Antiamericanismo y europeísmo de España

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de octubre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Los viejos Estados nacionales europeos, con su fuerza y sus intereses, están amenazados por el pro americanismo radical de cierta izquierda pancartera que vocifera contra Estados Unidos.

Durante aproximadamente un año, la izquierda española y europea ha manejado propagandísticamente la idea de un enfrentamiento geopolítico y ético entre los Estados Unidos de George Bush y la «vieja Europa» de Chirac y de Schröder. Así, Blair, Berlusconi y por supuesto José María Aznar no serían otra cosa que títeres en manos del «Imperio del mal», caracterizado por una visión del mundo totalmente opuesta a la que Francia y Alemania, como único corazón de la Unión Europea, podrían representar.

Intelectualmente el razonamiento es pueril, por mucha que haya sido su eficacia propagandística -en todo caso, en España, vistas las elecciones de mayo, no ha sido para tanto. Los países de Europa, hoy, todos ellos sin excepción, tienen exactamente el mismo orden de prioridades, los mismos ideales y el mismo análisis de la realidad que este «americanismo» ahora denunciado. Y, curiosamente, son las fuerzas políticas definidas como de izquierdas las más radicales defensoras de ese americanismo profundo, entendido como primacía del orden económico sobre todos los demás, y del orden material sobre el orden espiritual. Podrá haber discusiones sobre el reparto de poder en ese «nuevo orden mundial» (y por eso hubo un conato de rebeldía francoalemana), podrá haber una serie de matices socializantes, comunistizantes o anarcoides (y de ahí el pancarteo izquierdista), pero lo esencial no se discute, porque la izquierda es precisamente proamericana en el peor sentido de la palabra, pero nunca en el mejor.

Uno de los máximos exponentes del pensamiento marxista, Antonio Gramsci, reivindicó para su grupo de intelectuales comunistas el mérito de haber elaborado «una forma de americanismo apta para las masas obreras». Para Gramsci existe, en efecto, un «enemigo principal», que es «la tradición y la civilización europea, la vieja y anacrónica estructura social y demográfica europea». Curiosamente, así, el padre intelectual de la izquierda europea y española anunció proféticamente que los socialistas «deben estar agradecidos a los grupos plutocráticos … porque han introducido las formas más modernas de producción». Y desde momentos muy tempranos del pasado siglo la izquierda, incluso la más extrema, ha aceptado el apoyo -económico y de todo tipo- de los grandes grupos de poder, ya que los enemigos de unos y otros eran los mismos: los pueblos, las naciones, Europa.

¿La España de Aznar se ha enfrentado con la «vieja Europa»? Es una imagen propagandística, y nada más. Porque España es parte esencial de esa vieja Europa, y porque, precisamente, una clave definitoria de la europeidad es la defensa de ciertas tradiciones y estructuras, como los viejos Estados nacionales, con su fuerza y sus intereses, que están mucho más amenazados por el pro americanismo radical de cierta izquierda que vocifera contra Estados Unidos.

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de octubre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.