Por Pascual Tamburri, 22 de septiembre de 2015.
La heráldica fue capaz durante siglos de comunicar a todos la identidad de cada uno. Y su permanencia en piedra impide negar lo que España fue, una y unida.
Viajar por España es darse cuenta de que sigue habiendo Pirineos, en muchas cosas, pero no hay fronteras importantes de ellos a esta parte. En todas las Españas – también al otro lado de los Océanos- nos encontramos cada día símbolos y testimonios que niegan las fracturas entre españoles a lo largo de los siglos. Y al mismo tiempo desmienten la vulgata autonomista, regionalista, nacionalista o como se llame, y sus invenciones para contar (mal) el pasado) .
Mondoñedo, pequeña y acogedora ciudad episcopal, tiene dos muestras heráldicas de una España unida de la que hoy está prohibido hablar. Allí, el palacio del Concejo, es de estilo barroco pues se rehízo a comienzos del siglo XVIII pero parte de materiales más antiguos, con sillería granítica y cubierto con pizarra como corresponde a la zona. Es del arquitecto Lucas Ferro Cavaeiro, tiene paredes de granito y techo de pizarra, en el frente se pueden ver una hornacina con la imagen de San Roque en una talla en madera policromada y un balcón corrido de hierro forjado muy simple. Actualmente alberga en su interior la Biblioteca Pública Municipal, la Oficina Municipal de Turismo y una Sala de Exposiciones.
Pero lo que más nos interesa en este caso es que en el frontis que mira hacia la Catedral hallamos, rescatado, el escudo imperial del Rey Carlos I. Es, obviamente, un escudo cuartelado; y cabe suponer de él los colores pese a la hermosa piedra gris. En el primer y en el cuarto cuartel, contracuartelado de Castilla y León (primero y cuarto, cuartelado de gules y un castillo de oro, almenado de tres almenas, con tres torres, la de en medio mayor y cada torre también con tres almenas, y segunda y tercera de plata y un león de púrpura, coronado lenguado y armado de oro). En el segundo cuartel, contracuartelado, Galicia (cáliz de oro abierto en campo de azur), Borgoña moderna (de azur, sembrado de flores de lis de oro y bordura componada, cantonada de plata y gules), Borgoña antigua (bandado de oro y de azur con bordura de gules)) y Navarra (bloca en oro en forma de cadena, sobre campo de gules y quizá con esmeralda de sinople en el corazón del umbón). En el tercer cuartel, contracuartelado también, Galicia, Sicilia ultra y citra (partido en aspa de Aragón y del Imperio), Borgoña antigua y Navarra. En punta, Granada (entado en punta de plata y una granada al natural, rajada de gules y con dos hojas de sinople) .
El conjunto del escudo está rodeado con el collar del Toisón de Oro, soportado por el águila bicéfala del Sacro Imperio Romano y acompañado de dos columnas de plata, con la base y capitel de oro, probablemente sobre ondas de azur o azul y plata, y rodeando las columnas una cinta de gules o rojo, cargada de letras de oro, en la diestra «Plus» y en la siniestra «Ultra». Timbra el conjunto la corona imperial cerrada, con pedrería y con forma de mitra. Pero lo notable no es la ausencia de algunos cuarteles o su presencia.
Un escudo imperial similar, y también con Navarra en sus cuarteles, fue labrado en Mondoñedo en 1548 cerca de la catedral y de la zona tradicional de mercado. El promotor de la fuente fue el obispo don Diego de Soto. La fuente, que se encuentra en un nivel inferior a la calzada, está construida en granito y cubierta por una bóveda de cañón causando la impresión de que el agua brota de una cueva. Pero ésta no es natura sino artificial. La cubierta es a dos aguas y está coronada con un gran escudo imperial, con una venera sobre él.
¿Y por qué Navarra? Porque contra lo repetido desde la ignorancia, los reyes desde Fernando I a Fernando VII sí usaron frecuentemente el escudo de su reino de Navarra entre las armas de España. No era necesario, porque el reino quedó unido personal e indisolublemente a la Corona de Castilla –pregúntese a Juan de Jaso, que algo de Derecho supo-; pero sí una libre opción de cada ejecución de la heráldica regia. En el escudo del rey Fernando desde 1512, en el del Emperador, en los de Felipe II, III y IV, en el de Carlos II y también en los borbónicos de Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII estuvo presente Navarra, en incluso en los siglos XIX y XX cuando la definición oficial no era especialmente clara.
Quedan por toda España evidencias de que Navarra ha sido España durante siglos (desde antes de llamarse Navarra, por supuesto, o de tener escudo, de hecho), del mismo modo que vemos cómo Aragón –con toda su Corona- lo fue igual tiempo. Y esto sin considerar los tiempos y formas preheráldicos. Pero en fin, qué vamos a contar en unos tiempos en los que los políticos (en Navarra) machacan escudos y testimonios históricos en nombre de la memoria (¿van a picar ya el escudo imperial de Viana?, los gobernantes (en España) no usan su mayoría para proteger esos símbolos del pasado y los administradores regionales (en Cataluña) insisten en apropiarse de las barras de Aragón. En fin, si no bastan los escudos algo habrá que hacer para iluminar lo evidente.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 22 de septiembre de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/pesadilla-nacionalistas-heraldica-espana-144195.html