El PNV busca el enfrentamiento civil

Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

No es permisible, en un Estado de Derecho, que se amenace a quien tiene la legitimidad de aplicar la justicia cumpliendo con su obligación. Xabier Arzallus está acelerando su ritmo secesionista.

El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco tomó la pasada semana declaración a Juan María Atutxa y a sus colaboradores directos en la Mesa del Parlamento Vasco, acusados de la comisión de un delito en el ejercicio de sus funciones públicas. Si en el curso del proceso se acredita que los acusados incurrieron en delitos de desobediencia a las resoluciones del poder judicial, las leyes del Estado obligarán a una sanción penal.

Nadie puede escandalizarse porque un Estado promulgue leyes y después las haga cumplir. Está en su naturaleza, y lo contrario sería una puerta abierta a la desobediencia civil, a la guerra privada y al caos. Naturalmente, esa garantía efectiva de los derechos es exigible a todo Estado, y sería lógico que los ciudadanos se manifestasen para exigir, airados incluso, el restablecimiento del imperio de la Ley.

Xabier Arzallus ha decidido manifestarse para reclamar que no se cumpla la Ley, es decir, para pedir que no haya separación de poderes (porque desprecia las decisiones judiciales), que no haya responsabilidad de los cargos públicos, que no haya límites claros a lo admisible en la vida pública. Arzallus, manifestándose ante la puerta del Tribunal, ha pedido -con otras palabras- un estado de excepción; como en un esperpento, con sus palabras ha clamado contra el que imagina instaurado por José maría Aznar, pero con sus hechos ha pedido uno, el suyo, el de ETA.

Ernesto Ladrón de Guevara ha diagnosticado, con indiscutible acierto, que «no es permisible, en un Estado de Derecho, que se amenace a quien tiene la legitimidad de aplicar la justicia cumpliendo con su obligación»; y la escena de las masas nacionalistas entonando el himno «Eusko Gudariak» -el himno de ETA, de Batasuna y de los soldados independentistas de 1936, ya que el himno del PNV es el «Gora ta Gora»- es una escena amenazadora de enfrentamiento a las instituciones españolas. Por ese camino, Arzallus e Ibarretxe quieren ir a la secesión, y sólo si sus masas encuentran barreras físicas y morales podrán ser detenidas. Mejor pronto que tarde, aunque tenga costes electorales.

Por Pascual Tamburri Bariain, 4 de diciembre de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.