De Gil a Muñoz, pasando por la corrupción

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.

Sería hasta divertido, si no se estuviese poniendo en riesgo grave un bien intangible, que es la dignidad del país, de su clase política y de su sistema político.

La España zarzuelera y decadente, la España peor de los siglos peores, se resiste a morir. O más bien permanece latente y aflora de vez en cuando, entre las vetas de europeidad, de nordicidad y de normalidad. Lo que está pasando en Marbella ha sonado a muchos a escándalo, pero tampoco es tan diferente de las viejas corruptelas caciquiles de tiempos de Cánovas y de Romanones. O del estraperlo republicano. O de los chalaneos de cierto franquismo, entre monterías, marqueses y matesas. Para qué hablar de la UCD. Y mejor no recordar la España de González y Roldán. Gil y Muñoz, Muñoz y Gil, tampoco pueden ser mucho peores.

Nada le falta al sainete: la tonadillera, los celos, el don nadie venido a más, los políticos cesantes y famélicos que hacen cola a la puerta para venderse. Sería hasta divertido, si no se estuviesen poniendo en riesgo grave dos bienes. Un bien concreto, tangible, que es la legalidad, garante de los dineros de los contribuyentes. Un bien intangible, pero incluso más importante, que es la dignidad del país, de su clase política y de su sistema político.

Puede objetarse que la indignidad del GIL y de su entorno no es representativa de cómo se gobierna España. Y estaremos de acuerdo, si nos referimos al Gobierno de la Nación y a las grandes instituciones del Estado. Pero Marbella no es responsabilidad del GIL, sino una consecuencia del tamayismo en el que se ha encastillado el principal partido de la oposición.

El PSOE, una vez más, ha antepuesto sus intereses inmediatos (o al menos los intereses crematísticos de sus representantes locales) a los intereses generales de España. España tiene todo el interés en mostrar al mundo su verdadero rostro, la eficacia, el buen hacer, la austeridad, la imaginación y la capacidad de superación. La España de chulos y de fulanas, de sobres y de maletines, de regüeldos y de salsas rosas podrá parecer típica a los turistas e inevitable a los pesimistas; pero la verdad es sólo una: España, país de Europa, tiene más que ver con Islandia que con Marruecos, y eso ha de hacerse evidente en el modo de hacer política. Sobran los Giles, y sobra este PSOE.

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de agosto de 2003.
Publicado en El Semanal Digital.