Una amenaza abierta a la cultura navarra

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Dice el diario «Gara» -un monumento a la libertad de expresión-, en su editorial del martes 12 de agosto, que «UPN controlará la historia de Nafarroa». Los cambios en el organigrama del Departamento navarro de Cultura y Turismo quedan así reducidos, en la opinión siempre autorizada de los compañeros de Arnaldo Otegi, a una maniobra política.

La política es un arte delicado y a menudo sorprendente. Que el independentismo vasquista, y además en su vertiente más próxima a las armas, descalifique a sus adversarios políticos por su «manipulación de la historia y de la cultura de Navarra» no deja de asombrar. Bien es cierto que el nacionalismo es una fe, y que la fe mueve montañas, pero todo tiene un límite. Más de un siglo de imaginativos esfuerzos y mucho dinero público y privado han tratado de convertir a «Euskalherria» en una realidad milenaria, en una nación neolítica de cromañones en lucha contra la represión españolista ya antes de conocer la rueda; y por supuesto sin fisuras, al menos, desde Cortes hasta las Encartaciones (o desde Santander hasta Burdeos, según versiones). Esto es lo que «Gara» podría llamar «moldear la realidad para adaptarla a sus propios intereses».

Sin embargo, la Institución Príncipe de Viana merece algún respeto, incluso en foros dados a crear realidades virtuales. Fundada por la Diputación Foral en 1940, con el recuerdo de la Comisión de Monumentos y con los ejemplos de la Junta de Ampliación de Estudios y del Institut d’Estudis Catalans, la Institución fue un ejemplo de inquietud cultural en circunstancias muy difíciles. Y si de algo puede acusársele, desde su origen hasta hoy -es decir, desde José María Lacarra hasta Juan Ramón Corpas-, ha sido de un exquisito respeto del pluralismo y de una indudable atención a las innovaciones culturales y científicas.

El independentismo quiere sin duda pescar en el río revuelto del cambio de Gobierno, que precisamente ha elevado la categoría de la gran institución cultural navarra de Dirección General a Consejería. Puede haber decisiones opinables del momento presente, como las hubo en el pasado y las habrá sin duda en el futuro, mientras el hombre sea hombre. Pero el separatismo, con sus raíces hundidas en una nebulosa histórica y en la invención de una identidad, teñido de sangre y con su provenir ampliamente abierto a la confrontación civil, no es el más indicado para acusar a nadie de manipulaciones. Y hacerlo con acepción de persona, como se ha hecho en este caso, puede contemplarse como una amenaza menos que velada, que ningún hombre libre está obligado a tolerar.

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.