El modelo catalán se estrella en el País Vasco

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de abril de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Llegó el temido 17 de abril y pasó. Como en 2001, con las elecciones vascas no se ha terminado el mundo, ni han llegado los jinetes del Apocalipsis como más de uno, por diferentes razones y desde muy distintos ángulos, temía.

Vence ETA, sin duda, como todos coinciden en afirmar y como algunos anunciamos. ETA va a volver a estar presente, con más fuerza, en el Parlamento Vasco, y vuelve a ser, más que nunca una fuerza decisiva. El PNV depende de esos votos para gobernar y, sobre todo, para llevar adelante su programa. El nacionalismo radical y armado tiene intacta su fuerza social, y la victoria es indudable.

Esa victoria empaña, desde luego, el crecimiento del PSE, que de todas maneras es menor de lo esperado y deseado, que no convierte a Patxi López en decisivo y que, además, se ha hecho a costa de renunciar a la identidad ideológica no nacionalista del partido de Nicolás Redondo.

Pero esa victoria tiene como principal responsable a José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del Gobierno ha jugado, desde Madrid, a trasladar a Vitoria el modelo que ha servido a Pasqual Maragall en Barcelona: apoyarse en el nacionalismo radical y fomentar su crecimiento como único camino para debilitar al nacionalismo «moderado» y alcanzar así el poder. Poder basado en mayorías exiguas y en completas renuncias ideológicas, pero poder.

Ahora bien, en Barcelona ese modelo tiene los días contados y a cambio se habrá abierto la caja de Pandora de las reformas constitucionales y estatutarias. Y lo que se ha demostrado muy difícil y problemático en Cataluña es, sencillamente, imposible en el País Vasco. El PCTV-EHAK no es ERC, tiene otra fuerza social, otra profundidad ideológica y, sobre todo, se basa en el movimiento que culmina en ETA. López ha hecho una apuesta tan fallida como peligrosa.

Bien o mal, el PSC pudo pactar con ERC. Pero no puede pactar con los comunistas de ETA, con lo que se cierra esa vía. Y no puede tampoco, salvo grandes conmociones, pactar con el PNV, porque el plan de Ibarretxe marca una frontera. EL PSOE no puede aceptarlo sin sufrir las consecuencias en el resto de España, y tampoco puede obligar al PNV a que lo abandone. De manera que los votos obtenidos por López son, de momento, muy poco operativos.

El PSOE tiene la mirada puesta en España, en un cambio de régimen, y en ese juego ha removido el avispero del País Vasco. Se ha cerrado las puertas de un inesperadamente sólido PP, cuando a día de hoy una coalición constitucionalista tiene más votos y más escaños que el tripartito de Ibarretxe. Se ha producido el «sorpasso» que el PNV temía, y Zapatero no parece dispuesto a aceptar ese desafío. La alternativa, el caos político. Y a eso vamos, porque en Ferraz prevalece el odio al PP sobre cualquier otra consideración

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 18 de abril de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.