Nuevo impuesto sobre los depósitos bancarios

Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de marzo de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.

Los socialistas españoles son gente muy singular. Incapaces de modernizar su discurso político, y más aún de renovar sus oligarquías dirigentes, llevan varios años haciendo lo posible para que el Partido Popular gane unas terceras elecciones generales. Abundan motivos para su desprestigio; no último, las contradicciones entre sus virreyes autonómicos y la sede central de Ferraz, por no hablar de las vacilaciones ante la amenaza separatista y ante el drama social de la inmigración.

No faltan socialistas honrados, coherentes y hasta a veces admirables. Por encima de colores políticos, muchas de las cosas que dice y hace el presidente de Extremadura son comprendidas y aplaudidas por muchos españoles. Por eso ha sorprendido, al menos fuera de Extremadura, la decisión de crear un nuevo impuesto sobre los depósitos bancarios extremeños, un impuesto progresivo que afectará a las entidades financieras con sucursales en aquella región. Se trata de un tributo amparado en la potestad autonómica de crear nuevos tributos, reconocida en la Constitución, y que tiene un doble objetivo: por un lado, se trata de obtener recursos públicos adicionales para el desarrollo regional; por otro, Rodríguez Ibarra pretende que el ahorro extremeño financie la inversión en la región, ya que alega un cierto desinterés de los bancos por su autonomía.

La cosa es complicada. Por una parte, las intenciones alegadas son buenas. Por otra, sin embargo, hay que meditar seriamente este paso. Ante todo, se avanza un paso más en la ruptura de la unidad económica de España, pues sin duda los Bancos harán pagar el sobreprecio, de un modo u otro, a sus clientes extremeños, y no al resto de españoles. En consecuencia, aunque la Comunidad Autónoma obtenga más dinero, el sector privado va a tener una dificultad más para financiarse. Además, la medida va envuelta en una vetusta y agotadora retórica demagógica de «pobres contra ricos» que la actual realidad extremeña no avala y que hace retroceder al PSOE al siglo pasado.

Es posible que desde los poderes públicos se deba instar a las entidades de crédito a una mayor generosidad, ya que el dinero es la sangre de la economía nacional, y se trata de que circule y cree riqueza, no de que se atesore usurariamente. Pero ni se puede romper con esta excusa el código del libre mercado ni, sobre todo, hay que alzar nuevos muros que dividan a los españoles. Bastante mal están las cosas como para andar con experimentos extraños.

Por Pascual Tamburri Bariain, 7 de marzo de 2001.
Publicado en El Semanal Digital.