Libertad de conciencia: los progres ni la quieren ni la respetan

Por Pascual Tamburri, 24 de marzo de 2017.

Se le niega a Alicia V. Rubio lo que a duras penas se le consiente al actor Mark Wahlberg. En los dos casos, el progresismo y la corrección política los marginan. ¿Por qué los temen o porque los odian?

 

Alicia V. Rubio es la mujer del mes. La primavera empieza en España con una profesora, filóloga, a punto de ser cesada como Jefa de Estudios de su Instituto por sus convicciones morales, por denunciar el adoctrinamiento oficial en ciertas direcciones, y por negarse a imponer en sus clases o fuera de ellas principios contra los que ella está. ¿Ha terminado la libertad? Digamos más bien que en España -la España que en 5 de las últimas 7 legislaturas ha gobernado el Partido Popular, dos de ellas con mayoría absoluta- la libertad existe sólo para quien comparte los principios oficialmente establecidos. Es lo que se llama técnicamente un Estado totalitario, o en vías de serlo.

Hace falta mucho valor para resistir en Leganés. ¿Y en los centros ideológicos y propagandísticos del Sistema? Aún más. Imaginemos en Hollywood.

El actor Mark Wahlberg es un ejemplo de resistencia ética en el ojo del huracán. Hoy, pasados los 45, es un actor, modelo y cantante norteamericano. Pero antes de llegar a este momento fue un rapero, delincuente, consumidor de drogas y traficante, y ha estado en la cárcel antes incluso de ser mayor de edad. Hoy se le conoce como protagonista de películas como «Ted», «Transformers» o «El planeta de los simios»; pero antes fue muchas otras cosas, y hoy mismo, hay cosas para él mucho más importantes que el mundo del espectáculo global.

Aunque no es muy habitual, Mark Wahlberg no sólo es católico, sino que no lo oculta y practica abiertamente y con cierta humildad su fe. Una fe que le ha permitido -él mismo lo dice- ser mejor en su vida, sin por eso creerse ni superior a nadie ni mucho menos perfecto. Simplemente, él resiste, y trata de ser coherente en su vida y en su profesión con su fe. Por difícil que esto resulte. “Mi fe es la parte más importante de mi vida”. Ni la vida es fácil, ni es fácil vivir conforme a lo que uno cree, ni mucho menos es fácil hacerlo en un entorno en el que lo “institucionalmente correcto” es lo opuesto. Lo sabe, hasta ahora con éxito, Mark Wahlberg. En manos de todos está hacer que así lo sienta, y no sola, Alicia Rubio y los que como ella resistan a la presión ideológica.

Si en nuestros días hay un drama, una angustia, es el de una juventud -en realidad, todas las generaciones por debajo de 40, pero más aún los adolescentes que hoy tienen entre 14 y 20. No es tanto el hipócrita escándalo burgués al verlos por las calles y parques con una botella de cualquier líquido horrendo al que llamen vodka, o fumando cualquier basura infecta; eso es más bien culpa de la generación anterior, que los ha no-educado y consentido en eso. El verdadero drama es que, mayoritariamente y correctamente, en la sociedad les hacemos comprender que todo lo que hagan de limpio, de serio, de éticamente impecable, no les va a beneficiar en nada. Estudiar y formarse es “inútil”, y nosotros mismos les hemos enseñado que lo importante es el éxito, los títulos, las notas, y no la formación. Les hemos enseñado más que consentido que lo bueno es tener miles de amigos en red en vez de vivir la verdadera amistad y lealtad en persona. Les hemos enseñado que todo es relativo, que ellos y su placer inmediato son lo único importante. Y los llevamos a los altares, hablando de reducir la mayoría de edad o de legalizar las drogas ya del todo.

¿Hay solución? Por supuesto que sí: ante todo que la coherencia con los propios principios y el respeto sean la norma social. Luego ya hablaremos de qué principios, pero ante todo coherencia y libertad. Enseñarles que si uno hace el mal y comete un error ha de enmendarlo, además de pedir perdón, sea 15 minutos después o 15 años después, porque si no lo hace estará construyendo su vida sobre la mentira y estará negando incluso lo que diga defender. Y eso, la humildad, la coherencia, el perdón, la corrección, se aprende con la práctica y con los ejemplos, llámense Mark Wahlberg o Alicia Rubio. Y también los necesitamos en Pamplona, sea a los 13, a los 23 o a los 33 años…

Pascual Tamburri Bariain
La tribuna del país vasco, 24 de marzo de 2017.
https://latribunadelpaisvasco.com/not/6282/libertad-de-conciencia-los-progres-ni-la-quieren-ni-la-respetan/