Mejor tarde que nunca: ni scouts, ni católicos, ni españoles

Por Pascual Tamburri, 22 de octubre de 2016.

El arzobispo disolvió el 10 de octubre la Asociación de Scout Católicos de Navarra, que dependía hasta ahora formalmente de don Francisco Pérez González y que fue creada, respaldada y defendida por sus antecesores desde 1956. La sigla es propiedad de la diócesis, como es lógico si han de ser «católicos» en su enseña y si -sobre todo- han de beneficiarse de la infraestructura, del apoyo y de los medios de las parroquias, de los colegios y del mismo arzobispado. Con esto no deja de haber exploradores católicos en Navarra; simplemente, el arzobispo usa toda su autoridad para disolver la asociación existente y la usará para lanzar otra que responda mejor a lo que se supone de unos scouts católicos, que justifiquen, por tanto, el apoyo material, legal y espiritual que la diócesis ha dado desde hace seis décadas, marcadamente desde 1973, en plena Transición. Y es que don Francisco y su equipo han descubierto que había una «falta de sintonía» entre la Iglesia y la Asociación Scout Católica.

Dice el para nada neutral “Diario de Noticias” que «El Arzobispado crea una crisis en los Scouts Católicos al disolver su asociación navarra». Pero un titular más adecuado sería: «El Arzobispado se da cuenta, cuarenta años tarde, de que sus scouts no son ni católicos, ni españoles, ni navarros, ni scouts; excepto a la hora de usar instalaciones y de pedir dinero».

Veamos por qué.

La asociación pertenecía a la diócesis, que la creó. Y reunía ahora a unos 1.200 jóvenes, que fueron más en tiempos y que siempre supieron que era de nombre una asociación scout y católica. ¿Diremos que se «ha creado una crisis interna debido a la situación de incertidumbre y a las discrepancias y la falta de entendimiento que desde algunos grupos observan entre sus bases y el Arzobispado»? Diremos más bien que los que controlaban esos grupos y los que los formaron a ellos y los han seguido dirigiendo no seguían ni las normas del escultismo ni las indicaciones de su iglesia, lo que es bien distinto. Eso sí, en su honor hay que decir que nunca pretendieron engañar a nadie, que siempre habían dejado muy claras sus prioridades, de palabra y de obra, y que sólo una Iglesia con muchos miedos ha podido permanecer ciega a esta situación tanto tiempo. Hasta ahora.

¿Discrepancias? Varias y muy claras. Desde tiempos de Lord Baden-Powell, «el escultismo es una filosofía de vida en la que se enseña el respeto por la naturaleza, la tolerancia, la igualdad, el compañerismo, la actividad física y la capacidad de superar adversidades e incomodidades»; y cuyos tres principios scout se recogen en su promesa y en su saludo. Tales principios son Dios, patria y familia, que en el caso de unos grupos confesionalmente católicos se unirán a la Fe. Busquemos pues si la asociación era lo que sus fundadores y su diócesis decían u otra cosa.

¿Era una asociación católica? No. En un informe elaborado recientemente por el comisario diocesano, Ion Díaz Elduayen, dice que «una gran mayoría de los consiliarios de los grupos scout manifestaron que una de las dificultades por las que pasaba la asociación era la confesionalidad». No es «un ámbito de conflicto» sobre «la manera de entender y practicar el cristianismo», sino que las Tropas navarras no eran espacios para vivir, ahondar y hacer ejemplar el cristianismo. A menudo están siendo espacios donde se difunden y viven cosas muy alejadas de lo que la Iglesia enseña, e incluso de lo que un escultismo no católico pero sí coherente como el de Baden-Powell enseñaba.

