Por Pascual Tamburri, 29 de junio de 2015.
¿Los estudios son para ganar dinero? La Educación es más y es antes que la Economía, y hacen falta políticos, profesores y estudiantes que lo recuerden. Si no, seremos un país sumiso.
Íñigo Méndez de Vigo ha sustituido a José Ignacio Wert como ministro de Educación, Cultura y Deporte. Es verdad que el ex ministro ha sido muy criticado por la LOMCE. Aún me sorprende que lo hayan criticado por lo que ha hecho, y no por todo lo que podría haber hecho –mucho más, con una irrepetible mayoría absoluta. ¿Esperábamos más y mejor? Sí. ¿Cambiar ahora es acertado? No, porque implica aceptar la razón de las críticas, que no la tienen salvo desde el punto de vista progre en Educación.
Ya recordamos aquí cómo también en Italia cada vez más los chicos abandonan la escuela que antes formaba a los dirigentes del país, el Liceo, y escapan hacia materias más ¿útiles? La retórica sobre la «utilidad» de los estudios «prácticos» se hace universal, y claramente parece impuesta desde los habituales poderes ideológicos. Wert intentó cambiar unas pocas cosas, pero no en eso, y no usó su fuerza para dar el giro que hacía falta. No ha traído más historia, más literatura, más latín ni más griego, sino menos, y no se ha ganado ni un solo amigo. Méndez de Vigo podría y debería leer, para sus pocos meses de poder, esta entrevista francesa e italiana sobre el asunto…
«La última reforma educativa, asociada al enésimo cambio de programas, le ha supuesto al ministro [francés] una gran oposición. Además del abandono programado del latín y del griego, la gran víctima es la enseñanza de la historia. Y en cambio hubo un tiempo en el que a la izquierda le gustaba la historia, por lo menos la suya… ¿Por qué esta saña?»
¿A qué da nombre la historia? Es el nombre del mundo de antes. Quien quiere hacer tabula rasa del pasado, quien quiere crear un «hombre nuevo», no ama el pasado. ¿Por qué? Porque aporta el testimonio de otro sistema de pensamiento, de otro modelo de organización política, de valores distintos de aquellos a los que ellos rinden culto. En los primeros siglos de nuestra era, había monjes cristianos que recorrían el campo para abatir o mutilar la estatuas paganas, derribar las columnas, destruir e incendiar los templos, por la misma razón que hoy los yihadistas atacan las obras maestras de la cultura preislámica: para hacer desaparecer los testimonios del mundo como era antes.
Esa iconoclastia no excluye la de la historia. Quienes hoy apelan a la democracia parece que han olvidado que los artífices de la Revolución Francesa tenían constantemente en mente el ejemplo de Esparta o de Roma. El mismo Rousseau decía «cuando se lee la historia antigua, uno puede creerse transportado a otro universo y entre otros seres. ¿Qué tienen en común los franceses, los ingleses y los rusos con los romanos y los griegos?… Las fuertes almas de éstos pueden parecer exageraciones de la Historia a los otros. Y sin embargo, han existido…» (en Consideraciones sobre el Gobierno de Polonia) .
Como Christiane Taubira, Najat Vallaud-Belkacem [la ministra francesa de educación] es evidentemente una ideóloga. Pero reducir la reforma a una persona no lleva a nada más que a insultos. Ella sigue en realidad un camino que fue iniciado por los que la han precedido, incluyendo gobiernos de derechas, desde la «escuela única» de René Haby (1975) a la manipulación de la formación de los maestros (2008). Por lo demás, esta reforma es de clara inspiración liberal, porque no hay nada más conforme a la ideología liberal que considera al alumno un indivuduo llamado a «construirse por sí mismo sus propios saberes». Tampoco hay que equivocarse: las familias son muy a menudo cómplices de una concepción economicista y utilitaria de la escuela. Najat Vallaud-Belkacem insiste en decir que el amor al latín y al griego corresponde a una élite. Pero las élites burguesas hoy se vinculan en cambio al inglés y la economía.
«(…) La enseñanza de la historia pronto podría ceñirse a una historia del ´bien´ contra el ´mal´. ¿Hasta cuándo?»
La obsesión de los defensores del pedagogismo, y lo dicen ellos mismos, es por la «memoria histórica». Cierto, la historia y la memoria son dos cosas bien diferentes. Pero en la enseñanza se confunden inevitablemente: para un joven francés, aprender historia de Francia significa no ser hijo sólo de su propia época sino también ser heredero de una larga estirpe de hombres y de mujeres fieles a valores diferentes de los que hoy se enseñan. El riesgo es que los compare, y quizá incluso que termine pensando que «antes era mejor». Eso es lo que quieren evitar. Ocultar la continuidad permite borrar la necesidad de transmitir.
Hay tres medios para llegar a ese resultado: dejar de enseñar historia, desmontarla o ahogarla en la indeterminada «interdisciplinariedad», o sea quedarnos sólo con los acontecimientos que devalúan. Así, la esclavitud, la trata de negros, la colonización, las persecuciones antijudías ya son pretextos para incesantes arrepentimientos a través de los cuales los poderes públicos sugieren hasta qué punto llega nuestra «culpabilidad» (por cierto, entre las páginas negras se olvidan siempre otras, como la devastación del Palatinado por Luis XIV o el genocidio de la Vandea) .
La transformación de las asignaturas de historia en cursos de moral –oblativa y lacrimosa- desarrolla así un sentimiento de «culpa nacional», que lleva a una nación abierta a todo menos a sí misma, un país que «no sabe dónde va y por tanto no sabe decir de dónde viene», como ha dicho Pierre Nora. El resultado fue bien descrito por el escritor checo Milan Hübl, muerto en 1989: «Para liquidar a los pueblos, se empieza por quitarles su memoria. Se destruyen sus libros, si cultura, su historia. Después algún otro escribe otros libros, les da otra cultura, inventa para ellos otra historia. Después el pueblo empieza lentamente a olvidar lo que es y lo que era. Y el mundo a su alrededor lo olvida aún más rápido«.
Entrevista de Nicolas Gauthier a Alain de Benoist, ´La obsesión del pedagogismo´, publicada en Boulevard Voltaire el 21 de mayo de 2015, y en Diorama Letterario nº325
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de junio de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/triste-legado-igualitario-wert-mendez-vigo-142952.html