Zapatero no logró arrinconar al PP en Cataluña

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de noviembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

«Con el miedo metido en el cuerpo». Así reconoce sentirse algún dirigente socialista tras conocer los resultados electorales de Cataluña. La cara del todopoderoso Pepiño Blanco tras analizar los datos en Ferraz con los mandamases de su partido lo decía todo. El secretario de Organización socialista llegó a la sala de prensa el jueves con ganas de terminar cuanto antes, renegando de fotógrafos y reconociendo en voz alta que en demasiadas ocasiones los socialistas «hacían el pino».

No es para menos. Los esfuerzos que José Luis Rodríguez Zapatero ha hecho para que Cataluña se volcara no han sido recompensados. Perder cinco diputados y casi un cuarto de millón de votos es para estar preocupado. «Maragall ha hecho añicos la cristalería más vistosa del PSOE», dice un «fontanero» del PP que corrige enseguida su tiro: «Bueno, Maragall, Montilla, el propio Zapatero, o más bien los tres juntos».

Zapatero se marcó Cataluña como asunto prioritario desde su llegada a La Moncloa. El presidente sabe bien que cualquier partido que desee ser alternativa debe tener presencia en todas las Comunidades españolas y estaba seguro de poder crear allí serios apuros en ese sentido al PP de Mariano Rajoy, como los números electorales del 14-M demostraban.

Su entrega rendida a un Estatut que dividió, incluso, a su partido o la gasolina que inyectó desde La Moncloa a la OPA de Gas Natural sobre Endesa son buenas pruebas de que no estaba dispuesto a pararse en detalles. Pero no han sido las únicas señales. Recordemos la cesión del castillo de Montjuic a Barcelona, el homenaje a Lluis Companys, los traslados a Barcelona del Archivo de Salamanca y de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) o el reconocimiento del catalán en Europa. Todo valía.

Pues bien, pese a haber dejado solo en la oposición a Mariano Rajoy, que advertía que un Estado no se construye con demagogias insolidarias sino con sentido de la responsabilidad, su estrategia quedó partida por el eje con el resultado de su partido. Después de haber arrinconado de manera antidemocrática al PP, con gran protagonismo de ZP junto a «su elegido», José Montilla, el partido del presidente no avanza sino que retrocede.

Y lo que es peor, un asediado Partido Popular con un Rajoy que tuvo incluso que «sepultarse» en un local con capacidad para quinientas personas en su cierre de campaña para evitar las agresiones físicas, en vez de morir en Cataluña sale con la cabeza alta para afrontar las próximas citas electorales con más impulso que quienes tenían todas las papeletas para arrasar.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de noviembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.