Europa y América: ¿protectorado o colonia?

Por Pascual Tamburri, 26 de enero de 2015.

Estados Unidos se ha acostumbrado durante dos generaciones a marcar el estilo de vida de Europa. Europa perdió sus imperios y con ellos su libertad. Hoy sólo es rica, y a veces ni eso.

Estados Unidos tuvo ya sus elecciones, esas a las que España va a dedicar todo su año 2015. En ellas han vencido unos candidatos favorables a la pena de muerte, aunque cristianos de apariencia fervorosa; unos hombres que han llegado a la política por herencia familiar, que pertenecen desde la cuna a la oligarquía administrativa y económica del país, pero que sin embargo han querido crear una imagen populista de hombres cálidos, cercano a la gentes y a sus necesidades. Los vencedores (y los vencidos elegidos), para ser designados por su partido para competir en las elecciones, han renunciado a defender una parte de su programa originario; sin embargo, son o parecen ser unos hombres honestos. Algo sabemos en España y en Navarra de esas conversiones damascenas.

Muchos han admitido ciertos excesos políticos y morales en su juventud, pero sus actos de contrición han sido respaldados por el voto popular. En realidad, dada la abstención, la mayor parte de sus conciudadanos con derecho a voto no ha votado por ellos, pero nadie duda de su legitimidad democrática. Los nuevos parlamentarios son los hombres más poderosos del mundo, con derecho de vida y muerte más allá de lo soñado en cualquier fantasía feudal, pero en su propio país deben someterse a las grandes corporaciones transnacionales, a los medios de comunicación y a los lobbies que de hecho dominan las Cámaras recién elegidas.

Poco importa el nombre del vencedor, pues el retrato anterior sirve para cualquiera de los candidatos principales. Pese a todo su déficit de legitimidad democrática, con esta imagen que desde la tradición política europea nos parece endeble, y con las enormes carencias sociales y estructurales del modelo norteamericano, estos hombres también gobiernan Europa y España. Nuestro país renunció hace décadas a su plena soberanía diplomática y estratégica, porque era una exigencia de las organizaciones internacionales a las que pertenece (OTAN, UEO), y Estados Unidos, gobierne quien gobierne allí, garantiza y a la vez limita esa soberanía.

Tal vez esta subordinación fue necesaria cuando se trataba de salvar la libertad frente al comunismo: pero esa batalla ya se ganó, y ha terminado. Cuando España ingresó en la CEE, se nos dijo que era una nueva forma de garantizar nuestra independencia, porque una Europa unida podría contrarrestar el peso cultural, económico y político de los Estados Unidos, y ofrecer un nuevo modelo, más justo y más cercano a nuestras necesidades.

Sin embargo, la Europa de Bruselas y Mastrique no sólo no defiende la identidad española y los intereses de los españoles, sino que se ha convertido en un gallinero incontrolable, por una parte, y en un mero gendarme al servicio de los Estados Unidos, por otra. El Presidente americano no debería ser nuestro Presidente, ni su fuerza militar nuestra tutela, ni su finanza nuestro sostén, pues ni cuenta con nuestro voto ni debe responder ante nosotros. Pero está en manos del pueblo español hacer que el modelo americano – explotación, marginación, materialismo individualista – no sea el objetivo final de esta Unión Europea que tanto tendría que cambiar para satisfacer los íntimos deseos de nuestra gente.

Pascual Tamburri

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 26 de enero de 2015, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/europa-america-protectorado-colonia-139919.html