Por Pascual Tamburri, 13 de octubre de 2015.
Gran Bretaña fue hace 75 años la única resistencia contra el fascismo. El Occidente de hoy es el magnífico resultado de los éxitos de UK y luego URSS y USA.
Hace 75 años el Eje pasó verano y otoño con una Francia derrotada y ocupada y con un Reino Unido militarmente incapacitado, excepto en su parte naval y sólo en parte. Era el momento que los británicos habían temido más largamente: sin un Ejército de Tierra en condiciones, con una Fuerza Aérea herida en la Batalla de Francia y aún no reconstruida, y con una Flota grande pero necesitada para defender un Imperio enorme y amenazado y unas líneas de comunicación inmensas y débiles. Una Alemania victoriosa llamaba a la puerta del Canal mientras Estados Unidos vivía aislado su neutralidad, la Unión Soviética se había aliado a Hitler y la democracia parecía destinada a ser un recuerdo en el mundo.
En la noche del 7 de septiembre de 1940, en Inglaterra y Gales sonaron las campanas de las iglesias como señal oficial de que había empezado la invasión alemana. Se activaron las tropas de reserva y de la Home Guard. La creencia en que los invasores atacaban venía confirmada por el cambio en la ofensiva aérea, a la que se empezaron a unir ataques a la ciudad de Londres. De todos modos, desde la derrota en el Norte de Francia en mayo y junio de 1940 era seguro que los alemanes estaban preparando algo contra los británicos.
Aunque pudieron lanzar una ofensiva aérea total y sin interrupción en junio, no lo hicieron, y los ingleses pudieron prepararse mientras ellos también lo hacían. Bien o mal, mientras a final de verano y en otoño el mariscal Göring pretendió hacerse con el control del cielo para su Luftwaffe, la Kriegsmarine reunió una flotilla de unas 2000 barcazas en los puertos del Canal de la Mancha, imprescindibles para un desembarco pero necesitada de una escolta aérea ya que la Marina no podía proporcionarla. Era una operación colosal a la que se dio el nombre de León Marino, Sealion, y que nunca se lanzó adelante por falta de decisión en los más altos vértices del Reich.
Junto a Göring, los mariscales del Aire Albert Kesselring y Hugo Sperrle sabían que era necesaria una victoria técnica en la que luego se llamó ´Batalla de Inglaterra´ para poderse plantear la operación León Marino. En números de cazas derribados, los alemanes vencieron, pero no estaba ahí la victoria: los británicos lograron no perder la superioridad aérea sobre sus ciudades, y sobre todo consiguieron mantener en pie su producción aérea y sus infraestructuras, quizá más impacientando a los alemanes que derrotándolos en combate. Usaron bien sus medios y gracias a los mariscales Keith Rodney Park y Hugh Dowding su caza fue más eficaz de lo previsto así como su detección, y aun así pudieron ser derrotados.
Tras la derrota del ejército anglo-francés en Dunkerque (fin de mayo de 1940) y la rendición de Francia (22 de junio de 1940), las cosas parecían hechas. Una cuarta parte de la caza inglesa había caído en Francia, y lo que se había salvado de su Ejército era sólo una parte de sus efectivos humanos. A finales de agosto del 40, con la operación llamada por Göring «Día del Águila», la Luftwafe realizó un costoso esfuerzo pero la RAF estuvo al borde de su derrota, que habría llegado de no haberse abandonado la destrucción de los enemigos del aire como prioridad.
El ataque alemán fue sacrificado y en principio numéricamente exitoso. Hoy sabemos que un uso adecuado de la superioridad aérea puede anular el poder naval, pero eso aún no estaba del todo claro entonces; por otro lado a muchos, en ambos bandos, parecía inevitable una paz negociada ya que una victoria británica parecía muy improbable y una del Eje muy costosa. Más que en el Aire o en el Mar, hace 75 años lo que se demostró fue la importancia de las decisiones en política. El Blitz alemán fue muy destructivo para las ciudades inglesas y no supuso realmente una victoria militar británica, pero distrajo a los alemanes de su camino hacia León Marino.
La obstinación de Hitler en quererse ganar la amistad británica y en ver muy difícil la victoria completa en una invasión sólo fue menor al empecinamiento de Winston Churchill en querer seguir combatiendo una guerra que a los líderes políticos y militares británicos parecía objetivamente perdida. Bien, hoy parece fácil decir que Churchill fue heroicamente acertado pero, ¿realmente el Imperio Británico salió victorioso de León Marino y de la Segunda Guerra Mundial? Porque los británicos evitaron en 1940 ser invadidos y 4 años después volvieron al continente, pero en 1945 eran la potencia más endeudada del mundo (salvo la URSS) y en 1947 perdieron la India, razón de ser de su Imperio, para rápidamente perder todo su Imperio y su misma condición de gran potencia mundial. Es verdad, el León no aprendió a nadar y los británicos se salvaron de él pero visto lo visto, ¿qué les habría convenido más?.
Pascual Tamburri
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 13 de octubre de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/leon-aprendio-nadar-sigue-chapoteando-144572.html