Por Pascual Tamburri, 19 de noviembre de 2016.
Del Burgo, Aizpún y Arbeloa acaban de ser llamados “trileros políticos”. Lo mejor del caso es que el ataque viene de los ex batasunos Floren Aoiz y Patxi Zabaleta en la editorial del abertzale José María Esparza. Que no pueden dar muchas lecciones.
Txalaparta acaba de editar un libro humorístico, algo que la editorial abertzale hace con cierta frecuencia. En este caso, las risas y las sonrisas no son todas las pretendidas por los autores, y se reparten casi a la par entre los ya nada juveniles escritores y sus supuestas víctimas. En «Tres tristes trileros. Arbeloa, Del Burgo y Aizpun, franquismo, transición y territorialidad» quedan retratados, más que el intelectual y socialista Víctor Manuel Arbeloa, el centrista hijo del franquismo Jaime Ignacio Del Burgo y el no menos centrista y fundador de UPN Jesús Aizpún. Los pretendidos jueces: el ex batasuno y apologeta de etarras Floren Aoiz; el ex batasuno, conspirador eterno, abogado y empleador de etarras Patxi Zabaleta, y el tafallica José María Esparza Zabalegui, ese faro que alumbra nuestra vida intelectual -o más bien ayuda a que desde fuera se pueda evaluar sin piedad la situación intelectual de Navarra en estas décadas-.
«En busca del requeté perdido» es un perfecto retrato más del autor que del biografiado. ¿Quién ha dado a Esparza, el empleado que fue de Luzuriaga, derecho y conocimientos para poner nota a la vida pública de los demás? Desde luego él no se lo ha ganado por sus méritos; no creo que haber publicado los libros del asesino -etarra, valga la redundancia- Iñaki de Juana Chaos o haber ido a recoger a su salida de la cárcel a la asesina Inés Del Río, después refugiada en su propia patria tafallesa, aumente su prestancia intelectual. Y desde luego nada de todo eso, ni de su trabajo como editor, ni de sus cargos públicos, ni de sus campañas mediáticas, le pone por encima de don Víctor Manuel Arbeloa. Podremos discutir muchas más cosas de los otros dos ‘trileros’, pero ciertamente este caso es el más evidente: ni Esparza es quién para juzgarle, ni Arbeloa tiene de qué preocuparse del capítulo que en este simpático panfleto se le dedica. Su cultura personal, su educación y saber estar, su trabajo y sacrificio por la vida pública (incluso al servicio de algo tan poco agradecido como el PSOE navarro), dicen de él mucho más de lo que pueda decir o escribir un amigo de criminales y difusor de ideas soviéticas, magro erudito local y sectario como tantos por desgracia sigue habiendo en la provincia 31. ¡Y que un Esparza reproche a un Arbeloa sus orígenes familiares en el carlismo… qué placer sórdido para los que le leemos desde el liberalismo familiar!
Floren Aoiz, también hijo de la genética tafallesa, merecería igualmente que hablásemos de su familia para negar sus méritos como analista histórico y político. Pero no hace falta. Sus «notas para una biografía a mala leche» sobre Jaime Ignacio Del Burgo, aunque hijas del rencor, de la envidia y de la remota conciencia de no tener razón, sí merecen algo más de consideración. La negociación constitucional, la Transitoria Cuarta y aquellos años vergonzosos de tolerancia de hecho con lo más sucio de las alcantarillas de la extrema izquierda y abertzales deben por supuesto mucho a las miserias humanas e intelectuales de la UCD en general y de Adolfo Suárez en particular. De esto aún queda mucho por saber, y sin duda sería bueno que Del Burgo dijese la parte que él sabe, o al menos la dejase escrita para que dentro de unas décadas se sepa. Del Burgo no ha conseguido todos los objetivos de su carrera política; pero tampoco los consiguió su padre, y tampoco es una cosa extraña o vergonzosa. Es la vida, sin más. Afortunadamente Florencio Aoiz ha conseguido una parte aún menor de sus objetivos… y menos mal, puesto que si el navarrismo familiar y democristiano de Del Burgo puede gustar bien poco menos aún gustaría un Estado soviético à la Krutwig – Aoiz.
