¿Qué se puede negociar con Mas? ¿Nada es demasiado?

Por Pascual Tamburri, 25 de septiembre de 2015.

Los depositarios de la soberanía nacional son custodios de principios innegociables. Ni por riqueza, ni por partido, es aceptable hablar de trocear España.

El 23 de enero de 2013, el Parlamento de Cataluña aprobó una Declaración de Soberanía, promovida por el Gobierno presidido por este mismo Artur Mas. Técnicamente, allí empezó lo que estamos viviendo estos días, la pretensión soberana e independiente de las instituciones catalanas. Sin embargo, aún nadie ha respondido institucionalmente a este proyecto, y el Gobierno de España se ha limitado, una vez más, a zalamerías y complacencias con los enemigos de la Patria y de su libertad. Antes de que lleguemos a lo peor, conviene dejar muy claros algunos conceptos.

a. No es una cuestión jurídica ni constitucional. «El Tribunal Constitucional, en su sentencia del 25 de marzo de 2014, ha declarado inconstitucional y nulo el principio primero de la declaración Soberanista del Parlamento catalán, según el cual el pueblo de Cataluña tiene, por razones de legitimidad democrática, carácter de sujeto político y jurídico soberano. El TC considera que este principio vulnera los artículos de la Constitución 1.2 (que declara que la soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado) y 2 (que establece que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles), así como los artículos 1 y 2.4 del Estatuto de Autonomía de Cataluña, que establecen que Cataluña ejerce su autogobierno y la Generalitat sus poderes de acuerdo a la Constitución Española. En dicha sentencia, los magistrados del Tribunal Constitucional acuerdan por unanimidad que en el marco de la Constitución, una Comunidad Autónoma no puede unilateralmente convocar un referéndum de autodeterminación para decidir sobre su integración en España«. España no es una porque lo diga la constitución vigente sino que, al revés, ésta dice eso porque España es el único sujeto soberano y lo es desde antes de toda constitución.

b. Sólo hay una soberanía. «El reconocimiento al pueblo de Cataluña de la cualidad de soberano, no contemplada en nuestra Constitución para las nacionalidades y regiones que integran el Estado, resulta incompatible con el artículo 2 de la Constitución Española, pues supone quebrar por su sola voluntad lo que la Constitución declara como su propio fundamento en el citado precepto constitucional: ´la indisoluble unidad de la Nación española´. Los doce magistrados del TC señalan que si en el actual ordenamiento constitucional solo el pueblo español es soberano y lo es de manera exclusiva e indivisible, a ningún otro sujeto y órgano del Estado o a ninguna fracción de ese pueblo puede un poder público atribuirle la cualidad de soberano«. Dicho de otro modo: Cataluña y cada uno de los catalanes son soberanos, como parte inseparable de la nación española.

c. No es una cuestión de mayorías o minorías. Aunque Artur Mas fracase o triunfe, los hechos esenciales no cambian: Cataluña es España y todos los catalanes son españoles. No importa a estos efectos que lo sepan o no, que lo reconozcan o no: por sí mismos y también los que no quieren son españoles. Por eso no tiene sentido someter a consulta un hecho indudable, que no depende en ningún caso de la opinión popular.

d. La autonomía es graduable, como se vio en la Transición. Puede haber más o menos, aunque por supuesto sembrar autonomía lleva a tener que recolectar independencia. Si un nacionalista sabe esperar, el camino más cómodo para él es la autonomía, al estilo español; si tiene prisa, y si la autonomía no le basta, buscar de golpe la independencia puede llevar a que sus enemigos reaccionemos con la misma contundencia y claridad, que es algo que ellos, pacatos, siempre buscan evitar (y con Rajoy, lo consiguen tanto como con Zapatero) .

e. No se puede dar lo que no se tiene, y por eso mismo España, que no es en lo más íntimo independiente, no puede conceder la independencia a ninguna de sus partes. Ante todo, por conservar su identidad; pero además y sobre todo porque difícilmente si uno no es realmente soberano puede conceder a nadie soberanías. Necesitamos una España unida e independiente, por el bien de todos, e incluso si esto –oh, escándalo- supone sacrificios económicos o de nivel de vida.

Para vergüenza de Margallo, el que nada supo, se puede negociar el tiempo, la forma, pero no la esencia de las cosas. Podemos ser más o menos complacientes en lo menor con nuestras provincias orientales, pero no es posible reconocerles soberanía alguna. Quien lo haga estará colocando sus intereses de casta y de partido por encima de la nación, y eso es algo que algunos aún no estamos en disposición de aceptar.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 25 de septiembre de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/puede-negociar-nada-demasiado-144282.html