En Italia gobierna el pueblo

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de enero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.

Italia es una democracia sólida y consolidada, y aunque sus instituciones muchas veces pecan de obsoletas e ineficaces está claro que el voto y la opinión del pueblo son tenidos en cuenta. Más aún desde que gobierna la derecha: la vieja clase política, oligárquica y cerrada, muchas veces gobernaba a espaldas del país, cosa que Berlusconi y sus socios no desean hacer.

Sin embargo, para llegar al poder la derecha tuvo que pactar con los poderes fácticos, que ya en 1995 habían derribado antidemocráticamente el primer Gobierno Berlusconi. Renato Ruggiero era una imposición de los poderes económicos, un hombre ajeno a la coalición de gobierno. Un hombre de la banca y de la burocracia, al servicio de la Fiat y de la familia Agnelli. Un alto burócrata profesional al que nadie eligió nunca para nada, pero que durante cuarenta años ha ostentado grandes cargos públicos.

Los poderes constituidos han tratado de dirigir la política italiana incluso después de las últimas elecciones. Han olvidado que el actual Gobierno tiene el mayor porcentaje de votos que ningún partido o coalición ha conseguido jamás en Italia, desde 1929. El pueblo quiere que la derecha de Berlusconi y Fini gobierne.

Berlusconi, con su gesto, está dando un ejemplo de democracia y de respeto a la voluntad del pueblo. En Europa sólo el Gobierno español tiene un respaldo electoral comparable. Nadie, y menos los tecnócratas como Laurent Fabius, puede discutir la legitimidad de aquel Gobierno y de sus decisiones. Naturalmente que, como dicen los aterrados bruselenses, no es posible Europa sin Italia. Ni Italia sin Europa. Pero está por ver qué Italia y qué Europa.

Nadie puede imponer al pueblo italiano gobernantes designados sin voto popular ni decisiones antidemocráticas. Nadie ha preguntado a los italianos por el euro; pero, llegado el momento de usarlo, son reticentes y temen perder la seguridad que daban las viejas liras. Varios ministros son euroescépticos: son eurorealistas, desde el punto de vista italiano.

Berlusconi, depositario de la confianza popular, asume ahora la gestión de las relaciones exteriores. No es un mal momento para defender con vigor los intereses nacionales y populares. También España debería hacerlo, porque, como han descubierto en la Península hermana, no toda Europa es orégano.

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de enero de 2002.
Publicado en El Semanal Digital.