Por Pascual Tamburri, 25 de diciembre de 2016.
Decían que con recortes empeoraban los servicios públicos. Pero los resultados en educación dicen lo contrario: no es cuestión de gastar más sino de gastar bien, y de saber qué se hace. Y no es que Navarra sea deslumbrante.
PISA, el examen de la OCDE, se ha convertido en el estándar más usado en todo el mundo para medir el rendimiento de los diferentes sistemas educativos. Muy discutido, muy discutible, por muchas razones; pero a día de hoy una medida común que permite comparar. 493 en ciencia, 496 en lectura, 486 en matemáticas: es el resultado de España en 2015. España ha ido a mejor (suponiendo que el sistema valga), aunque unas regiones lo han hecho y otras no. Y las comparaciones son odiosas, en el contexto español en el que el Gobierno de Rajoy, después de tergiversar y tardar con la LOMCE de José Ignacio Wert cuando con su mayoría podía haber actuado con decisión, recula en aspectos básicos.
La situación tiene mucho de cómica: justo cuando el Gobierno acepta las peticiones básicas de todos los que -en las aulas, en las calles, en las instituciones y en los medios- se manifestaron violentamente contra la LOMCE, llegan los primeros datos de la LOMCE y de su espíritu. Así que mientras se demuestra que podía funcionar, nos volvemos atrás, a modelos tan espléndidos como la LOGSE y la LOE. Quizá porque importen más las componendas políticas que los resultados académicos.
Pero lo gracioso no termina ahí. Se oponían a cualquier recorte, fuese de medios, de gasto o de personal. Y afirmaban que a más medios mejor educación, y viceversa. Y sin embargo vemos ahora que comunidades con menos gasto tienen mejores resultados, y que no necesariamente a más gasto (y menos en personal, en tecnologías, y nuevas pedagogías, en burocracia o en proyectos ideologizados) mejores resultados educativas. El País Vasco, presumiendo de no recortar, lo que ha recortado son… sus resultados en PISA. Y al mismo tiempo, los resultados de Navarra son mejores, y fruto de una política educativa -aunque incompleta, tímida, con complejillos como siempre- que los actuales aliados de Bildu y Podemos en el Cuatripartito están empezando a cambiar. ¿Cambian lo que funciona, en nombre de más nacionalismo y más marxismo?
No diremos que disponer de más medios sea malo. Pero ni basta ni en realidad lleva a nada: lo que marca la calidad es tener un proyecto y saber dónde se quiere llegar, cómo y para qué se quiere ofrecer una formación. Y qué formación ofrecer. De PISA, para empezar, sacamos una triple conclusión: más medios y más docentes no significan mejor educación; educación estimulando artificialmente la lengua de algunas zonas de algunas regiones sí significa –cada vez más- peores resultados; y la demagogia progre pedagógica, hecha de falsas igualdades y de heterogeneidades impuestas y castrantes, implica mal trato a todos, empezando por los más capaces.
En todo caso, tampoco unos buenos resultados en PISA son la solución de nada. La masificación, el “café para todos”, la mediocridad impuesta, la negación de las diferencias de gustos, de capacidades, de orígenes y de esfuerzos y vocaciones, no son camino a una buena educación. La excelencia no puede llegar por igual para todos; dar a todos lo mismo, sin considerar qué pueden, qué quieren o qué merecen, es camino hacia unos resultados tibios hoy y en muchos sentidos desastrosos en el futuro. Hay que afirmar y potenciar la excelencia, la calidad, el dominio de los contenidos sin complejos; hay que dar a todos una formación, no sólo una preparación economicista y profesional. Y si la LOMCE daba sólo un poco de esto lo que había antes lo daba menos (y ya desde la LGE del 70) y no se avecinan, según parece, tiempos mejores. Eso sí, ¿haremos una reforma por conveniencias de partidos, ideologías, alianzas y poderes, o pensaremos en los alumnos de hoy y en la España de mañana?
Pascual Tamburri Bariain
La tribuna del país vasco, 25 de diciembre de 2016.
https://latribunadelpaisvasco.com/not/5789/otra-victoria-de-los-recortes-y-de-navarra-sobre-la-cav/