Un libro que leyó Wert para diseñar la reforma educativa de Rajoy

Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de marzo de 2012.

España y Europa deben su identidad a su Universidad. La crisis tiene un origen en la formación superior, pues este modelo universitario ha fracasado. ¿Y ahora qué hacer?

España y Europa deben su identidad a su Universidad. La crisis tiene un origen en la formación superior, pues este modelo universitario ha fracasado. ¿Y ahora qué hacer?


Hoy he sentido vergüenza ajena de mi universidad. He visto abrir el telediario con las imágenes de la facultad de historia de la Universitat de València a cuenta de las revueltas estudiantiles… No somos noticia por aparecer en un ranking de excelencia, algún descubrimiento, alguna patente, no es por eso: es por ser una universidad marrullera, qué vergüenza…
No debería haber pasado lo que está pasando estos días en Valencia, nadie es inocente. Eso sí, entre tanta concentración, tanta pancarta y tanto lema de demagogia y manipulación facilona, ni una sola alusión a los problemas reales de nuestro sistema universitario, de nuestras universidades. Es todo muy decepcionante.
Como guinda del pastel, ante las inminentes elecciones nuestra decana ha optado por el populismo y el discurso progre, ¡cielo santo! ¡una asamblea de estudiantes, PAS y PDI! El PDI metido a gestor académico es nefasto en estos tiempos… El ejército, la iglesia y la universidad son instituciones anacrónicas en el sentido de que no fueron diseñadas ni constituidas para la democracia. Y cuando se intenta, pasa lo que pasa: la decana departiendo con estudiantes a los que, si se viene abajo la biblioteca, no les pillará en su interior.
No me doy de baja de la UVEG porque no puedo y porque tengo otra filosofía de cómo trabajar por nuestra universidad. Hoy, simplemente, me siento avergonzado de ser universitario.
M.L.I


José Manuel Giménez Amaya y Sergio Sánchez Migallón, Diagnóstico de la Universidad en Alasdair MacIntyre. Génesis y desarrollo de un proyecto antropológico. Introducción de los autores. Eunsa – Colección Astrolabio Antropología y Ética, Pamplona, 2011. 368 pp. 23,00 €

José Ignacio Wert ha anunciado una próxima reforma universitaria, y aunque aún no está definida ni su forma ni su alcance parece claro que irá en dirección opuesta a la ahora seguida. Sobre todo, porque vivimos un fracaso que parece indiscutible, y el económico es casi el menos importante. Es manifiesto que hay un desajuste entre lo ofrecido y lo demandado a las Facultades, Escuelas e Institutos, no sólo en número de plazas y de titulaciones, sino esencialmente al definir la meta que se busca: una titulación rutinaria, mediocre, masificada, adocenada y en el mejor de los casos elegida para «colocarse«, o una formación universitaria propiamente dicha. O sea, lo que Wert ha llamado en medio de cierto escándalo «una reforma basada en la excelencia«, que no es desde luego un sistema de formación profesional sustentado en tribunales y exámenes poco exigentes y en una calidad de ficción como la ofrecida por la Aneca y sus equivalentes de secundaria.

Estos nuevos tiempos, de segura polémica, coinciden con la publicación por Eunsa de un ensayo de los doctores José Manuel Giménez Amaya y Sergio Sánchez Migallón sobre las reflexiones universitarias de Alasdair MacIntyre. El escocés fue un eterno heterodoxo, entre el cristianismo, el marxismo y finalmente una versión del tomismo ampliamente compatible con el siglo XX. Pero a lo largo de todo su recorrido fue siempre y ante todo un hombre de Universidad, formado en Oxford y profundamente alérgico a la visión miope y pretendidamente práctica que un cierto modernismo ha pretendido dar a las Facultades. MacIntyre prestó siempre atención a la Universidad, y muy especialmente a que ésta no dejase de ser ella misma –una grandiosa singularidad de lo europeo– ni a cumplir su misión –ser soporte de la cultura superior y de la universalidad que define lo humano frente a lo meramente materialista. Giménez Amaya y Sánchez Migallón rescatan y ordenan esta reflexiones precisamente en una España que necesita no sólo reformar su Universidad sino además no volverse a confundir al hacerlo, como por desgracia ha sucedido y no sólo en la última reforma.

En medio de este mismo debate Jordi Llovet ha publicado en catalán (y Galaxia Gutenberg – Círculo traducido al castellano) su Adiós a la Universidad, unas memorias desesperanzadas que retratan, efectivamente, el eclipse que entre nosotros viven las Humanidades y la Universidad. El problema no es el llamado plan Bolonia, horresco referens, sino el utilitarismo – economicismo en el que se basan todos los cambios universitarios de las últims décadas. Lo que dice Llovet es escalofriante, pero en su análisis coincide con MacIntyre y en su diagnóstico con algunos de los problemas a los que parece quererse enfrentar el ministro Wert: «… los dicterios que ha generado [el Parlamento Europeo] en materia de educación han significado una verdadera ruina, un derrumbe, una catástrofe. Este es el caso de los profesionales de la enseñanza secundaria, también de la Universitaria, muy en especial en el terreno de las ciencias humanas. (…) El problema reside en que el Plan Bolonia ha tenido, de la universidad tomada en su conjunto, una idea exclusivamente administrativa, en nada favorable a la dignidad de la vida intelectual, y, encima, poco realista, desprovista de toda idea de lo que significa… una carrera universitaria«. Llovet llama a esto «meter la mano neoliberal en la organización de la enseñanza superior«, pero adjetivos aparte estaremos de acuerdo en que los cambios (y los problemas) nacen de la conversión de la Universidad en lo que nunca fue, o al menos nunca fue prioritariamente, que es un centro de formación profesional al servicio del mercado. Porque los universitarios, y las Universidades, han nacido y vivido para otras cosas, y la educación superior reducida a meras funciones digestivas de la sociedad funciona muy mal. Como demuestra esta España con ocho decenas de Universidades, o en centros así llamados, que no sólo no cumplen bien su función genuina sino que incumplen las nuevas funciones maravillosas y progres de ellas esperadas y, además, resultan ser costosísimas en lo económico y en lo humano. No digamos en lo intelectual.

Giménez Amaya y Sánchez Migallón aciertan al llamar ahora a colación a MacIntyre, y básicamente lo hacen de un modo útil en estos tiempos. Incluso quien no comparta su visión de las cosas, incluso quien esté de acuerdo globalmente con lo que ha supuesto la Ley de Reforma Universitaria y todo lo que ha venido en el cuarto de siglo sucesivo, encontrará incisivo, sensato y oportuno el pensamiento del escocés. Verdaderamente universitario y susceptible de enlazar con lo que de bueno, sano y recuperable haya en la Universidad y la secundaria que de Moyano va a Sáinz Rodríguez, y de éste a Ruiz Jiménez, a Villar Palasí y a la misma Aguirre. José Ignacio Wert asume el reto de corregir muchos errores, de recortar su coste, de sanar su gran dolor humano y de multiplicar su excelencia. Leerá este libro, si no lo ha hecho ya.

Pascual Tamburri Bariain

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de marzo de 2012, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/libro-leyo-wert-para-disenar-reforma-educativa-rajoy-120499.htm