Navarra vota como Rajoy ha querido y va hacia el caos

Por Pascual Tamburri, 25 de mayo de 2015.

Los abertzales ganan y cuentan con Podemos. UPN gana pero no manda. El PSOE hundido ya no es decisivo. El PP apenas agoniza. Ciudadanos podía salvarlos, y lo anularon.

Navarra es más que una provincia. Durante dos generaciones esta comunidad ha sido el botín ansiado todos los abertzales, y la moneda de cambio de todos los que querían la amistad de nacionalista. Tras todo tipo de componendas, las elecciones municipales y forales deciden gracias a las nuevas fuerzas el futuro de Navarra. Es un símbolo del cambio en toda España, el cambio que culmina esta legislatura.

Navarra tendrá un Parlamento muy fragmentado, con 7 fuerzas (habiendo 14 candidaturas y más de un 70% de participación), sin mayorías claras y muchas opciones incluyendo la repetición de los comicios. O quizá no. Con mucho más del 90% escrutado, UPN de Javier Esparza ganaría las elecciones con 15 escaños, Geroa Bai de Uxue Barkos sería la segunda fuerza con 9, Bildu-Batasuna la tercera con Adolfo Araiz y 8. Cuartos Podemos con 7, quintos (¡quintos!) los del PSOE con otros 7, y en la cola PP e IU con 2 por cabeza, que no tendrían si estuviese en vigor la barrera del 5%.

Aunque no es lo habitual, hay que entender estos resultados empezando por abajo. Cuando el PP se refundó en Navarra en 2008-2009 su aspiración era cambiar Navarra y gobernarla. Hoy, simplemente y después de hacerse la gestión que Génova quiso, agoniza. Tenemos este panorama por voluntad de Mariano Rajoy, es decir un centro (que no derecha) acomplejado, dividido y con rencillas. Tantas que una gran parte de las fuerzas de UPN, PP y el Diario de Navarra se han dedicado en campaña a denunciar la escasa «foralidad» de Ciudadanos. Muy bien, ahí lo tienen: no hay Ciudadanos para aliarse, ni suma que dé mayoría.

Nadie puede gobernar en solitario ¿Qué alianzas podrían tener mayoría? Las mayorías con 26 o más diputados implican de un modo u otro cruzar barreras ideológicas entre los tres campos (constitucional, izquierda, abertzale). El PSN-PSOE, acostumbrado a ser objeto de subasta en coaliciones, ya no es necesario: ni con UPN y PP llega a los 26 de la mayoría, ni los abertzales y extrema izquierda lo necesitan para los 26, salvo por mera cortesía.

Decían las encuestas que un 45% de los votantes del PSN preferían un pacto UPN-PSN-PPN-Ciudadanos frente a un 29% que apostaba por el pacto PSN-Bildu-GeroaBai-Podemos-IU. El hecho es que el PSOE en Navarra, además de estar en su mínimo de todos los tiempos, no es necesario para nadie. Adiós, Chivite.

UPN tiene un examen de conciencia que hacer. No tienen un Rajoy ni un Cervera ni un Zalba a los que culpar como los del PP: Esparza pagará las culpas acumuladas de Miguel Sanz (y sus equipos) y de Yolanda Barcina. Es el precio de la crisis, es el desgaste… hombre, y también es la CAN malvendida, Volkswagen y sus impuestos, Osasuna y sus chanchullos, el AVE, el Arena, el circuito, las dietas, qué se yo… esas cosillas. Pero hoy el rostro de la derrota lo pone Javier Esparza.

Nacionalistas, Podemos e Izquierda Unida, sin necesitar siquiera la abstención del PSOE, pueden gobernar. Sólo el miedo del PNV, o sea de Geroa Bai, podría moderar el experimento. O los cálculos de Pablo Iglesias para noviembre, claro, porque Navarra es un símbolo. No sólo para ellos, pero especialmente para ellos. Lo que se avecina es la continuación de la construcción nacional (pero los que empezaron y continuaron con el vasco en la Administración, con el modelo D, con la masa de funcionarios incapacitados y/o sólo lingüísticamente capacitados, y tantas cosas, fueron justamente los que desde hoy van a empezar a lloriquear) .

