La unidad del PP, cuestión de Estado

Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de enero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

Poner hoy en discusión el liderazgo de Mariano Rajoy o la unidad política del PP contra el Estatut de Zapatero sólo beneficiaría a los enemigos de la unidad nacional.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha conseguido un nuevo acuerdo con los nacionalistas catalanes; en torno al PSOE, y en especial por obra de Alfredo Pérez Rubalcaba, se está consolidando una coalición estable de fuerzas de izquierda y nacionalistas cuyo programa de gobierno incluye sin pudor la definición de nuevos sujetos soberanos, nuevas naciones, y en consecuencia la negación de la unidad nacional española. Ante ese frente unido sólo un gran partido español, el PP, tiene ahora la responsabilidad de defender no sólo el marco legal hoy vigente, sino sobre todo sus fundamentos y sus principios.

Los dirigentes del Partido Popular han asumido ese mandato popular ya en los últimos meses. Sin embargo, las circunstancias se están volviendo particularmente difíciles, y ha comenzado una gran ofensiva política para debilitar la posición del PP, para dividir a sus representantes y e definitiva para anular su enorme fuerza actual como alternativa al Gobierno y como respuesta democrática a los proyectos de descomposición de España.

Hoy más que nunca el PP debe reforzar su unidad. Su ventaja frente al PSOE es, precisamente, en ser y decir lo mismo en todas y cada una de las provincias y Comunidades Autónomas de España. Existe la tentación, en buena medida inoculada desde fuera, de cambiar o matizar esa realidad; y esa tentación se podría demostrar funesta no sólo para el PP, sino sobre todo para el país.

El PP no tiene que tener miedo a la sociedad española. Hay una preocupación difusa y creciente por el futuro de España, que rebasa con mucho los límites actuales del PP o del centroderecha. Lejos de ser un dato preocupante es una buena noticia para el PP, que si afirma su propia unidad y coherencia en los aspectos que cada vez preocupan a más españoles no sólo crecerá en votos sino que evitará las peores consecuencias de la política de Zapatero. Porque podrá derrotarla.

Ahora bien, el PP, además de expresar los mismos valores siempre y en todas partes, debe evitar algunas tentaciones que hoy afortunadamente sólo se intuyen. Una tentación, por ejemplo, es el cortoplacismo, el intento de apuntarse pequeños tantos ante la opinión pública o los medios de comunicación sacrificando principios superiores. El PP no puede votar el Estatut catalán de Zapatero, porque si lo denuncia como una reforma constitucional rupturista debe rechazarlo en bloque. Y esto pese a cualesquiera miedos y tentaciones localistas o a corto plazo, porque lo que está en juego es mucho. Es, en realidad, todo.

Mariano Rajoy es hoy el hombre decisivo. Puede no ser el político «popular» más valorado -pero sí lo es entre sus propios votantes, ya que no se beneficia de simpatías entre quienes nunca le votarán-, y poner en discusión su liderazgo o la unidad política del PP en torno a él sería un ejercicio de irresponsabilidad que sólo beneficiaría a quienes desean romper, sin más, España.

Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de enero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.