¿Era una asociación apolítica y a la vez patriótica? No, en ningún sentido. No es ya un conflicto entre monitores (e inspiradores de monitores) y arzobispado «en cuanto a la nomenclatura y marcos de representatividad más allá de Navarra». Se trata de que esta Asociación de Scouts Católicos de Navarra se llama formalmente «Euskalerriko Eskatuak Nafarroa», y de que desde la Transición ha sido -unas Tropas mucho más que otras, por supuesto- un foco de difusión entre niños y jóvenes de una identidad vasca y abertzale, del idioma vascuence entendido como símbolo de identidad nacional, y bastante más que eso en ocasiones. No celebran San Jorge, como el resto de scouts españoles y del mundo, sino un Gorka Deuna, incluyendo en él un taller de presos políticos. Ninguna concesión en cambio a la identidad nacional española, con lo cual teníamos una asociación diocesana haciendo política en una cierta dirección, sólo en ella, a veces fuera de la Ley (me callo un par de sucesos históricos bien conocidos de la bien conocida tropa ignaciana: ya es oficial que la patria en la que educan a sus militantes es “Euskal Herria” y que lo hacen con un explícito compromiso político) y haciéndola además con jóvenes y niños llegados allí atraídos por una etiqueta católica y… scout.

¿Eran scouts? Si estuviésemos en Estados Unidos o en la misma Inglaterra bastaría un vistazo para responder: no. No porque no hay activismo de aire libre y de calle, ni uniformados ni disciplinados. Pero incluso reduciendo la uniformidad a la pañoleta, lo que es mucho reducir, no trabajaban la educación no formal y la formación en valores como supuestamente lo hacen los scouts de todo el mundo, católicos o no. Además de los grupos ya no integrados en la asociación tienen que decidir su destino Lykos (Noáin), Gundemaro (Marcilla), Ibaialde (Tafalla), San Andrés (Villava), Dendari Izar (Pamplona), Baracea (Pamplona), Jairoi (Pamplona), Mikael (Pamplona) y la siempre inquieta Vª Tropa (Jesuitas, Pamplona). Nótese que con los años han desaparecido los grupos y tropas de Lecároz, San Adrian, Estella, Aoiz, Olazagutía y Vera de Bidasoa, por ejemplo. No por casualidad, por cierto: se ve que el escultismo, utilizado para cierta difusión en la Cuenca, zona media y Ribera, no era útil ya en la Montaña y no arraigó en la Ribera más honda.

Si uno apuntaba a su hijo a una de las tropas afectadas sabía que habría, sí, un consiliario religioso, pero sabía también que los Euskalerriko Eskatuak Nafarroa (EEN-SCN) harían siempre actividades bajo la ikurriña y nunca bajo la bandera nacional, y con una lectura sorprendente o inexistente de qué supone ser católico. El obispo sólo hace lo que es su derecho: deja libres a todos -a las personas y a los grupos- de construir un escultismo católico y sin política o de seguir otros rumbos, yendo si quieren al Nafarroa Oinez o a fumar lo que quieran. Veremos en su momento qué sucede con la Escuela de Tiempo Libre Saioa, formadora de monitores de aire libre.

Esta noticia le disgustará a Joseba Asirón, antiguo Scout Católico de España y actual alcalde de Pamplona. Bueno, de Iruñea. O quizá use la oportunidad para crear otra federación scout, por fin abiertamente separatista, y así nadie se llamará a engaño. A mí no me disgusta, aunque entiendo el dolor de muchos en varios sentidos. Quizá tuviesen razón los que criticaron la llegada del escultismo, y más del escultismo confesional, a España. El Arzobispo ha descubierto, con el natural retraso al que unos llaman prudencia clerical y otros a veces cobardía timorata, que los Scouts católicos de Navarra no eran, como comunidad, ni católicos, ni españoles por supuesto, ni identificados con Navarra y ni siquiera… Scouts. Laus Deo. Que sea para bien.

Pascual Tamburri Bariain
La tribuna del país vasco, 22 de octubre de 2016.
https://latribunadelpaisvasco.com/not/5467/mejor-tarde-que-nunca-ni-scouts-ni-catolicos-ni-espanoles/