El Madrid de Aguirre y Gallardón, garantía de estabilidad

Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

Madrid recordó, en la fiesta del 2 de Mayo, su carácter integrador y abierto. Sus gobernantes fundamentan en ese espíritu su éxito político, unidos al servicio de España.

Ayer se conmemoró en Madrid el 2 de mayo de 1808, que como recordó la presidenta de la Comunidad Autónoma, Esperanza Aguirre, fue un acto de soberanía del pueblo español, en un momento en el que los poderosos se habían entregado a una invasión extranjera. La historia de nuestro constitucionalismo empezó allí, entre escenas terribles desde todos los puntos de vista. Un acontecimiento de relevancia nacional, que se ha convertido en la fiesta de una región que hace bandera, precisamente, de «no necesitar señas de identidad diferenciadoras».

Se han recordado demasiado a menudo las diferencias reales y sobre todo las supuestas entre la presidenta Aguirre y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz Gallardón. Sin embargo los dos coinciden en lo esencial de su discurso político, como por lo demás es lógico teniendo en cuenta que representan en la Comunidad capitalina a un Partido Popular que allí se consolida, de cara a 2007, como fuerza de Gobierno.

No se trata sólo de que el PP crezca en las encuestas madrileñas, sino de cómo lo hace: para lograrlo, no ha sido preciso crear ni cultivar ningún sentimiento separador ni por supuesto pergeñar ninguna nueva nación, sino precisamente construir un modelo político, social y económico eficaz que se basa en el carácter «abierto y tolerante» de esta parte, viejo solar castellano, del corazón de España.

Oponer Aguirre a Gallardón o Gallardón a Aguirre, al margen de legítimas ambiciones personales de los dos líderes y de las relaciones personales que entre ellos haya, es no conocer el proyecto nacional del Partido Popular. Ante la proliferación de tentaciones disgregadoras, el centro derecha madrileño recuerda su origen y su vocación, que está en toda España y al servicio de toda ella, y que está construyendo en estos años su éxito precisamente sobre la integración de todos y la apertura a todos. En esto no hay diferencias entre los dos políticos, ambos acompañados y unidos por el éxito.

Madrid es libertad, del mismo modo que fue escenario de aquel destello de liberación hace dos siglos. Y Madrid es lógicamente capital y hogar para todos los que identifican España y la libertad, en vez de preferir modelos alternativos liberticidas y, por lo mismo, anti españoles. No es únicamente una cuestión electoral, porque Madrid proporciona a España no sólo un gran bagaje de votos para el PP sino también un modelo de funcionamiento y de cohesión, que esencialmente funcionó durante las dos legislatura de José María Aznar y que hoy es una buena respuesta a los desafíos que se plantean.

Madrid va bien, pero su mensaje debe servir también para que el resto de España vaya mejor. Aguirre apeló ayer al «pueblo de Madrid, abandonado por la Corona», que supo reaccionar ante la adversidad y construir un nuevo modelo político que solucionó desafíos que entonces parecían a algunos inabarcables. Es un espíritu que los gobernantes madrileños de 2006 comparten.

Por Pascual Tamburri Bariain, 3 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.