispuestos a aceptar la situación, y reconocen aún hoy en la intimidad que pese a sus «errores» el socialismo era una buena idea. Hay personas que piensan así tanto en el mundo de ETA (todos) como en el del PSOE, IU y Podemos (casi todos). ¡Y en el del PP! (no pocos).
Las cosas fueron de otra manera. O eso nos pareció. En realidad, pensemos fríamente en aquella derrota que tantas muertes costó a Francia, a Estados Unidos y sobre todo a Vietnam. Venció el comunismo, entonces. Y después, cuando el socialismo demostró su inoperancia marxista en términos económicos, el comunismo no renunció a ninguno de sus valores ni a su cultura, y negoció una reorganización económica adecuada para la oligarquía comunista y para las grandes corporaciones capitalistas. De hecho, Vietnam como China vive hoy en un totalitarismo capitalista que nadie critica en Occidente, que es un magnífico negocio para algunos y que comparte los valores (¿valores?) de moda en el Occidente materialista. Así que Estados Unidos, aunque se retiró vergonzosamente derrotado, comparte hoy esos valores y los mismos negocios con China y con Vietnam.
Eso sí, mientras que el comunismo y sus valores son completamente respetados en este siglo XXI porque no afectan a los grandes negocios capitalistas, los valores permanentes no materialistas son inaceptables por igual para unos y para otros. Por ejemplo, cercano y reciente, lo que importa es el éxito económico empresarial, sea en Estados Unidos, en Vietnam o en España, pero el aborto es sacratísimo e intocable para esos mismos gobernantes, en nombre de no se sabe bien qué libertad. Así que gozamos de la misma libertad real que los nietos de Ho Chi Minh, de la mano de los que vendieron Vietnam en 1975 como después Irán, Irak o Libia.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 27 de abril de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/rambo-perdio-hace-anos-buen-negocio-para-algunos-141710.html