Hace muy pocos días mi amigo Fernando José Vaquero Oroquieta explicaba en la competencia que estas elecciones podrían imponer «Un quinto criterio». ¿Por qué «quinto»? Porque hasta ahora los cuatro criterios imaginados para formar Gobierno en Navarra eran 1) el acuerdo económico patrocinado siempre por los poderes fácticos, «evitar que accedan al gobierno partidos que pongan en peligro la recuperación económica», 2) el acuerdo identitario-foral, «no apoyar a aquellas formaciones que pongan en cuestión la Constitución del 78», 3) el católico-libertario, «votar a los partidos han favorecido más claramente la libertad de educación, y 4) la «renovación«. La «quinta opción» de Vaquero, que sería el patriotismo español, no ha tenido ni intento de representación, y sin embargo es la única respuesta positiva y firme al frente de extrema izquierda y abertzale que se avecina. Por lo tanto, ahora mismo, o prevalecen las componendas interesadas entre los políticos profesionales o prevalece un realismo de servicio a los navarros, que hasta ahora ha faltado.

Balance apresurado de los resultados

Para el nacionalismo vasco, esto es una gran victoria, y también una advertencia. Nunca han pesado tanto en la política navarra sin necesitar subir en votos (de hecho, la gente los valora como siempre). Conociendo la blandura de los centristas por el lado de la cartera y la ternura de los socialistas por el lado de volver a mandar, será un camino duro pero muy posible. Eso sí: que noten, como debe notar el PP, aquí y en Madrid, que la abstención se ha multiplicado justo donde la identidad nacional española está más marcada. O los partidos de ´centro´ van a cambiar, o surgirán nuevas fuerzas que paren a los afines a la ETA y a todos los enemigos de España. Y así será.

Para la izquierda no abertzale es una hecatombe, pero también una oportunidad. El PSOE queda reducido al penúltimo suspiro, pero sus votos serán subastados a alto precio en el parlamento de Navarra y más en algunos Ayuntamientos. Subasta, literalmente, conociéndonos. Para Izquierda Unida es la supervivencia, al precio que sea, y ya es más de lo que esperaban en su soviet. Para Podemos, en cambio, esto es la gloria misma. Sus votos en Navarra son necesarios para casi cualquier cosa que los abertzales vayan a hacer. Con eso se consolidarán y terminarán de erosionar a PSOE e IU, hasta la yugular. Y eso sin tener un partido montado.

Para el ´constitucionalismo´ fuerista de ´centro´ esto es una derrota, y también una humillación. Doble. UPN ha jugado al miedo a Podemos y Bildu y al desprecio navarrista y fuerista contra Ciudadanos. Estos son los resultados de semejante estrategia: la destrucción de toda la obra de don Jesús Aizpún. Muchas gracias, ya analizaremos nombres y momentos que explican éste. UPN consigue salvar los muebles, pero no hay con quién aliarse ni apoyos que conseguir. Y del PP ya hemos hablado: el PP de Navarra ha sido lo que Mariano Rajoy ha querido desde 2008. Pudo querer un gran partido nacional, para el que había y hay espacio; pero no quiso, y se limitó a hacer un recinto pequeño de profesionales pacatos y sobre todo sin grandes horizontes. Aquí tienen el maravilloso resultado, una Navarra que se arriesga a no ser ni foral ni española, que sobrevive por los pelos y sólo gracias al cambio de la Ley electoral de Miguel Sanz. No se me ocurre el nombre de nadie que no deba dimitir ya y dejar espacio a personas que de verdad crean en esto. Y no, no hablo del pobre derrotado de la jornada, Javier Esparza; él mismo se lo agradecerá en su momento a todos los Sanz, Goñi, Artajo y Catalán (Antonio, no Alberto, obviamente) .

Y por supuesto, hay un espantajo que se agita ya mucho; si no hay acuerdo, no hay gobierno; y sin gobierno, hay nuevas elecciones. Tampoco es una tragedia griega, ya que supuestamente estamos en una democracia… por ahora, claro, vistos los resultados.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de mayo de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/navarra-vota-como-rajoy-querido-hacia-caos-142236.html