Valdecasas, treinta años al frente del Colegio de España en Bolonia

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de diciembre de 2007.

Ha dedicado su vida a defender los intereses de nuestro país como embajador en Italia de nuestra ciencia y nuestra cultura, participando en los más diversos debates intelectuales.

José Guillermo García Valdecasas y Andrada Vanderwilde. Las Artes de la Paz. Ensayos. Homenaje a treinta años de rectorado en el Real Colegio de España en Bolonia (1977-2007). José Luis Colomer y Jaime Olmedo Ramos, eds. Centro de Estudios Europa Hispánica. Madrid, 2007. 566 pp.

José Guillermo García-Valdecasas fue nombrado Rector del Real Colegio de España en Bolonia en 1977, cuando su predecesor desde 1955, Evelio Verdera, fue requerido por el Gobierno español para desempeñar un alto cargo en Madrid. Treinta años dedicados ininterrumpidamente a una institución son algo excepcional en nuestro tiempo; marcan además toda una vida, que es lo esencial de la trayectoria académica del destinatario de este libro-homenaje.

Cuando un profesor recibe un homenaje suele ser común que sus amigos y discípulos contribuyan con estudios inéditos a un libro de homenaje, que suele convertirse además en la pesadilla de los investigadores, por ser lugar de edición de trabajos variados en materia y en calidad, y no fácilmente encontrables por otra parte. José Luis Colomer y Jaime Olmedo, al cumplirse tres décadas de García-Valdecasas al frente del palacio gótico boloñés, han optado por la solución opuesta: reunir en un solo tomo la obra dispersa del homenajeado, que permanecía inédita o inencontrable. Sí que en este caso el homenaje lo es en sentido literal, porque permite hacerse cargo de la contribución del rector de Bolonia a la vida intelectual española e italiana de estos años. Sólo en otros casos excepcionales, como el homenaje de 2002 a mi maestro Ángel Martín Duque, se adopta hoy esta fórmula.

Valdecasas se formó en Madrid primero y en Bolonia después como investigador y profesor de Filosofía del Derecho. Conquistó por oposición una plaza de profesor en la Universidad española, tras su regreso de Italia como discípulo de Felice Battaglia, pero renunció a una brillante carrera, para la que su formación le daba amplias esperanzas, para desempeñar el rectorado de su Colegio. Tres décadas que Valdecasas podría haber dedicado a conquistar una cátedra y a los estudios propios de su especialidad han sido en cambio empleadas en la dirección del Colegio más antiguo de todos los españoles, y a una actividad intelectual no menos intensa pero sí diferente.

Esa generosidad, con sacrificio de los propios intereses personales, es la que explica el homenaje coordinado por Colomer y Ramos y rendido por los colegiales de ayer y de hoy. El Colegio de España fue fundado en el siglo XIV por el cardenal don Gil de Albornoz, y se atiene más de setecientos años después a sus fines originarios, en su sede y con su patrimonio. No está de más explicarlo, porque recientemente he comprobado cómo un catedrático de Derecho Mercantil confundía una Fundación (cuyos fines son determinados por el fundador de una vez por todas) con una asociación o sociedad, que depende de la voluntad de sus gestores de cada momento. Esa misma naturaleza de la fundación albornociana explica las funciones de Valdecasas como rector, y el interés de este libro.

Un rector en Bolonia es mucho más que un mero posadero que acoge a unos cuantos españoles de excelente expediente para cursar el doctorado. Es un embajador de la cultura y de la ciencia españolas en Italia, un puente entre los dos países, y a la vez el introductor a Italia de sucesivas generaciones de jóvenes licenciados. El perfil personal de Valdecasas, y la multiplicidad de sus intereses y capacidades, se adapta perfectamente a esa tarea: jurista de formación, literato en ejercicio, músico por afición, pintor por devoción. Cada uno de estos aspectos, y otros más, quedan reflejados con brillantez en las casi seiscientas páginas del libro.

Si se pudiesen destacar unos aspectos de la obra valdecasiana por encima de otros, cabría señalar sus trabajos de investigación deshaciendo lugares comunes sobre el pensamiento y las artes españoles en los siglos XV al XVII, ya que en esa tarea Valdecasas ha trabajado sobre los trabajos de los propios colegiales de siglos anteriores y sobre sus hallazgos de singulares inéditos como la única ópera de Calderón de la Barca, la estructura original de La Celestina o el manuscrito más antiguo del Cántico Espiritual. Uniendo su formación a sus aficiones, éstas a sus opiniones y todo ello al enaltecimiento de la institución que gobierna, Valdecasas nos ofrece páginas memorables sobre los rincones más diversos de la cultura española e italiana, que merecen ser leídos y disfrutados porque quienes gusten de la prosa española por sí misma, además de por los amantes de la cultura en un sentido amplio y carente de rigideces académicas postizas.

He conocido a no pocas personas opinar lo contrario, a veces con perseverancia rayana en lo pintoresco, pero la edición que Colomer y Ramos nos ofrecen de los escritos del rector Valdecasas prueba algo de manera indudable: nuestro autor no ofrece lo mejor de sí mismo y de su profundidad intelectual en una conversación de sobremesa, en la que pueden surgir ideas brillantes pero inevitablemente carecen de rigor. Los trabajos, devociones, ideas e intuiciones del rector, puestos en orden y en negro sobre blanco, elevan a Valdecasas –ahí sí- a la vanguardia intelectual española a caballo de dos siglos. Y con ser este volumen egregio no es la mejor obra de su autor: treinta años en Bolonia, y qué treinta años, con el Colegio funcionando y mejorando sin perder jamás su esencia, valen aún más. Léanle: lo disfrutarán y entenderán por qué hizo falta don Gil de Albornoz para que Antonio de Nebrija soñase con el florecimiento de «las artes de la paz».

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 30 de diciembre de 2007, sección «Libros».
http://www.elsemanaldigital.com/valdecasas-treinta-anos-frente-colegio-espana-bolonia-77677.htm