Zabaleta hace, por su parte, un «ensayo crítico de su legado político» hablando de Jesús Aizpún. Bien, bien; no digo que no sea interesante, incluso más interesante de lo que el leizarra cree. ¿Y quién hará un ensayo crítico del legado político de éste, desde su infancia de monaguillo hasta ser cofundador de Bildu, pasando por Herri Batasuna, por la alistad de la ETA, por los insultos a las víctimas, por Aralar y por… los buenos negocios a diestra y siniestra? Aizpún, como Del Burgo, quería una carrera política; además, él tenía medios de familia y oficio para no necesitar especialmente beneficios materiales. Si el franquismo hubiese seguido él habría seguido en su rol de suave crítica desde un suave y no muy teorizado navarrismo; abierto un nuevo tiempo político, decidió cabalgarlo también. En la UCD jugó sus cartas, y perdió (a corto plazo). Contra la UCD, y contra la Transitoria de la UCD y de Del Burgo, Aizpún hizo la jugada de su vida, que fue la campaña contra la Constitución, y la fundación de la UPN aprovechándose en buena medida de las simpatías, recursos y trabajo previo de los antiabertzales locales que eran, en realidad, y en sus puntos fuertes, más patriotas españoles que provincianos foralistas. Dando seguridad a corto plazo a la red local de huérfanos del franquismo, construyó otra cosa; otra cosa que luego le fue quitada por jóvenes ambiciosos y sin sus ideas o ideales, como Juan Cruz Alli, pero esa es otra historia. Las cosas que realmente pueden reprochársele a Aizpún no son las que hieren a Zabaleta; ni en todo caso sería el poeta Zabaleta el más indicado para ser fiscal en una causa póstuma contra don Jesús.
No escribe mal Zabaleta, aunque los versos y prosa de Arbeloa son mejores objetivamente. El que más ha publicado de todos ellos ha sido seguramente Esparza, seguido de Del Burgo, pero cantidad no implica, ni mucho menos, calidad -ni ética ni literaria. Aoiz, la verdad, considerando no ya su pasado sino su presente, merece adjetivos que no voy a publicar en la red, y de Aizpún poco más diremos puesto que merece el respeto debido a los muertos (aunque al Cuatripartito, a su mal llamada oposición y al Arzobispado esto haya que volvérselo a explicar, a la luz de sus hechos). ¿Trileros? No creo que Arbeloa quisiese engañar a nadie; Del Burgo ha hecho creer a muchos durante mucho tiempo, es bien cierto, cosas que no eran, pero no a todos ni todo el tiempo; Aizpún recibió en los 90 mucho de la misma medicina que él aplicó, con mejores formas eso sí, en los 70. Pero si vamos a hablar de engañadores, propagandistas perfectamente conscientes de su falsedad, hemos de mirar antes a los autores de la obra.
Decía hace años el pobre Anasagasti que ‘lo del «Amejoramiento Foral» es la historia del oscurantismo, de la marginación y desprecio por parte de UCD, PSOE y UPN a un sector importante de navarros…’ Porque Anasagasti, como los otros abertzales incluidos los autores, cree que la voluntad de su escaso 5% de navarros ha de imponerse al resto y, además, a la mucho más importante realidad nacional española. En la Transición hubo muchos más engaños de los denunciados por los autores, de hecho en parte falsos en sí mismos. Y los tres retratados merecían otra cosa, no necesariamente mejor, pero sí con retratistas más cualificados.
No olvidemos el trasfondo de todo esto. Con o sin autonomía, el nacionalismo sigue existiendo. No ha pedido perdón por matar, torturar y expulsar de sus casas a la gente. Sigue golpeando; el diputado de EH Bildu Óscar Matute ha calificado de «desproporcionado y bestial» imputar por terrorismo a unos batasunos agresores de dos guardias. Tal es la realidad. Aoiz, Zabaleta y Esparza ven a sus tres víctimas como culpables de la situación actual de Navarra; yo diría más bien que en parte culpables de lo que de malo tiene (pero no de todo) y en parte responsables de lo que de bueno tiene (y tampoco de todo). Los autores en cambio no nos legan nada bueno.
¿Qué hacer con un libro así? No comprarlo, no regalarlo, qué duda cabe; pero sí es bueno que exista. Conservado en las bibliotecas, donde el Cuatripartito sin duda comprará muchos ejemplares a Esparza, dentro de una o dos generaciones servirá para comprender la Navarra miope y sectaria del siglo XXI, mucho más que la historia del siglo XX. Que sin ser perfectos estos tres protagonistas, tiene méritos que hoy se echan de menos.
Pascual Tamburri Bariain
La tribuna del país vasco, 19 de noviembre de 2016.
https://latribunadelpaisvasco.com/not/5608/tres-tristes-trileros-o-tres-abertzales-proterroristas/