Pobre de mí, un terrible escándalo en San Fermín. ¡Pecado!

Por Pascual Tamburri, 10 de julio de 2015.

Las ´pecaminosas´ sesiones de cabaret en el Gayarre deben de ser la mayor amenaza para la identidad de la Navarra foral y española. Con los ojos de una pequeña burguesía miope del siglo XIX.

En unos días, Navarra tendrá un nuevo gobierno, presidido por una abertzale. Ya tiene un alcalde de Bildu-ETA-Batasuna en Pamplona. Pero va a resultar que el verdadero escándalo no está ni en Uxue Barkos, presidenta con mayoría parlamentaria pero sin mayoría social, ni en Joseba Asiron, alcalde con sólo cinco concejales. No. Va a resultar que el problema más grave que afecta al presente y el futuro de los navarros es la escandalosa publicidad del teatro musical…

Terrible. El cartel promocional del espectáculo The Hole 2, que ha podido verse en el Teatro Gayarre del 1 al 12 de julio, ha parecido lo más abominable a algunas conciencias pacatas (que no tradicionales), melindrosas (que no rigurosas) o simplemente preocupadas por las apariencias (que no por las realidades). Terrible.

Espantoso. No digo yo que el cartel no sea «demasiado explícito». De hecho lo es, y probablemente deba serlo y casi siempre en el último siglo y medio lo haya sido. Es un espectáculo musical, que se programa en coincidencia con San Fermín, digamos canalla, burlesco, cómico, desvergonzado, atrevido, entre circo y teatro, provocador, musical e interactivo. O sea, lo que viene siendo desde el siglo XIX el cabaret, con un plus de teatro, de variedades y de revista. Espantoso.

Nada especialmente original, debo decir. No tengo nada malo ni bueno que decir de la productora LetsGo Company, salvo desearle el mayor éxito en lo suyo. No me parece una grandísima obra de arte, ni tampoco nada reprobable, sino algo muy consolidado, muy arraigado entre nosotros. No es desde luego ópera, ni un exquisito concierto de violín, ni un ballet ruso, ni una obra de Calderón (aunque no dudo que podría gustar a Lope de Vega) pero creo que buscar una censura o condena de este espectáculo y de su publicidad es lo menos sanferminero que cabe imaginar.

Las fiestas, sean sanfermines sean pilares sean las fiestas de cada uno de nuestros pueblos y ciudades, son, y lo son desde antes de la era cristiana, motivo de libertad, de ruptura temporal de las normas, corsés y rutinas. Pamplona estaba antes de San Fermín llena de anuncios de «The Hole». ¡Y había piernas desnudas a la vista de todos!

Hagamos «memoria histórica» si queréis. Hace muchos años un viejo excombatiente más o menos carlista y muy condecorado traía cada año por fiestas bailarinas al pueblo, ¡que montaban cada día un espectáculo! Y luego él, que había contratado a las pecadoras en sanfermines, se gastaba los magros beneficios en cabarets, revistas y otras cosas peores en las fiestas de Zaragoza. Así que lo que The Hole tenga de escandaloso para conciencias muy rígidas (para algunas cosas sólo, especialmente de la ingle pero no del bolsillo ni del cargo) no lo puede tener de novedad, porque es algo que ha estado ahí desde antes del mismo encierro, aunque aún no habían llegado a Pompaelo ciertas pequeñísimas burguesías pretenciosas, trepas y emponzoñadas.

La vieja Pamplona, que si de algo pecaba durante el año era de clerical, levítica, santurrona, chupacirios, malpensada, sosa, hipócrita, rancia y aburrida, era en San Fermín, y puede seguir siendo, tan de aurresku como de cabaret. No es lo uno contra lo otro, sino las dos cosas y muchas más, todo el año además, en una Pamplona que no es «decente» ni dejará de serlo porque en un espectáculo se enseñen las piernas y las lentejuelas. Si algo tenía de bueno San Fermín, el de siempre, era la libertad que nos contaba el añorado Rafael García Serrano –que no era precisamente ni meapilas por un lado ni bolchevique por el otro. No perdamos esa libertad. Aunque la vara la tenga Asiron, no dejemos que la única alternativa a él y sus amigos asesinos y separatistas sea escandalizarse por espectáculos que en el fondo son una muestra de inocencia.

En lo personal, yo quiero una Pamplona y una Navarra distintas de las de Joseba Asiron y Adolfo Araiz, pero también diferentes de las que mataron de pura tristeza a Ángel María Pascual y relegaron al áspero claustro gris a don Fermín Yzurdiaga, almas grandes y universales rodeadas de pequeñeces, de miserias y de miopía roñosa. No dejemos, por celos alicortos, que el cabaret sea símbolo de los de Asirones, los etarras y los sumisos en vez de serlo, como debe, de una Pamplona libre, española y rebelde. Porque sí hay «media Pamplona al menos que no se resigna a morir», pero su frontera y su frente no son los calzoncillos ni las bragas ni las sábanas de nadie.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 10 de julio de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/pobre-terrible-escandalo-fermin-pecado-143178.html