PASCUAL TAMBURRI, EL MEJOR

Desde ayer, los días son más tristes: se nos ha ido uno de los grandes.

Doctor en Historia, licenciado en Ciencias Sociales y Políticas y en Derecho, profesor y articulista notable, agricultor revolucionario, presidente de cooperativa vinícola, amante y conocedor de los vinos de tierra, impulso vital de la Sociedad Cultura Leyre y de muchas otras iniciativas intelectuales o sociales, paracaidista de la Reserva Activa, encomienda de Caballero de Santiago-Marqués de las Amarillas, defensor de Navarra y España, valiente, excelente persona y amigo leal; todas esas cosas y muchas más que no cabrían era Pascual Tamburri Bariain.

Siempre del lado de las víctimas, nunca de sus verdugos, siempre el lado de la verdad y conocedor de la Historia cierta, contrario a quienes la adjetivan para manipularla. Tú, que considerabas populista como un piropo y Europa sabía que es mucho más y muy distinta a la U.E. nunca te acomodaste para conseguir cargos o prebendas; elegiste la senda difícil que lleva a las cimas más hermosas.

Como historiador riguroso y brillante, estabas llamado a ser el sucesor de la saga de grandes medievalistas como Lacarra y Martín Duque, y elegiste la cercanía a la familia. Siempre con una generosidad sin límites y una sonrisa.

Y te has ido joven. Y te has ido sin el preaviso de una enfermedad o un mal hábito, que eras gente sana de cuerpo y mente. Y el mazazo ha sido demoledor.

Repaso ahora cuando me invitó la universidad San Pablo-CEU a disertar sobre uno de mis libros, que habías prologado con cariño y sabiduría. ¡Cómo me apoyaste! Tú eras así. Recuerdo lo bien que lo pasamos en de Pamplona y después; y en tantos viajes y eventos: universidad de verano en Granada, Yanci, Olite…También nuestras charlas al calor de buenos tintos navarros. Y nuestra última conversación hace bien poquito, cuando me anunciabas tu retorno de Estrasburgo para junio y quedábamos para cenar según llegases.

Compartíamos tantas cosas que te podría llamar hermano. Sabes que, además, yo era amigo de numerosos familiares tuyos, empezando por Rafa; lo fui de tu tío Juan Moso, conde de Espóz y Mina, lo soy de sus hijos empezando y también de otros primos tuyos, como Maite. También la amistad entre José María Pérez de Salazar y Joaquín Ilundain, los inventores del chupinazo, nos unía por la admiración y el parentesco, tú con uno y yo con otro.

Y sé que en todos nosotros dejas un recuerdo imborrable. No es retórica fúnebre: todo lo escrito es cierto punto por punto.

Sé también que, aunque tú y yo compartíamos opinión sobre la madera geppetiana del obispo que sufrimos en Pamplona, eras católico de fe sólida. Y por ello, aunque estoy muy triste, sé por tus numerosas virtudes que, cuando la «Compañía del Anillo», ante el gran hueco en sus filas en algún momento se muestre confundida, miraremos al cielo y desde allí nos guiarás, como has hecho siempre con miles de jóvenes. Como eras tú.

Jesús Javier Corpas Mauleón
Escritor

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