El fascismo que (de verdad que no) viene

Nos está poniendo al día Fernando Vaquero Oroquieta, con información abundante y un análisis preciso en La Tribuna del País Vasco, de esos “numerosos movimientos políticos cara a las próximas elecciones a celebrar en España, es decir, las europeas del año próximo. Plataformas de uno y otro signo…”. Hay un amplio espacio político libre y desorganizado (por reconocimiento de parte, si el Partido de mayoría absoluta es de centro y sólo de centro, deja huérfano o considera garantizado sin esfuerzo a todos esos, pocos o muchos, que llaman o son llamados de derechas). Ese espacio tiene unos referentes y unos movimientos en curso en Europa, y tiene también una larga, variada y poco conocida historia en España. Una historia que sin duda él nos hará conocer mejor.

Consecuencias electorales de un quesito

Antes de 2008, el presidente de Navarra y de UPN, Miguel Sanz Sesma, nos explicaba a los entonces suyos que el apoyo del PP nada le aportaba en cuanto a la gobernabilidad de la Comunidad, y que de hecho el centroderecha, unido o dividido, nunca tendría la mayoría en Navarra con este sistema electoral. Y que el futuro político había de pasar, según le decía algún gurú amigo suyo, dedicado a la hostelería, por la alianza entre UPN y el PSOE en Navarra. Aquella explicación, a golpe de diagrama sectorial, trajo como consecuencia el divorcio entre UPN y PP y el retorno, aunque breve y con UPN, de los socialistas al gobierno navarro. Parecía que la “explicación de los quesitos” iba a ser la única y última salvación de Navarra. Pero no lo ha sido, y de hecho va trayendo consecuencias cada vez peores y más sorprendentes.