Si, una pérdida irreparable. La pérdida de un ser siempre discutido por defender una ideas siempre crucificadas. Pero así era él. Seguro, sabio y consecuente. Yo le escribo porque me apetece, porque él así me lo enseñó y porque escribiendo a todos nos adelantó su injustamente siempre inoportuno final. Su última columna rezaba el lunes por «la oprimente tristeza inexplicable de las cosas que se van. Y es, que cuando algo se marcha de nuestro alrededor lo notamos, por lo que de nada sirve negar la evidencia, cerrar los ojos o soñar con una imposible involución».
Los que te conocimos siempre penaremos tu precoz ausencia alabando tu eterna y nutrida sabiduría; dichosa la vida del que siempre se esforzó… Gracias por tanto y tan bueno PROFESOR. Mi bachillerato siempre llevará tu nombre. Hasta siempre.
Carta anónima en Diario de Navarra
01/04/2016